sábado, 11 de julio de 2020

FEDERICO




Cerca de  primavera sembré como todos los años, las petunias y la hortaliza en el pequeño jardín que tengo detrás de casa. Todos los días a las ocho de la mañana regaba, asentaba un poquito la tierra y abonaba el día que tocaba con el fin de que mis plantas tuvieran todos los nutrientes que mi querido amigo semillero, me recomendaba. Pasado unos días empezaron a asomar los brotes y entre ellos, algo que creí eran lombrices. Me acerqué para asegurarme y con ayuda de mi pequeña pala, levanté la tierra. No se trataba de lombrices, sino de una especie de feto, oscuro y peludo que no medía más  de cinco centímetros. Cuando le tenía en mis manos emitió un sonido que se me clavó en el alma y sin saber cómo reaccionar, lo volví a dejar sobre la tierra. En ese momento, el sonido se convirtió en una especie de llanto y ya no pude evitar recogerle y llevarlo conmigo dentro de casa. Como pude, improvisé una especie de pañal y lo recosté en la cunita de muñecas que tenían mis nietas. Allí se quedó dormido y estuvo casi una jornada sin apenas moverse. Yo le daba vueltas porque la verdad es que estaba inquieta y a la vez, muy intrigada. Pasados día y medio, despertó llorando como si se tratara de un bebé e imaginé que tendría hambre, así que calenté una poca de leche y con ayuda de una cucharita de las muñecas, le fui introduciendo el líquido en su boquita  grande para su tamaño y empezó a calmarse. Al final se quedó dormido de nuevo y así fueron  pasando los días y mi pequeño o lo que fuera; creciendo. Al cabo de un mes dormía en mi sillón favorito y pasados cinco meses, en la cama de mis nietas. Comenzó a andar con dificultad porque aunque tenía apariencia de humano, no llegaba a serlo y no me atrevía a llevarlo al médico o al veterinario, por  si acaso me lo quitaban, ¡ya me había encariñado y como no causaba molestias, fuimos conviviendo y nos dimos compañía y cariño! Cuando hacía el pedido de la semana, le decía que se quedara en casa y obedecía, creo que intuía que los seres de fuera podían causarle problemas y por sus maneras de actuar, se le veía feliz en casa. Los domingos de primavera y otoño, hacíamos un especial en el patio, siempre con precaución porque cada día estaba más grande y los vecinos podían asustarse. Cuando cumplió cinco años, descubrió el espejo que tenía para depilarme las cejas y se pasaba las horas sentado en el césped del jardín, viendo su cara, enseñando sus dientes y haciendo cucas monas. Más tarde aprendió a maquillarse y a colocarse mi sombrero de paja. Con aquellas cosas era feliz, hasta que un día el señor Damián lo descubrió. Dijo que un animal de aquellas dimensiones no podía convivir conmigo, que un orangután no puede estar en un jardín, pero le convencí de que no era un orangután, sino un ser nacido de la tierra que me hacía compañía y que me ayudaba a que mi vida fuera más divertida, mientras mis hijos y nietas volvían de Groenlandia en dónde vivan desde hacía ya, los cinco años que tenía mi amigo Federico. Cuando volvieran, ya veríamos como lo hacíamos, pero desde luego no iba a permitir que me quitaran a mi amigo del alma. Ellos marcharían a Groenlandia o a Cincinnati y volvería a quedarme otra vez en las mismas circunstancias, así que no iba a permitir que me dijeran con quien iba a convivir el resto de mis días. Además pregunto yo: ¿Se diferencia mucho un orangután de algunos energúmenos de los que habitamos la tierra? Pues eso…

Nani. Julio 2020

12 comentarios:

  1. LA CASA ENCENDIDA

    Entretenido tu relato, me fui enganchando a ver como concluida el tema, muy buena tu hilación y seguimiento, vas dejando a través de tus trazos, una invitación a la continuidad de su lectura, ameno, curioso, e interesante.

    Te dejo mi afecto, amiga, que lo pases bien.

    LÚCAS

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    1. Muchas gracias por comentar Lucas. Me alegro que te haya mantenido la curiosidad activa.
      Besicos muchos.

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  2. Los animales son mas inteligentes que nosotros..... Saludos amiga.

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    1. Y sobre todo, menos interesados que nosotros Sandra.
      Besicos muchos.

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  3. Un orangután no te mentirá, ni te engañará, ni te criticará por la espalda.

    Besos.

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  4. un orangutan es bello su mirada hermosa sin rabias ni envidias vive su vida
    abrazos desde el azul del mar en Miami

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    1. Muy bello, Recomenzr. Gracias por comentar. Disfrut del azul de mar.
      Besicos muchos.

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  5. Me encanta...😘😘😘😘👌Abrazo Nani🤗

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    1. Muchas gracias Carmen. Me alegro que estés de vuelta o de visita.
      Besicos muchos.

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  6. Un orangután es tan buena compañía o mejor que cualquier otra por muy bien afeitado que vaya.

    Abrazos.

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    1. Claro Alfred, Es muy buena compañía y más si es su elección.
      Besicos muchos.

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