sábado, 3 de noviembre de 2018

UNA CHARLA GRATIFICANTE





Sandra es una  persona a la que le gusta mucho cambiar impresiones con sus semejantes, pero por su trabajo haciendo corre turnos, no coincide con mucha gente de su edad o con quienes estén dispuestos a entablar una conversación. Hoy por ser festivo, haber coincidido con su día de descanso y comprobar que hace un sol espléndido, se ha colocado el vestido de las grandes ocasiones, ha cambiado sus zuecos de trabajo por unos zapatitos de tacón bajo y se ha dispuesto a pasear en un principio; después se ha sentado a tomar el sol en un banco del parque, donde hay un chico joven hablando por teléfono. Ha imaginado que cuando termine podrán conversar, pero la charla se alarga y según va deduciendo, habla con una amiga de la pareja con la que parece ha pasado la noche. Le pide que no le cuente nada a la amiga y que cuando le parezca, pueden repetir ya que la experiencia ha sido muy gratificante. Sandra no entiende como si habiendo estado con ella hasta hace un rato, lo que le está comentando no lo ha hecho en persona. Aunque ella aún se resiste a comprar un teléfono móvil y será por eso -imagina. Creé que hablar cara a cara es mucho más agradable y para las ocasiones necesarias, tiene el teléfono sobre la mesita rinconera del salón. Más tarde y como ya está prejuzgando sin tener verdaderos motivos, decide que es mejor retirarse y seguir caminando, igual encuentra más adelante con quién cambiar algunas impresiones. Se levanta y se encamina hacia el bulevar. Piensa que en alguna terraza de las cafeterías que hay por todo el camino de regreso a casa, puede que haya algún conocido con el que pueda sentarse a tomar una deliciosa infusión y mientras, hablar un buen ratito bajo los rayos solares. Al llegar a su portal,  busca en el bolso la llave para abrir la puerta, comprobando que una vez más ha conversado con ella misma y llegando a la conclusión de que pertenece a otro tiempo, que las personas antes se llamaban para quedar y disfrutar de su compañía y sus cambios de impresiones y hoy, prefieren utilizar un aparatito y huir de lo que verdaderamente compromete o es auténtico. Cuando se dispone a entrar en el portal, se da cuenta que le apetecía tomar una infusión en una terraza y que no lo ha hecho por no encontrar a ningún conocido, así que como no le parece justo, cierra la puerta y retrocede por donde llegó, se sienta en la primera terraza, se pide un té verde con jengibre y se recuesta disfrutando del calor solar y del aroma de su taza humeante. De todas manera conversar como ella lo hace, le ayuda a reflexionar y a darse cuenta de lo que es auténtico o no lo es y se siente feliz de por lo menos, ser libre de escoger cómo vivir y respirar. 

Nani. Noviembre 2018

             

8 comentarios:

  1. Bonito relato y real....en estos tiempos ya casi nadie conversa cara a cara ..aveces, estando en la misma casa conversan por el móvil......Saludos

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    1. Sandra las nuevas tecnologías son muy buenas, pero enemigas de las relaciones naturales y humanas.
      Muchas gracias.
      Besicos muchos.

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  2. Los móviles y las redes sociales al final han acabado por aislarnos.

    Besos.

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    1. Y nosotros nos hemos dejado embaucar y caer en sus redes.
      Besicos muchos.

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  3. Hermoso relato, donde nos hablas de la soledad de las personas, que no encuentran a nadie con quién compartir sus días.
    Besos apretados.

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    1. Triste realidad Pilar. Las personas somos así débiles y de torpes.
      Gracias por comentar.
      Besicos muchos.

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  4. buen relato, buscar una buena conversación puede rescatar una vida... con o sin tecnología el contacto entre la gente es muy importante....

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  5. Peligrosos estos artefactos cuando sustituyen más de la cuenta. Bonito relato, un abrazo Nani

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