Ahora ya vestido y con el abrigo en la mano, sale a la
calle y se encamina a su trabajo. Pasa como siempre por la cafetería de la
esquina, toma el café que le termina de espabilar. Sale y tropieza como siempre.
El chico que pide limosna, se ríe día
tras día. Le deja con el traspié el bocadillo y se guiñan mutuamente, como si
fueran los mejores amigos del universo.
PERDIENDO LA INOCENCIA
─Ahora ya vestido, todo parece distinto.
─No
soporto ver sin ropa al niño ni al resto de personas de la foto.
─Te
agradezco que hicieras ese trabajo por
mí y los vistieras a todos. El día que
el abuelo me contó lo que pasó en aquel barracón, vomité y me desmayé. Después
me agarré a su cuello y fue papá el que le dijo que era aún pequeño para
entender lo que significaba Auschwitz.
─Terminamos
llorando los tres.
Nani. Febrero 2020
Buenos los dos texto pero me encanto el primero. Saludos amiga.
ResponderEliminarDuro Sandra, pero como a veces la vida.
EliminarBesicos muchos.
Jo... el último me ha dejado K.O.
ResponderEliminarBesos.
A mí también me dejó KO, Xavi. Salió así como vomitado.
EliminarBesicos muchos.
Estoy con Toro.
ResponderEliminarÚltimamente he leído un libro sobre Los campos y ciertamente el horror humano es inconcebible.
Besos.
Alfred, no tenemos ni idea y ahora nos dedicamos a jugar a las guerricas, con tanto bando tirando par asu lado. Un horror todo!!
EliminarBesicos muchos.
El segundo y ese final de, perdiendo la inocencia, es genial.
ResponderEliminarMi felicitación Nani.
Feliz día amiga.
Un abrazo
Muchas gracias Carmen. Me alegro que te haya gustado.
EliminarBesicos muchos.
El segundo es poderoso, gráfico y crudo, me gusto mucho.
ResponderEliminarEspero que algo así nunca se vuelva a repetir.
Besos Nani.
Dios te oiga Miguel!! Me alegro que te haya gustado.
EliminarBesicos muchos.