miércoles, 26 de octubre de 2022

CARA OCULTA

 


Relato Pùblicado en el nº 9 de la revista PANSELINOS. Puedes descargar todo el contenido pinchando aquí. Muy recomendable.

Soy sobrino de Isaac Victoriano Cúpula Faro, comandante de la NASA en activo, tripulante de vehículos espaciales y controlador del Rover Perdirace, al que admiro y adoro, desde que tengo uso de razón.

Siempre que estoy a su lado, le pido que me cuente todos los entresijos de su trabajo, de lo que se investiga en la NASA y de todo lo que en su entorno se sabe y se oculta. Sé que tío Isaac no puede revelar noticias que son exclusivas y se guardan en secreto, pero yo no me canso de preguntar a pesar de las insistentes advertencias de mamá, que me amenaza diciendo que dejará de verme, si sigo con mis persecuciones y mis constantes preguntas.

Hace unos meses que vino a comer a casa y le hice prometer que cuando fuera de nuevo a la cara oculta de la Luna, me llevaría. Creo que accedió, porque creería que yo desistiría en mis insistentes pedidos, pero cuando supe que se preparaba un nuevo viaje a mi lugar soñado, todos los días le llamaba, le mandaba buzones de voz e incluso, cartas escritas a su dirección postal. De esa manera, me aseguraba que no olvidara su promesa y me dejara en tierra a la hora de la verdad.

El domingo pasado vino a cenar a casa y me dijo que sus superiores no le autorizaban llevar a un niño, por muy sobrino suyo que fuera, ya que no era una persona adulta y preparada. Debía pensar en ir a la universidad cuando terminara mis estudios elementales, escogiendo algo relacionado con el espacio, además de prepararme para ejercer de astronauta, para así poder acompañarle, ─siguió diciendo.

Me decepcionó tanto su recomendación y me sentí tan ofendido, que le dije que era un mentiroso y que nunca más le creería, saliendo de la habitación y dando un portazo.

Me refugié en mi cuarto y lloré hasta quedar exhausto. Pasado un buen rato, escuché unos nudillos aporrear mi puerta y la voz del que creía mi amigo y héroe, diciendo que quería hablar conmigo. No quería que me viera con lo ojos hinchados de llorar y le dije que se fuera a la porra, pero insistió diciendo que no se iría hasta que habláramos. Al final accedí y abrí. Se sentó a mi lado en la cama y me dijo que, si podía preparar un viaje de placer, me llevaría. Que no pensara ni por un momento que me había mentido, sino que cumplía órdenes y que se debía a sus superiores. Intenté creerle y darle un voto de confianza, había sido siempre mi héroe y mi guía y era lo menos que podía hacer.

El tío Isaac seguía viniendo a casa. Yo continuaba mis estudios y un día coincidiendo con mi doce cumpleaños, el tío vino a traerme un regalo. Dentro de la caja había un pasaje a la cara oculta de la Luna. Saldríamos pasada una semana, coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa. Desde ese momento, no cabía en el pellejo. Lo único que me pidió el tío Isaac, era que no hiciera público nuestro viaje. Solo lo sabrían en casa y nadie más. No publicarlo era lo menos que me preocupaba, solo quería y deseaba. que llegara el momento de partir.

Cuando llegó dicho momento, me despedí de mis padres y hermanos y me introduje con mi mochila, en el coche rojo del tío. Salimos hacía unas naves desconocidas para mí y todo fue sucediendo, según me iba explicando el tío Isaac. Había un traje espacial preparado para mi tamaño y otro para el tío Isaac. Me pidió que fuera realizando los mismos movimientos que él mismo ejecutaba y pasado un tiempo, estábamos equipados y dispuestos. Pasamos a una cámara que nos trasladó a un ascensor. Pasados unos minutos, el tío Isaac me preguntó si realmente estaba decidido. No me salía la voz de la garganta y asentí como pude, porque pesaba todo el equipo tanto, que apenas podía ejecutar movimiento alguno. Más tarde, me dijo que me sentara a su lado. Me colocó unos cinturones, él hizo lo propio y comenzó a poner en órbita aquel vehículo espacial. Estaba tan emocionado viendo como salíamos de la atmosfera, dejábamos atrás las ciudades, los mares y la tierra, que no acertaba a decir palabra alguna. El tío me preguntó si iba bien o estaba mareado y solté un “No” rápido, para seguir empapándome de todo lo que ante mi vista se iba presentando.

