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Me gustaba mucho perderme en
el laberinto de tu mirada. Siempre terminaba desconcertada y un poco
perdida, pero me conocías tan bien que unas palabras tuyas me hacían recobrar
la estabilidad. Teníamos mucha complicidad, hasta que llegó aquella brisa
que trajo una nueva mirada que te cautivó. A partir de ese día, me perdí no
solo en el caos, sino en unos recuerdos que no me dejaban vivir. Después
quisiste recuperarme, pero para entonces ya no era esa niña que conociste, sino
una mujer nueva que encontró su camino, la estabilidad y lo que me hace más
feliz, mi auténtica vida.
Nani, marzo 2025
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