Mientras le vendaba los ojos, el verdugo
pensaba en la manera de que la tortura
fuera distinta, por ello lo ató boca arriba en el catre de manera que no
tuviera posibilidad de moverse. Al terminar, lo dejó para buscar una pluma de
gallina. Cuando prosiguió, le quitó los calcetines y sin cesar le paso esta por
la planta del pie. El reo comenzó a reír de manera histérica hasta que casi al
borde del desmallo, gritó:
─
¡Sí, fui yo el que acabó con ella, no soportaba que una asquerosa moscarda se
posara en mi comida, ese fue mi crimen!
BULLYING
Mientras
le vendaba los ojos, el verdugo
se acordaba de su madre y las veces que repitió fuera un chico bueno y
empático, amigo de sus compañeros y no hiciera mal a nadie. Pero lo que su
madre no imaginó, fue que al seguir sus consejos los compañeros se aprovecharon
y fue el conejillo del que se rieron y maltrataron. Por ello hoy es el que
ejecuta, esperando encontrar a alguno de aquellos que en su día le dieron a
comer cagarrutas de cabra entre otras cosas. Imagina que todos los reos son
algún compañero, y no duda en apretar con tanta fuerza como ira acumula.
Nani,
noviembre 2023
Que dos textos, la misma consigna y diferente manera de sentirlo.
ResponderEliminarEl final es agradable, divertido, el otro es cruel y una pena, que por maltrato se conviertan en personas sin escrúpulos.
Muy buenos, los dos, un besote.
La cosa de la tortura da mucho repelús.
ResponderEliminarAbrazo.
Dos relatos totalmente opuestos, Nani, a cual mejor. El primero te va intrigando al principio para sacarte la sonrisa después, y el segundo refleja muy bien como puede acumularse la ira o el odio para salir después con cualquier motivo.
ResponderEliminarBuenas propuestas. Un saludo.
Una tortura de cosquillas tiene su qué.. .
ResponderEliminarEl segundo es tan duro como la realidad del bullying.
Besos.
Tus relatos demuestran las dos caras de la moneda: el reo y el verdugo. Tiene más que perder el primero, desde luego, pero los dos lo pasan mal, no cabe duda. Morir ajusticiado y ajusticiar no puede ser plato de gusto para nadie, incluso aunque a uno de esos verdugos le sirviera de desahogo personal. Interesantes historias, Nani. Un abrazo
ResponderEliminarAmbos relatos dejan pensando. El primero creo que tendría más efectividad que la crueldad. El segundo podría muchas veces explicar la psicología del verdugo...
ResponderEliminarQué horror, inmovilizado y a soportar cosquillas. Lo escribo y me retuerzo.
ResponderEliminarEl segundo: es lo que queda tras el acoso. Nunca se repone un alma que lo ha padecido.
Besos, Nani.
Muy buenos los dos! Muchos aplausos 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
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