lunes, 11 de marzo de 2019

CON DELICADEZA


Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente y la vida fluyó acompasada. Heredó de mamá la suavidad y la dulzura de la fibra. El brillo del acero como lo tuvo el abuelo. Aunque la humanidad estaba dentro de un ser único. Nació débil y muy pequeño, pero con poco que lo acariciaron y le abrillantaron el alma, se convirtió en un chico excelente, que se decantó por la ciencia. No tuvo sosiego, hasta que se convirtió en el mejor cirujano que trasplantaba corazones fuertes y suaves, como el que tuvo él.

Nani. Marzo 2019