El bosque estaba ahí,
esperando ser
admirado, reconocido y cuidado. Sabe que es nuestro pulmón, el espacio donde
ensanchamos el alma y nos lo da todo. Frutos, color y sobre todo, belleza. Sin
embargo nosotros lo ensuciamos, lo destrozamos, quemamos y talamos.
¿No
has visto alguna vez llorar un pinsapo, olmo,
abeto o roble?
Se
sienten tristes y no es porque quieran que les paguemos el favor. No hacen favores
ni necesitan que se les pague. Forman parte del bosque, de la naturaleza y de
todos nosotros. El ecosistema se reinventa y sabe que si no lo cuidamos,
nosotros nos vamos al carajo.
Nani.
Septiembre 2021