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El
obrador huele tan rico, que quienes pasan por delante no pueden resistirse a
empujar la puerta, para llevarse una barra de pan, un campesino o unos roscos
lustre de esos que quitan el hipo.
El
local está regentado por Lola y su marido, donde todo lo comparten incluidas
sus miradas, que suelen cruzarse de manera especial cuando derraman el chocolate
sobre los bizcochos de naranja u otro cualquier manjar. El lenguaje que ellos
practican, no necesita de palabras porque ambos saben, que hubo un tiempo que
mitigaron algunas penas y malos momentos con un ritual, que los hizo
felices y a veces, procuran que sobren algunas coberturas que ellos saben
utilizar como nadie, en sus juegos más íntimos y sabrosos.
Dulces miradas, dulce trabajo.
ResponderEliminarEl olor a pan y dulces anima la libido ajajja.
Un besote.
Ese chocolate de cobertura, ta rico sl descubrirlo...
ResponderEliminarAbrazo.
El pan y los dulces están bendecidos por el amor, que sienten los protagonistas de ese obrador...Precioso Nani.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y admirado por tus buenas letras.