viernes, 5 de junio de 2020

MADURANDO COMO LA FRUTA DE VERANO







De niño fui bastante travieso y goloso. Un día me di un atracón de pan de higo y comenzó a dolerme la barriga. Me quedé dormido en el sofá, estaba mal. Noté su mano en mi frente, estaba enfermo. Era la abuela Misericordia, con la que pasaba grandes temporadas. Como pude, le dije que no les contara nada a mis padres y ella con la compasión y ternura que la caracterizaba; me respondió que sería nuestro secreto, pero que a cambio tenía que adquirid un compromiso. ¡Ya es hora que andes sentando la cabeza! ─dijo, y me besó.

Nani. Julio 2020

8 comentarios:

  1. ¿Pero se levanto del sofá?
    ;)
    Abrazos

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  2. Palabras complicadas, pero muy bien encajadas en el texto. Adoro la sensibilidad y ternura de tus textos.

    Un besazo.

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    1. Eres muy generosa Rebeca. Muchas gracias.
      Besicos muchos.

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  3. Con una abuela así el mundo es más fácil.

    Besos.

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    1. Bueno, puede ser pero yo no conocí a mis abuel@s y no lo puedo afirmar, Xavi.
      Besicos muchos.

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  4. Todo los días aprendemos de la belleza de las palabras...

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    1. Así es Meulen. todos los días debemos aprender algo.
      Besicos muchos.

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