Le
había inutilizado los frenos
sin demasiada intención, solo quería que llegara tarde y lo pudiera sustituir.
La novia esperaba con su bonito vestido blanco, el sacerdote con su libro de
ceremonias y el padrino impaciente mirando la hora.
Cuando
se dio cuenta había chocado y casi cayó al precipicio. Lo rescataron con una
brecha en la frente, pero con ganas de llegar a su boda.
El
policía que le hizo la cura de emergencia, lo llevó hasta la iglesia y se
descubrió el pastel. Se volvió con el insurrecto esposado y los novios se
juraron amor.
Todo
estaba claro, no hubo necesidad de juicio.
Nani, abril 2025