En esta ocasión, vamos a hablar de luces y sombras, de perspectivas. A partir de esta foto de Manuel Moraleda, ¿qué historias se os ocurren? No estoy segura de haber conseguido lo que se nos pide, pero esto es lo que me ha inspirado...
Cuando
pasea por la avenida principal y ve las maravillas construidas por él, no puede
reprimir el deseo de tocar sus paredes, de evocarle y de verle en las sombras
que se permiten esas edificaciones, los ancianos y todo lo que le recuerda al
abuelo, aquel que quedó tirado en una cuneta un triste día de verano de 1936.
Siempre esa sombra alargada fue una constante en el seno de su familia. Su
madre le contó que su figura siempre la veía en su propia sombra. Ella era una
niña ─le decía, cuando el ya dejó de vivir físicamente, pero siempre le
acompañaba y le veía tras de ella cuando caminaba. Sí, la suya era la del él y
se lo repetía una y otra vez. Le veía en el legado que dejó y que en noches de
luna se reflejaba en el asfalto y aceras de la ciudad, así como en los días de
sol, brillando como zafiros en la diadema de una reina. En los lugares de la ciudad donde
permanece su obra y en otras muchas a las que fue a sentir sus latidos, porque
ella notaba en aquellos edificios las pulsaciones que allí vibraban. Estaban en
los patios andaluces y sus fuentes, donde el agua fluía de las bocas de las
ranas de porcelana, verdes y brillantes, dispuestas para saltar: “Las ranas”, como los lugareños llamaban a esas fuentes. En las celosías, balcones y rejas. Escaleras
de caracol, zócalos de estucos, azulejos,
techos con pinturas decorativas y todo lo que los edificios modernistas
del siglo XX, los caracteriza. Siempre su madre le dijo que le acompañaba
aquella sombra y por eso, no podía reprimir el impulso de tocar la piedra de
las fachadas (como ahora hacía ella también), aquellos zócalos, el mármol de
las escaleras, las rejas, admirar las fachadas, los balcones y no podía evitar sentir aquella congoja, cuando se enteraba que derruían uno de aquellos edificios que en su día
los declararon patrimonio; para convertirlo en un centro comercial abarrotado
de establecimientos de comida rápida, franquicias, música estridente y personas
tropezando unas con otras por no llevar la mirada al frente, sino posada en esos
dispositivos móviles que les absorben toda la atención.
La
que fue su enamorada acérrima y le tuvo una admiración rallando la devoción; murió
con la pena de no ver el reconocimiento de la insigne obra de aquel hombre (su
padre), que fue asesinado vilmente por las injusticias que provocan las
guerras, las envidias y el odio que incitan las miserias humanas.
Nani.
Septiembre 2019
El 1936 todavía...
ResponderEliminarHan pasado 83 años y sigue ahí, en el día a día, en la política, en los miedos, en el imaginario colectivo.
Buen relato.
Besos.
Sí Xavi, lo que no se hace duele en las familias, queda vagando en el ambiente que se respira y pasa de generación en generación.
EliminarBesicos muchos.
Un relato bien urdido
ResponderEliminarque de mucha realidad lleva ...hay muchos que crearon y nadie le dió crédito
pero quizás ni lo buscaban, ya que el creador es por excelencia un visionario...
Son las injusticias de las sinrazones, Maulen.
EliminarBesicos Muchos.
Buena inspiración tuviste para urdir un buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Alfred.
EliminarBesicos muchos.
Un buen relato el de hoy. Bonita foto. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Sandra. Me alero que te guste.
EliminarBesicos muchos.
felicitaciones por tu texto Grandioso abrazos siempre
ResponderEliminarMuchas gracias Recomenzar, me alegro que te haya gustado. Me alegro verte por aquí.
EliminarBesicos muchos.
Gran texto amiga, se va cambiando a peor, y sí, el legado sigue ahí.
ResponderEliminarRecién llegado vengo a deleitarme con tus letras, un placer.
Un gran abrazo
Sí Carmen. Mientras no se escriba la historia con la verdad, estará revoloteando a nuestro alrededor.
EliminarBesicos muchos.
Hermoso canto a tu padre.
ResponderEliminarLa vida, la guerra inútil, por el egoísmo de los hombres, sigue palpitando en la memoria de todo el que la haya sufrido en cualquier país que sea.
mariarosa
Los egoísmos marirosa y la inutilidad de ganar poderío unos pocos. Por cierto, no fue mi padre pero algo de un antepasado si que lo hay.
EliminarBesicos muchos.
Esa energía de la que hablas sigue viva en cada una de las piedras que levantó. Yo también la acaricio y le doy las gracias cada día. De alguna forma supo dejar tanto amor en sus obras que personas ajenas a su historia, tan grande como fatídica, podemos sentir esa pasión con solo acariciar esos estucos, esas barandas retorcidas, el fluir de las fuentes.
ResponderEliminarGracias por tu relato porque da sentido a esas sensaciones, a esas emociones desatadas por el simple hecho de acariciar, de respirar su obra.
Seguiremos cuidando esta joya modernista con el mismo amor con que se hizo, se nota en cada persona que viene a verla como se ve transportada a esa época y siente esas bellas vibraciones es todo un expectaculo observar esas caras transformadas,es un honor para nosotros y un disfrute inigualable. Gracias a estos nuestros antepasados Alcalainos que sintieron la llamada a este arte de la construcción y decoracion
EliminarUmmm. No sé porqué me da que una parte tuya va en este relato. El abuelo, la madre, la nieta, las ranas, las escaleras de caracol, las fachadas. Me lo he vivido y te he visto y le he visto.
ResponderEliminarHas hilvanado una preciosa historia que da gusto leer.
Abracicoooo
Graciasssss. Besosssss
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