Nos comimos a unos
cuantos vecinos para no defraudar, por
tradición y porque desprendían un aroma irresistible, a veces dulce y otras
como a licores varios. Frutas del bosque, membrillo, mandarina y hasta la fruta
del paraíso madura. Después de saborearlos no pudimos evitar convertirnos en
adictos. Tenían buqué, el color justo y un regusto muy agradable. A partir de
esa experiencia, también empezaron a engullirnos
con avidez. Nos bautizaron y nos exhiben en escaparates con el nombre de
bizcocho borracho.
COMO ATILA
Nos
comimos a unos cuantos vecinos para no defraudar, para que
vieran que no nos amilana nada y porque éramos bestias, que solo deseábamos que
nuestro ego sobresaliera. Después fueron los de otras ciudades y al final, destrozamos
como lo hiciera Atila y su caballo. Hoy quisiéramos volver atrás, pero ya es
demasiado tarde para que la humanidad vuelva a lo que en un principio se
pretendió.
Nani. Noviembre 2018
Buenos los dos, me gusto mas el primero.... Por aquí en mi colonia nos comemos unos a los otros luego nos reímos sin pedirnos perdón...saludos. Siempre es un gusto pasar a leerte.
ResponderEliminarEl gusto es mío de recibirte. Es curioso que os comáis, supongo que será a besos, no?
EliminarBesicos muchos.
Ummmmmmmmm bon appetit!!!
ResponderEliminarBesos.
Jajajaja, gracias Toro.
EliminarBesicos muchos.
Que textos ótimos, é sempre um prazer vir aqui, há sempre tanta coisa interessante saída aí dessa tua mente inquieta. Abrazos.
ResponderEliminarEl placer es mío Ulisses.
EliminarBesicos muchos.