SIN REMEDIO

 

Imagen de la red, ofrecida por Bienve Fajardo López

Estaba obsesionada con la comida. Con el cuidado de los míos para que no les faltara ni almuerzo o cena, pero esto se ha pasado de castaño oscuro. Todas las noches  lo mismo y en el tramo de duerme-vela hasta quedar profundamente dormida, aparecen las mismas imágenes. Los alimentos vuelan alrededor mío y yo, tenedor en ristre debo capturarlas para que en casa no faltara ni un solo tomate. Tenía que lidiar una batalla campal y lo mismo me levantaba con agujetas hasta en el cielo de la boca, como me despertaba y no conseguía conciliar el sueño, ya que era tan fuerte la batalla que la adrenalina me activaba de tal manera, que ni una sesión de ganchillo hasta las cinco de la mañana me serenaba. Aunque hoy ha sido el culmen de lo esperado. Me encuentro en el cuartelillo del barrio, tumbada en un catre duro y sucio, denunciada por mi marido. Dice que le he propinado una paliza a voz en grito, diciendo que era un pepino rebelde que no se dejaba capturar. Entiendo su denuncia y su enfado, ya se ha cansado. El pobre tiene un ojo morado y parece ser que un costado todo magullado. Lo que no entiendo es de donde saco estas fuerzas para organizar tal desmadre, si peso 40 kilos y mido 1,50 de estatura. Será verdad eso que se dice: ¡Chiquitita pero matona!

 

Nani. Agosto 2021