Me
despierto como todos los días al sonar el despertador y remoloneo unos cinco
minutos que sé, son los que me puedo permitir, ya que el reloj está programado
para que pueda disfrutar de esos minutos de duerme vela, mientras el sentido
común me aconseja que no me vaya a dormir de nuevo. Pasado el tiempo límite, me tiro de la cama y me dirijo al baño. Como
siempre, lo primero la ducha y después el café que me terminará de despertar.
Doy la luz que hay sobre el espejo y me quedo espantada con la imagen que me
devuelve el azogue. Sé que es mi cara porque me la estoy tocando, pero la
enorme herida que atraviesa desde la parte izquierda de mi frente, pasando por
la nariz y terminando en la comisura de mis labios, es enorme. Paso mis dedos
por el reborde enrojecido de lo que ha sido una enorme herida y ahora una
cicatriz impresionante. No doy crédito, pensando que anoche me acosté perfecta.
Pongo mi cara bajo el grifo del lavabo para ver si me refresco, sobre todo las
ideas y vuelvo a mirarme en el espejo. La cicatriz sigue estando en mi rostro y
asustada me aparto cubriéndome con ambas manos, para así intentar apartar ese
mal sueño de lo que me muestra el jodido cristal. No me puede estar pasando
esto a mí. Me siento sobre la tapa del váter y lloro como cuando era niña, sin
saber en realidad porque lo hago. Cuando consigo tranquilizarme, vuelvo a mirar
el espejo y salgo del baño. Me siento en la barra de mi pequeña cocina.
Enciendo la cafetera que dejé por la noche preparada y al instante percibo el
aroma del café. Me sirvo una generosa cantidad
en mi taza predilecta y repito mecánicamente, los mismos movimientos que
tengo por costumbre. Me dirijo con el café en la mano a la silla que hay junto
al balcón, dejo la taza sobre la mesita y miro a la calle para ver como asoma
el sol por encima de los edificios. Me siento después de soltar un gran suspiro
y observo un montón de cartas o documentos sobre dicha mesita. Las miro extrañada y cojo la que hay encima.
Son las pautas que debo seguir, según me
indica una nota en el borde superior con rotulador rojo y enormes letras. Me
recomienda ir haciendo los ejercicios de movilidad para recuperar la que perdí
hace cinco meses según comenta dicho documento. Por lo visto tuve un accidente
y como si fuera una pesadilla, empiezo a recordar las volteretas del coche.
Salí despedida y cuando desperté, ya me habían cosido el vientre y la cara, sin
embargo y lo más doloroso, es saber que Jorge ya no me acompañará. Ahora vuelvo
a revivir el dolor que sentí al estamparme contra el cristal y todo, por no llevar
puesto el cinturón. Bebimos, nos reímos y nos divertimos, pero no pensamos que
todo acabaría en ese momento y hoy, me cuesta cuando me despierto saber que
pasó, pero según me dicen, la memoria y la sicomotricidad poco a poco las iré
adquiriendo. Parece ser que olvido para no aceptar que él ya no volverá y es
cuando me da lo mismo tener atravesada la cara. Parece ser y según leo en el
informe del psicólogo, iré recobrando toda la memoria cuando admita todo lo
sucedido y vea con normalidad mi rostro
día a día. El reflejo de lo ocurrido que tendré siempre presente.
#52RetosLiterup
Nani.
Mayo 2020
¡Buff! Una historia muy dura, Nani. Hay cicatrices peores que las que se nos ven en la piel.
ResponderEliminarUn abrazo.
#devuelvocomentarios
Rebeca, así es. La inconsciencia produce heridas para la eternidad.
EliminarBesicos muchos.
Tremendo texto, una cicatriz en el alma que no se podrá borrar..... Saludos amiga.
ResponderEliminarSandra, imposible borrar lo que nos has marcado el alma y tú como poeta, lo sabes mejor que nadie.
EliminarBesicos muchos.
Cuesta asimilar ciertas cosas.
ResponderEliminarAbrazos.
Mucho Alfred. Hay situaciones imposibles de asimilar.
EliminarBesicos muchos.
El cinturón ha evitado infinidad de tragedias, y aún así hay gente que no se lo pone.
ResponderEliminarBesos.
Xavi, igual que nos está pasando con las recomendaciones de estos días. Sabemos pero no aceptamos que hay cosas que nos salvan la vida.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Un relato impresionante. Muy real. Un saludo
ResponderEliminarSusana, bienvenida. Cuando no se toman medidas o se es irresponsable, se suele pagar caro.
EliminarBesicos muchos.
Que tremendo , tomar conciencia plena de lo valioso que es la vida...pero de quien se escribe tiene esa nueva oportunidad de vivir de la mejor manera que esta vida de ahora le ha donado, aunque esas cicatrices sabemos quedan , pero también de a poco sabemos ir mitigando el dolor.
ResponderEliminarMeulen, la vida es a veces dura la entendemos a fuerza de cicatrices. Muchas gracias por pasar.
ResponderEliminarBesicos muchos.