martes, 4 de septiembre de 2018

DEL REVÉS


Me desperté con hambre de león y el llanto me ponía nervioso,  sumándose a todo ello  una gran inmovilidad. Me notaba apresado, encogido  y muy mojado. Olía mal, quería salir corriendo pero algo me lo impedía. Intenté relajarme pensando en unas tostadas de tomate y jamón, un buen café y un paseo bajo los rayos del sol mañanero. De pronto empecé a no entender nada. Mi madre que había fallecido hacía cinco años, se acercaba y me besaba. Me susurraba cosas que no entendía, me acariciaba y creí entender que debía cambiarme. Yo solo quería salir corriendo, desayunar e irme al trabajo. Noté que me elevaba, me quitaba la humedad, me limpiaba y se preparaba para darme de mamar. Me iba a volver loco, el llanto era de un bebé hambriento y yo estaba dentro de él. Empecé a succionar su pecho tibio y a sentir que me calmaba.

Nani. Agosto 2018