lunes, 13 de mayo de 2019

POR AHORA NO MÁS AVENTURAS



Aquel día me acosté como siempre hacía y debí quedarme dormida enseguida.
Lo que pasó a partir de ese momento, no llegué a entenderlo en mucho tiempo.
De pronto me vi metida en un camarote diminuto de un barco, vestida con un pesado miriñaque y una peluca pelirroja a tirabuzones. A decir verdad, no conseguía con todo ese atuendo tener movimientos coherentes que me permitieran salir primero por la puerta y después, ascender por unas escaleras resbaladizas que siempre me llevaban de nuevo al principio de los escalones. Cuando conseguí subir a popa, observé que toda la tripulación dormía y nadie se hacía cargo del timón. El  barco se movía de izquierda a derecha cada vez más descontrolado y las olas enormes empezaron a cubrir la cubierta. Me pareció que toda la tripulación era pirata pero al mirarles mientras me dirigía al timón; tuve la certeza de que no dormían sino que estaban muertos y bien muertos. Se desplazaban con el vaivén del barco y ya no cabía duda. Como pude me agarré al mando y con miles de apuros lo intenté dominar. No sé cuánto duró mi lucha con las olas y con ese instrumento que nunca había tenido la ocasión de manipular, pero cuando quise darme cuenta estaba amaneciendo y comprobé que todos los cuerpos estaban amontonados en la parte de proa, calados hasta los huesos como yo misma ¡claro que eso a ellos no les importaba! Para más inri, vino a posarse sobre mi hombro un loro multicolor, que comenzó a picotear lo que eran mis rizos con una confianza que daba asco, como si nos conociéramos de toda la vida.
La mar se fue serenando y a lo lejos divisé algo que parecía costa o tierra firme. Como ya me había familiarizado con el timón, conseguí acercarme y soltar el ancla. Antes de bajar a tierra firme, me quité el vestido que además de estar empapado, me impedía moverme con facilidad y me dejé el corpiño y unos pololos que llevaba debajo. Aunque empapados, el sol ya empezaba a calentar y suponía se secarían. Bajé a tierra firme y me adentré en lo que parecía una playa de arena fina que terminaba un poco más allá, donde comenzaban una dunas terribles que me tragaban por momentos, mientras intentaba avanzar. Al término, me adentré en un terreno lleno de vegetación desconocida para mí, pero debía seguir adelante y buscar algo de comida. Estaba hambrienta y en el barco no había nada más que un loro y muchos cadáveres. Encontré una especie de frambuesas y me las comí con avidez. Más tarde me senté bajo una especie de palmera pero de un tamaño tan pequeño que me llegaba la copa al mismo pecho; me hice un ovillo y allí me quedé descansando. Creo que dormité porque de pronto me vi rodeada de unos seres diminutos que no paraban de sonreír bobaliconamente. Avancé un poco y salí de debajo del árbol. Al principio me asusté, pero con aquel tamaño pronto comprendí que no me harían nada, con un simple capirotazo los podría sentar de culo sin más, pero he ahí mi equivocación porque me demostraron que más vale la maña que la fuerza. A un zapatazo en el suelo, se abrió el espacio que ocupaba y fui a parar con mis tristes huesos a un recinto oscuro y frío, donde permanecí por espacio de unas horas que se me hicieron eternas. Pasado ese tiempo, llegaron con un recipiente de agua y unos plátanos que comí con pasión. Pedí que me sacaran de allí, que no les haría daño, que era una navegante perdida y que había atracado en la playa donde el viento y la intuición me llevaron. Como no nos entendíamos, me dejaron sola y allí permanecí por un tiempo que no sabría decir si fueron días, horas o semanas. Sé que comía plátanos diminutos y otros frutos que estaban deliciosos. Bebí siempre agua limpia y fresca y un día se abrió el espacio por donde caí, arrojaron una escala y con gestos me dijeron que subiera. Me esperaba todo un regimiento muy singular y de estatura muy pequeña. Tuve que arrodillarme para poder ver que me decía la persona que parecía dirigía todo aquel personal. Con gestos me hizo entender que podía irme. Que mi barco estaba en perfectas condiciones. Que los piratas eran sus enemigos y que vieron que estaban todos fallecidos. Ese fue el motivo por el que a mí me cogieron presa, ya que me vieron atracar con el barco de sus malhechores. Como pude les conté que no sabía cómo había ido a parar a aquel barco, que me desperté dentro de un camarote vestida con trajes antiguos y que parecía que había retrocedido milenios. Entonces me contaron que esos piratas eran los auténticos y en los que se basaron para producir las películas que tantas generaciones habíamos visto. Fantasmas de otro mundo que se apoderan de las almas de las personas actuales para ellos seguir sobreviviendo, por eso me cogieron a mí que era joven, pero que había sido la última vez que volvían a hacer de las suyas, ya que pudieron introducir en sus barriles un veneno letal que los dejaría por siempre en donde deberían estar, que durante siglos había sido la misión principal de ellos. Me invitaron a compartir sus vidas, pero les dije que quería volver a ver a mis padres y que si alguna vez tenía ganas de vivir una aventura de verdad, volvería. Les confesé mi temor a no saber llegar sin dificultad. Me comunicaron que la mar no se crisparía ya que no existían los que la enfurecían y que me habían instalado un GPS de último modelo en el timón del barco, que me indicaría todos los pasos a seguir hasta llegar a mi tierra. Les agradecí y les besé uno a uno, saliendo de allí con lágrimas de gratitud y el sentimiento de dejar un lugar idílico.

#ZendaAventuras

Nani. Mayo 2019

8 comentarios:

  1. Ay... con la imaginación se pueden hacer maravillas... y tú has escrito una maravilla llena de ilusión.

    Te felicito.

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    1. Muchas gracias Xavi. Viniendo de ti, doblemente agradecida!!
      Besicos muchos.

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  2. Que bonita aventura..... Saludos amiga.

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  3. Me ha gustado esa aventura nany.
    Gracias por traerla.
    Feliz semana amiga.
    Un beso

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  4. Respuestas
    1. Uyyy, qué quieres decir? Me quedo con la duda!
      Besicos muchos.

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