Siempre
me llamó la atención aquel oleo pintado por mi tatarabuela Eduvigis. Ese bosque
tan excelentemente reflejado en el lienzo me fascinaba, además de las
historias contadas por mi padre y la abuela. Supe por ellos de su personalidad
y actitudes para las artes plásticas. Me hubiera encantado conocerla, aunque
creo que sé de ella y la percibo, por eso en este preciso momento traspaso el
cuadro (seguro que con su ayuda), y me encuentro al otro lado, al principio en
pensamiento y más tarde físicamente. Ha sido una experiencia un poco
surrealista y si no hubiera sido porque me acabo de pellizcar, creería que
estaba de nuevo en uno de los sueños que me despertaban empapado en sudor en
las madrugadas febriles que a veces me acompañan. Me veo aquí y allí, como distorsionado
o partido, cosa que me ha producido un poco de aprensión, ya que mis piernas
están al norte y mi tronco y cabeza en dirección sur. Un poco extraño todo y a
la vez, emocionante y atractivo. Unos segundos después ha llegado ella. Ha
recogido mis trozos, los ha unido con sumo cariño, me ha abrazado y presiento
que ha comenzado una nueva historia.
Nani.
Abril 2018
Un micro onírico-mágico.
ResponderEliminarMe gusta abrir la mente y dejarla libre.
Besos.
Muchas gracias Toro por ser tan fiel. Dejar la mente libre es lo más de lo más!!
ResponderEliminarBesicos muchos.