Las Cinco Palabras de Lucía Chacón
Torzal, tijera, pespunte, punzón y organza.
El abuelo fue hábil con el esparto. Después de secarlo, hacía el torzal con el que confeccionaba cestos, pleitas y serones, entre otras piezas. Tenía una tijera muy tosca, pero fuerte. Después unía trozos con ayuda de una lezna que facilitaba el paso de la aguja, para hacer el pertinente pespunte que ensamblaba unos a otros y un punzón, para agujerear la pieza e introducir ojetes metálicos por donde pasaban las correas de sujeción, en canastos o arreos de mulos. Luego cuando nos acariciaba con sus manos encallecidas, decía que no trabajaba la organza, que lo suyo era más rudo.
EL AJUAR
En la mercería compraba torzal. Me mandaba la prima Virtu, cuando se estuvo confeccionando el ajuar, lo utilizaba para rematar los peinadores que, por entonces, era una pieza imprescindible. Me gustaba verla cortar con la tijera e hilvanar las piezas antes de pasarles el pespunte a máquina. Cuando bordaba, utilizaba el punzón con maestría, para perforar los ojetes pintados en las sábanas. La pobre intentó enseñarme a usar el bastidor y los hilos de colores. Solo consiguió que, sobre organza, hiciera punto de sombra. La habilidad de perfilar, no fue mi fuerte.
Nani. Octubre 2022