Los ojos tristes de la pequeña prisionera desvelan más de lo que ella pretende. Esconde su mirada con una actitud desafiante, pero el brillo y los surcos de las lágrimas derramadas a solas, no pueden ocultarse a una abogada experimentada y empática. Sí, está cumpliendo una condena, pero no tan grande como la que vivió mientras duró la convivencia con aquel mal nacido y no le pesa haberle cortado la respiración. A las ratas se les quita la cabeza.
Nani,
noviembre 2025

Hay, condenas , que merecen la pena pasar antes que convivir con un ser malévolo y maltratador. Un beso,
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