Cuando
despierto escucho música y una voz
enlatada procedente de una furgoneta, como la que pasa por nuestras calles para
anunciarnos la venta de melones o ajos frescos y ajena a todo; vocifera de
manera que hasta duele escucharla, después de tanto silencio: “Habitantes del
mundo, ya ha pasado todo y os pedimos que en el parque o plazoleta del pueblo,
la avenida de la ciudad o del lugar donde residís, se convoca a los ciudadanos.
Solo tenéis que llegar con vosotros mismos y vuestra gente, un traje cómodo,
buen ánimo y mejor sonrisa, una pamela las señoras, un sombrero o gorra los
señores y gorrito los niños, ya que pica el sol y llevamos muchos días en casa.
Se acabaron los abrazos y besos virtuales, hoy lo celebramos a bombo y
platillo. Eso sí, compartiremos experiencias. Se aceptan reflexiones y aportes
positivos, para mejorar este bello mundo que casi hemos visto escurrirse, como
si fuera gelatina en manos de un niño pequeño”.
Me
duchó frente a esa enorme pared de azulejos blancos y miel que antes me parecía hasta ridícula
por pequeña. Con una alegría nueva, me
pongo crema protectora, me arreglo y me coloco una pamela playera. Salgo
dispuesta a abrazar a todo ser que me encuentre de camino a la plaza.
Algo
nuevo encuentro en mi camino. Las miradas son distintas y más brillantes. Me
siento diferente, más madura y más vieja, pero más esperanzada.
El
muro que me retenía, se ha caído y ha vuelto a ser la pequeña ducha de mi
pequeño apartamento. Ese que me irritaba por pequeño y este tiempo por prisión.
Nani.
Marzo 2020
De momento encerrados en nuestras casas, esperamos esperanzados cuándo podremos salir por el fin de la pandemia.
ResponderEliminarBesos.
Alfred, la esperanza nunca la debemos perder!!
EliminarBesicos muchos.