Cuando
hago mi ruta matutina, siempre suelo recorrer el mismo camino. Salgo de casa,
voy hacía la salida del pueblo y allí, casi siempre las nubes me hablan, ¡claro
está, el día que hay nubes! Veo figuras y muchas veces, son personajes de los
cuentos que leía cuando era un niño. Es la manera de hacer mi recorrido más
ameno, ya que a veces me resulta pesado. Cuando me acompañaba mi hermana todo
lo hacía más divertido, pero desde que ella se fue a la ciudad, este recorrido
se me hace pesado, aunque hoy ha sido distinto. Cuando llegué al sendero de las
alamedas, se levantó una ligera brisilla y en lugar de hablar las nubes, lo
hacían los árboles que se juntaban unos a otros, se susurraban y se saludaban,
dando la apariencia de seres gigantescos que se abrazaban. En un momento, me
pareció ver al gigante de la sabiduría. A la sabía del bosque embrujado y a la mismísima
hechicera azteca Malinalxóchitl (Hierba torcida). Entonces recordé lo que me
pasaba siempre que tenía amígdalas cuando era pequeño. En casa las paredes
estaban encaladas con cal a la que se le añadía color ocre para modernizar un
poco las habitaciones, pero como eran casas antiguas y muy húmedas, la cal se
desprendía y aparecían los famosos desconchones que tanto agobiaban a madre.
Entonces en aquellos momentos que la fiebre subía, podía distinguir en aquellas
paredes a la hada madrina de los cuentos que sobre la cama conseguía madre
traer de la biblioteca, para distraer mi enfermedad. También podía distinguir al
famoso Mikey con su nariz enorme a Dumbo
con sus orejotas voladoras y hasta al tío del saco que por cierto me daba mucho
miedo y entonces no valían cuentos ni zarandajas. Cuando estaba en la pared y
mi fiebre subía, no había razones que apaciguaran mi llanto, si no eran los
brazos de madre y la caricia de una nana que solo ella sabía. Más tarde supe
que la inventó para darme sosiego en las noches de amígdalas inflamadas.
Nani.
Julio 2020
Esas nanas que reconfortaban en momentos de angustia febril.
ResponderEliminarAbrazos.
Alfred, cuánta nostalgia!!
EliminarBesicos muchos.
NANI
ResponderEliminarNo podía ser mas bello tierno tu relato, la simpleza con que tu describes cada uno de aquellos momentos de tu niñez y la aparición mágica en tus sueños de figuras que colmaban tu mente de niña de asombro y admiración, acompañando las mama de tu madre, es todo un cuadro que llena el alma de añoranza, evocación, y recuerdo, validado hoy. por tu nueva visión en tu paseo matutino
Te dejo un cariño, feliz día del amigo, para ti.
LÚCAS
Muchas gracias Lucas. Me alegra saber que te ha gustado.Es un placer recibirte en La Casa Encendida.
EliminarBesicos muchos.
Lindo y tierno relato amiga, me pareció estar en la casita donde crecí, saludos.
ResponderEliminarSandra, me alegro que te haya gustado.
EliminarBesicos muchos.
Cuanta ternura en tu relato mi querida Nani,
ResponderEliminarrecuerdos que nunca mueren.
Besitos dulces
Siby
Me alegro que así te parezca Siby. Muchas gracias por comentar.
EliminarBesicos muchos.
Con tu hermana en la ciudad, ahora fui yo quien te acompaño en tu ruta matutina Nani y agradezco el que me hayas permitirlo hacerlo por medio de tus sentidas palabras.
ResponderEliminarBesos.
Miguel, me alegro de que vayamos juntos caminando.
EliminarBesicos muchos.
Qué tiernas esas nanas que todo lo curaban.
ResponderEliminarBesos.
Xavi, nada como la voz y las caricias de una madre, verdad?
EliminarBesicos muchos.
Un relato adorable.
ResponderEliminarSAludos.
Manuela, muchas gracias. Si te ha parecido así, lo doy por satisfecho.
EliminarBesicos muchos.
Hasta en la enfermedad enamorado de los libros...buena fantasía que perduran.
ResponderEliminarMushas gracias Meulen.
EliminarBesicos muchos.