miércoles, 3 de junio de 2020

UNA CIUDAD



Empezaba la ciudad a desperezarse, con un poco de prudencia y un tanto de recelo. No todos cumplían el protocolo y el miedo de los más cautos y de riesgo, se difuminaba o se percibía por debajo de las losas de la acera, en las esquinas de las plazas, en el puerto junto a las barcas de los pescadores o el paseo marítimo. También en los parques infantiles que deprimidos, lloran en silencio porque les faltan las risas y jolgorio de los que no entienden el vallado de sus mecederos, toboganes o recovecos por los que empiezan a encoger el ama al perderse, de las miradas paternas.
Con pena ve madrugar a los más responsables que enfundados en sus mascarillas, guantes y responsabilidad adherida al cinturón e incrustada a los  bolsillos del pantalón, donde llevan la tarjeta de crédito con lo que aconsejan se hagan los pagos de lo necesario para la semana y la respiración entrecortada. También observa a los barrenderos y a los que después llegan con la desinfección de las calles, enfundados en esos buzos horribles, donde disimulan las lágrimas que se enganchan a las gruesas gafas protectoras que a veces empañan y no acaban de ver lo sucio que el mundo les muestra.  
Ve al ejecutivo que enfundado en su traje, corbata y maletín de piel en la mano, se abre paso altivo y desafiante, gritando a los humildes trabajadores que con dinero nada pasa y puede que la suerte les proteja, porque es bien sabido que “al perro  flaco todo se le vuelven pulgas”, aunque eso nunca se sabe.
La ciudad gusta mucho de gente sencilla, alegre y despreocupada e incluso muy preocupada por su vida, por la fasta de trabajo y por lo rutinario del ser humano.  Y la gente normalita siente lo mismo por la ciudad, siempre que le acoge con ese amor, pero claro, ya es sabido que la economía, los dividendos y el bla, bla, bla, suele mandar desplazando al humilde.
La ciudad últimamente y con este recogimiento, ha podido pensar tranquilamente, sin el estridente tráfico, la contaminación que la asfixia y tantas cosas que en estos meses la han dejado regenerarse y sobre todo meditar. Pensaba que todo podía cambiar y la gente llegaría a ser más feliz, porque se respetaría más, se demostraría mucho más afecto y mucha más empatía, pero ahora lo duda después de escuchar a unos policías comentar que un grupo de inconscientes había estado de botellón y cuando los dispersaron y tuvieron que obligarles a hacer cuarentena, ellos les insultaron, tras darles una charla con el protocolo que debían seguir durante la cuarentena y luego al terminarla. Ellos muy frustrados comunicaron: “Todo parece que les da lo mismo,  no había nada más que pudiéramos hacer”.

#52RetosLiterup

Nani. Junio 2020


8 comentarios:

  1. pronto se impondrá la anormalidad en nuestras vidas, volveremos a respirar humo, a la espera del rebrote que ponga orden de una vez en nuestra sociedad.
    Besos.

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    1. Exactamente Alfred, será anormalidad!!
      Besicos muchos.

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  2. Impresionante. Las palabras....los retos. Puf

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    1. Gracias Luisa, viniendo de ti es un halago.
      Besicos muchos.

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  3. Si alguien pensaba que esto iba a mejorar a los humanos... jajajjaa, en fin...

    Besos.

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    1. Bueno Xavi yo siempre tengo esperanza. Sobre todo en el amor de las personas. Siempre ha existido el egoísmo, pero también el amor, pero para ello tenemos que querer de forma individual.
      Besicos muchos.

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  4. Los que quieren volver a estar como antes no se dan cuenta que fue aquella situación, la de antes, lo que provocó toda la crisis. El planeta se defiende.
    Hay que progresar para NO ESTAR COMO ANTES.

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    1. Así es Juan Manuel. Los que quieren ese fútbol de insultos y de locos, esa economía disparatada y solo par algunos y que es el fruto del declive de la Tierra, la Madre tierra. Sigo teniendo esperanzas que si queremos, podemos.
      Besicos muchos.

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