Un corazón de lana y
acero comenzó a latir rítmicamente y
la vida fluyó acompasada. Heredó de mamá la suavidad y la dulzura de la fibra.
El brillo del acero como lo tuvo el abuelo. Aunque la humanidad estaba dentro
de un ser único. Nació débil y muy pequeño, pero con poco que lo acariciaron y
le abrillantaron el alma, se convirtió en un chico excelente, que se decantó
por la ciencia. No tuvo sosiego, hasta que se convirtió en el mejor cirujano
que trasplantaba corazones fuertes y suaves, como el que tuvo él.
Nani.
Marzo 2019