Y
cuando quise darme cuenta, estaban acurrucados a mi lado. El frío les había
hecho salir de su escondrijo y ahora me pedían un poquito de miel para combatir
las carencias que la temporada de bajas temperaturas les había ocasionado.
Decían que ya no volverían a desaparecer, pero creo que esa promesa no la cumplirán
y volverán a las andadas, cuando recobren
fuerzas y la estación primaveral se afiance.
Últimamente el deseo de ellos es conocer mundo, saber que hay fuera de este
entorno y crecer. Se les creó para ejercer como duendes, dioses menores,
campanillas o elfos y sin conocer el
mundo, todo se les volvería insulso, mediocre y morirían sin haber vivido lo
que se les encomendó. ¡En el fondo los entiendo!
Por
ello, aquí los tengo a mi lado. Les doy calor, sopa y hasta les he tejido
bufandas.
Ahora
lo que les pido a cambio, es que cuando vuelvan me cuenten sus vivencias. Las
escribiré en un libro para niños, ¡si me autorizan, que estos seres son muy
suyos y quién sabe! No me fio ni una migajita de ellos. Se pasan el día riendo,
guiñándose los ojitos y no sé si me toman el pelo o se divierten. En fin, ¡a lo
hecho pecho y que sea lo que la providencia disponga, yo aquí estaré esperando a
que vuelvan con un buen caldito caliente, por si acaso!
Nani.
Mayo 2021