Éramos
sardinas y nos colocaban apiñados en una lata en conserva, con sal, aceite e
incluso un poquito tomate. Como mi nariz es muy grande, no entraba bien y me
agobiaba un poco. Estábamos muy
estrechos por lo que mi napia se convertía en un enorme problema. Todo debía
quedar bien acoplado y con gran enojo por mi parte, me dieron la vuelta. No
tenía suficiente con mi gran trompa, sino que además ahora debía tener mi órgano
olfativo sobre los pinreles pestosos del resto de la conserva. Todo resultaba
demasiado estresante hasta que me paralicé al notar que la tapa caía encima y
comenzaba a cerrarse herméticamente. De pronto se escuchó un gran estruendo acompañado
de un olor fétido y una voz gritando que la conserva estaba deteriorada. En
este momento me desperté, estaba pringón como si se me hubiera derramado aceite
encima y olía a pescado podrido.
Nani. Octubre 2020
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYa me estaba agobiando!!!!!
ResponderEliminarEsa prosopopeya que utilizas hace de qué me sintiera metida en la lata y a punto de morir en vida.
Ese grito me salvó la vida!!!!!
Jajaja, me alegro que así sea, era lo que buscaba. Ahora te dejo besitos para compensarte.
EliminarBesicos muchos.
Que horror, encerrado como sardinas y encima apestosas.
ResponderEliminarMuy bueno Nani.
Jajaja Alfred, Gracias!!
EliminarBesicos muchos.
Uhhhhhh, terrible relato Nani! me has dejado perpleja y yo que tengo mucha nariz voy por el mismo camino que la protagonista je je je ... Un abrazo y linda noche!!!
ResponderEliminarEli, al mal tiempo buena cara y hay que poner humor en la vida, aunque se aun poco negro. Bueno, eso si lo he conseguido...
EliminarBesicos muchos.
Horrible nani, me he sentido en conserva...confinada en una lata jajaja...muy bueno.
ResponderEliminarFeliz miércoles. Un abrazo
Carmen, como le decía a Eli, si he conseguido una sonrisa y un repelú un poco negro, me doy por satisfecha.
EliminarBesicos muchos.