Te
acompañé sin quebrarme. Te vi subir al tren y el nudo del estómago, empezó a
subir y bajar clavando con más fuerza, la espina que me tragué cuando niña.
Mantuve los ojos limpios, procurando sorber las lágrimas que amenazaban salir
en cascada. Te sonreí como pude, pero la mascarilla impidió que la vieras.
Cuando asomaste el brazo por la ventanilla para despedirte, me aferré a tu mano
antes de que se me escapara a toda velocidad.
Nani. Octubre 2020
Hay despedidas que se nos vuelven muy difíciles y más en estos tiempos raros.
ResponderEliminarUn abrazo!
Es verdad, cada vez más dificultosas, Quijo.
EliminarBesicos muchos.
Todo lo que de emociones tiene una despedida, bellamente contado.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegra que así te parezca, Alfred.
EliminarBesicos muchos.
Al menos podían cogerse de la mano.
ResponderEliminarbesos
Bueno, eso parece.
EliminarBesicos muchos.
Me dan mucha pena las despedidas.
ResponderEliminarBesos.
Xavi, normalmente a todos nos pasa.
EliminarBesicos muchos.
UFFF! nani, sin pasar por ahí, he sentido esa pena.
ResponderEliminarQuien tenemos hijos y padres, visualizamos la situación y nos sentimos así.
Feliz día amiga.
Un abrazo grande.
Carmen, hoy más que nunca cuesta despedirse.
EliminarBesicos muchos.
Nunca nos enseñan a despedirnos...
ResponderEliminarUn saludo.
Né, a veces no nos enseñan o no enseñamos lo verdaderamente importante.
EliminarBesicos muchos.
Las despedidas siempre son tristes... Saludos amiga.
ResponderEliminarBueno, depende Sandra.
EliminarBesicos muchos.
hermoso relato. Las despedidas de los seres que amamos, siempre duelen como espinas, bien dicho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Marirosa, suelen doler cuando se nos va quienes deseamos mantener a nuestro lado.
EliminarBienvenida a esta tu casa.
Besicos muchos.