La
larga cola de novicias que se estaba formando, llegaba hasta la esquina de la
pastelería de Petra. La aspirante a monja que era penúltima, pensó que, para
hacer dulces en el convento y seguir los estrictos horarios y rezos, mejor
pedía trabajo a la pastelera, que siempre fue muy buena en lo suyo. Además, en
su obrador se rezan padrenuestros para medir tiempos en determinadas recetas,
se elaboran yemas de monja, tocinos de cielo, lágrimas de obispo
y así, ganaría las indulgencias precisas para gozar los divinos pucheros
o las santas tentaciones que se harían con sumo gusto para alcanzar la gloria
bendita.
Nani,
noviembre 2024
Googlee para identificar de qué sabores se trataba... Me hace agua la boca cómo narras, Nani.
ResponderEliminarAbrazo fuerte que por aquí duele también pese a la distancia...