Imagen extraída de la red
Se
encuentra confuso. Debe darse prisa ya que a las doce treinta le esperan en la
sala de juntas. Faltan un par de horas y debe asearse y prepararse para asistir
impecable como corresponde al cargo que ocupa. Le apetece seguir durmiendo pero
sabe que eso es imposible, así que una vez aseado recoge la ropa del armario y
cuando ya la tiene colocada, se mira en el espejo que ocupa uno de los tabiques de su habitación. Por un momento
siente un ligero mareo y apoya la mano
derecha sobre el cristal que lo refleja. Creé desvanecerse y percibe al mismo
tiempo que su cuerpo penetra el espejo encontrándose en un lugar desconocido,
un poco lúgubre y con olor extraño, un poco húmedo y algo dulzón. Cuando
reacciona ya está enredado en una tela de araña muy tupida y bien tejida.
Intenta desprenderse y no lo consigue. Nota un sudor frío que le recorre la
espalda y mirando hacia arriba, observa como unas patas peludas, negras y gigantes se van acercando a su cara.
Se siente tan atrapado en este momento como sabe hace ya tiempo, están los
clientes de su banco. Ahora entiende la frase que dijo en una entrevista el
chico que perdió su piso: “Me ha absorbido la vida y ya no me pertenece, tanto
mi familia como yo estamos hipotecados y hasta nuestro último suspiro le pertenecen
a él”.
Nani.
Enero 2016
Este es buenísimo.
ResponderEliminarGenial.
Deberías presentarlo a algún concurso o que te lo publiquen en alguna revista.
Besos.
El peligro de los espejos, querida Nani.
ResponderEliminarBesitos
Me encantó, Nani. No sería bueno que lo reeditaras? Es excelente...
ResponderEliminarMuchas gracias Calos. En la próxima entrada te lo dedicaré.
EliminarBesicos muchos