La
llamaban “La Gustaba” y decían que no atendía a razones. Cuando ella opinaba que
el aire corría hacia el sur, no había alma humana que la contradijera. Su
rostro duro e impasible no se modificaba a no ser –dijeron-, cuando su gato
Bartolomé le ronroneaba entre las piernas. Y es que decían que era su
confidente, su compañero de alcoba y su lamedor preferido. Por eso era mejor no
tropezar con su rictus, su mano endurecida y su lengua viperina. La Gustaba lo
tenía claro y por lo tanto, casi era preferible encontrar a la parca antes que
vivir a su lado, por eso el día que la vio, sujetó su sombrero y salió huyendo.
La
imagen la dejó plasmada el periódico local en las efemérides del día 19 de
enero de 1894.
Nani. Enero 2018
El relato le va a la foto como anillo al dedo.
ResponderEliminarQué miedo!!!
Besos.
Eso intenté toro, que diera un poco de yuyu, jejeje.
ResponderEliminarBesicos muchos.