Arreglando
los armarios, de nuevo tropiezo con las cajas llenas de recuerdos de papá.
Siempre me coge un pellizco por dentro, cuando las abro y no sé si voy a ser
capaz de volverlas a guardar. El motivo por el que me resisto a abrirlas como a
cerrarlas, es por la multitud de tesoros que encuentro entre los objetos
guardados. Recuerdo que mamá me las dejaba ver, cuando tenía catarros que
necesitaban reposo y así me mantenía entretenida. En particular me atraía una
postal con una flor, enviada desde el desierto donde hizo el servicio
militar y por detrás, había dibujado un corazón relleno de arena del Sahara,
donde le confesaba su amor a la entonces novia y luego, esposa y madre. Es duro
el reencuentro porque ellos ya no están presentes, aunque sé que me acompañan y
es lo que importa, empañando mis ojos y mi pecho de nostalgia.
Nani, febrero 2025
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