El viaje continuó y yo no quitaba ojo de todo lo que a mi alrededor sucedía. A veces, pasaba un meteorito que me hizo dar un respingo, otras veces eran objetos muy rápidos y extraños, reflejos. Bolas de fuego, luces, basura espacial y todo un sinfín de acontecimientos desconocidos para mí que, al mismo tiempo, me impresionaban sobre manera. Pero llegó la hora en que empecé a cansarme y los ojos se me cerraban. Quería mantenerme despierto, pero llegó el sueño y me venció. No sé cuánto tiempo estuve dormido, solo sé que la voz del tío Isaac me despertó, diciendo que habíamos llegado a nuestro destino. No podía creerlo y de no haberlo impedido la escafandra, me hubiera restregado los ojos hasta dejarlos rojos como tomates. Lo que hice en cambio, fue abrirlos tanto que me dolían. No se veía gran cosa por las ventanillas, ya que según dijo tío Isaac, habíamos alunizado en la noche lunar, pero pasadas unas horas, vería todo lo que tantas ganas tenía. Mientras tanto, dijo que fuera a hacer mis necesidades como ya me había informado y habíamos hecho durante el viaje y también, a tomar nuestro alimento para pasar el día de manera relajada. 

El tiempo pasó entre unas cosas y otras y cuando quisimos darnos cuenta, entraba una gran luz por los ventanales.

Durante el viaje, tío Isaac me fue poniendo al día de todo lo que haríamos al alunizar. Cómo bajaríamos al pisar tierra y la manera en que nos desplazaríamos.  Me informó que no sería como siempre habíamos visto en las imágenes de los primeros astronautas en la Luna, sino que nuestra forma, sería mucho más natural, ya que había muchos adelantos puestos en práctica y nuestros trajes, aunque pesados, lo eran mucho menos e incluso no los necesitaríamos.

Nos dispusimos a abrir la escotilla que quedaba en un departamento que aislaba la nave de todo lo exterior y comenzamos a descender unas escaleras, que se fueron acoplando según tío Isaac iba ordenando. Cuando salí al primer rellano para descender, me quedé paralizado. No esperaba lo que mis ojos tenían delante. No había cráteres, ni arena desierta, sino que antes mis ojos había espectaculares edificaciones, en calles alumbradas, amplias y con mucho murmullo de personas que iban y venían. No necesitaban escafandra, pero sí unas mascarillas muy parecidas a las que habíamos usado durante la pandemia. Otros no las necesitaban, porque son autóctonos de la Luna y personas diferentes a nosotros, pero como he dicho, personas. Por lo que me contó tío Isaac, las mascarillas están impregnadas en un producto no nocivo, que ayuda a la respiración sea normal en la atmósfera lunar. Al pie de la nave, nos esperaba un comandante compañero de tío Isaac y sus hijos, que eran de mi edad años arriba o abajo. Nos condujeron en un coche muy parecido al que usan los militares, solo que las ruedas eran algo más grandes, hasta llevarnos a una bonita casa con forma de iglú cristalino y de grandes dimensiones, donde habían crecido en su interior plantas de todos los colores, formas y tamaños muy distintas a las que había visto hasta ese momento.

Cuando tuve un momento, le pregunté al tío Isaac cuál era la razón por la que no se contaba como era realmente la parte oculta de la Luna, ese hecho era el que más me llamaba la atención y me intrigaba. El tío sonrió e intentó aclarar mis dudas: “Sobrino, si se supiera, ya se habría destruido como tantas cosas que están en poder del ser humano. Se mantenía en secreto, para poder investigar con libertad y con personas verdaderamente honradas que intentan como recomponer la Tierra y proteger a todo ser humano que estuviera dispuesto a ser coherente, sincero y amante de la vida”.

Pasé allí los días más bonitos y luminosos de los que recuerdo. Hice amistad con aquellos chicos que después vinieron a casa. También de los autóctonos de los que aprendí muchísimo y  prometí seguir con mis estudios y ser uno más de los que continuaran con el proyecto “Cara Oculta”. Y, sobre todo, entendí hasta dónde puede llegar el ser humano, tanto para bien, como para mal.

Nani. Octubre 2022

4 comentarios:

  1. Qué relato tan chulo.
    Me gustaría que fuera cierto.
    Eso me daría esperanza.

    Besos.

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  2. Merecidamente publicado, Nani. Diferente, original...

    Abrazo hasta vos.

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  3. Enhorabuena, Nani.
    El relato nos abre la ensoñación y la esperanza. Se necesita.

    Besos.

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  4. Qué historia más bonita... el niño hizo realidad sus sueños.
    👏🏼👏🏼👏🏼

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