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Sí, aquí es el número 20 de la calle del Dolor de Barriga, ónde decía mi padre
que se pasó mucha hambre en la guerra. Luego le pusieron calle de Las Fatiguitas,
por eso de que no se olvide tó’lo que se pasó. Ya me dijo el Paulino que las
puertas eran mu’lujosas y con mucho brillico los cristales. ¡Vamos a ver, aquí’tá
el timbre pa’llamar a la Eduvigis!
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Buenos días señora. ¡Soy el Horacio que le trae los tomates recién cogios de la
güerta, el queso de cabra y las ciruelas claudias que ya se han puesto
mauricas. Si me abre, le subo las bolsas!
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¡Qué sí doña Eduvigis, qué soy el Horacio! El Paulino hoy no ha podio venir, tá’ordeñando
las cabras y la Blanquita que la’salio una mastitis y tie’que cuidarla. Tuvo que
ir D. Ramón a verla, se puso mu’malica y según mus dijo tenía una mieja fiebre.
Le’ta dando los tibioticos y tenemus que vigilarla. ¿Qué no m’escucha bien?
¡Carajo, abra la puerta y se lo cuento tó, cara a cara!, ¡con la sordera encima
se va’enterar!!
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No, no murmuro, ¡solo que digo que me abra ya, carajo, que’sol me’tá dando en to’el
cogote y me voy achicharrar!
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¿Pero cómo voy’traer también los cebolletas? Me faltan manos y los ajos porque
los tenemus en la ristra y me l’acolgao al pescuezo. Qué bueno, que si no abre
lo dejo to en la botica y aluego baja osted o la hija del Pascual cuando venga
a las faenas.
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Qué bueno, qué me voy y lo dejo tó en la botica, de paso tengo que llegar pa llevarme
otra caja de tibiotico, el cuajo y las medecinas de la Blanquita, porque como
no se ponga güena y lo pillen las demás, el queso se va p’al carajo, la leche
se pondrá mala y mus tendremos que’char las muelas pal’bolsillo.
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Adiós doña Eduvigis, qué ya veo que no se fía. Mus vemus otro día y que tenga
güena jorná.
El
hombre esta vez sí se va murmurando.
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¡Pos sí que está l’ama. Sorda, esconfiá y vaga. Pos’ella verá, yo me voy y que
haga lo que le dé la gana, que tengo en'toavía cuando llegue, limpiar los
establos, dar de comer a los bichos y hacer las gachas pal’mediodía. ¡Qué Dios
mus guarde y a ca’cual con sus cosas!!
Nani. Mayo 2019
Pues eso, cada cual con sus cosas ;)
ResponderEliminarAlfred, claro, a cada cual lo suyo!!
EliminarBesicos muchos.
Me has traído a la mente, el dialecto de mi tierra.💙👌😘
ResponderEliminarCarmen, tengo entendido que vivimos en regiones cercanas.
EliminarBesicos muchos.
Que bonito relato. Te dejo saludos amiga.
ResponderEliminarMe alegra que te guste Sandra.
EliminarBesicos muchos.
Interesante tu relato, parece detenerse en el tiempo por sus personas, sus actitudes y creencias...
ResponderEliminarme acordé de los antiguos lecheros que pasaban en carretón vendiendo leche y frutas por mi calle...
como de otros que vendían pescados en carretillas y a mi me daba algo de espanto ver esos ojos saltones y largas colas saliendo de las carretillas...
Meulen, siempre recordamos lo que vimos de niños. Ya quedan menos personas de estas a no ser que estén en la sierra. Pero son tan auténticos!!
EliminarBesicos muchos.
:)
ResponderEliminarMe encanta como está escrito.
Hay que guarda la riqueza de las formas de hablar.
Bravo!!!
Gracias Xavi, tu opinión me interesa y me alegra que te guste. Y sí, debemos conservar lo auténtico.
EliminarBesicos muchos.