Querida Tierra.
Soy el milenario olivo que sembraran los fenicios, romanos o árabes, ¡qué más da, ya ni lo recuerdo!, en una de estas preciosas regiones que tú nos has dado. Sólo sé que pertenezco a este mundo y que mis raíces están agarradas a ti, como el resto de vegetales y seres vivos, que nos nutrimos de esta tierra que nos has ofrecido, ya muy seca en la mayoría de la geografía que yo conozco y que de seguir así, puede que por muy poco tiempo. Según me cuentan las ráfagas de viento, los humanos no cuidan la naturaleza y es por eso, que todo está tan degenerado y en mal estado, sufriendo todos nosotros (vegetales, animales y humanos) bastante sed y cambiando todo lo que en su día nos ofreciste, para bien de nosotros y todo lo que habita el planeta.
Este año no te pude escribir para desearte un feliz invierno y como se aproxima la primavera, no quiero que pasen más días sin que sepas de mí. He estado muy ocupado con la recolección pero ya está tocando a su fin y antes de que empiece con la poda, la quema de ramón, el abono, hacer de nuevo los suelos, regar si fuera necesario y posible, debo como tú sabes que hago años tras año, darte las gracias por permitirme vivir en esta tierra tan sana y andaluza, donde respiro aire puro, sesear por encontrarme en la frontera cordobesa, granaina y jiennense y lo más importante, ofrecer mi rico fruto y zumo a todos los que me necesitan. Me siento orgulloso de formar parte de tu sudor y haber aprendido gracias a la diversidad de culturas que han impregnado tus poros y que han pasado a mis frutos para transmitir a tus habitantes todos esos principios, todos tus paisajes y características; incluyendo los tópicos tan normales, cuando todo es tan variopinto y tan... ¿cómo te diría?, no sabría expresarlo de otra manera…, tan diverso en colores, olores y sabores, tan distinto como es el ser humano, el mundo vegetal y animal.
Te escribo con alegría por todo lo dicho anteriormente, pero también con cierta tristeza. Noto como a la gente le está costando asimilar que todos pertenecemos al mismo entorno o volver a la mezcla de razas, cuando eso ha sido tan normal en esta tierra tuya. Como te decía, también me cuentan las ráfagas del viento, que se quedan a medio camino los seres que vienen de la hermana África, que cruzan el estrecho en unas pateras cargadas de criaturas apenas recién venidas a la vida y con un futuro por descubrir. No entiendo como se les permite que lleguen hasta aquí y de esa manera tan inhumana por parte de los dirigentes de este mundo nuestro y de los aprovechados de turno, perdiendo sus vidas una gran mayoría de ellos por conseguir el sustento personal y el de los que quedan al otro lado del Mediterráneo, por ejemplo; ocurriendo otro tanto con los que vienen de otros países lejanos como el continente americano, del este o de cualquier otro sitio más pobre. No comprendo que está pasando, porque todo eso que tu transmitiste durante tantos siglos, se está olvidando. La cultura se usa cuando conviene, los valores se desechan y de seguir así, me temo que la alegría, el llanto y el quejio que tienen nuestros cantes y bailes andaluces (también por ejemplo), sean agua pasada y otro tópico más sin haber servido de nada.
Madre tierra, quizá hoy me haya cogido un poco seco debido a la falta de agua que tienen mis raíces y por eso estoy tan melancólico, no me hagas mucho caso, pero por ser quién eres, tengo que dejarte estas lágrimas que se escapan de mis hojas y las dudas que le surgen a mi tronco. Ojalá el año que viene todo sea más bonito y te lo pueda contar.
De todas maneras, quiero que sepas que siempre formo parte de ti, como tú lo formas de mí.
Besos de este tu,
Olivo andaluz (que está algo triste por ver todo un futuro, pobre de ese futuro).
Soy el milenario olivo que sembraran los fenicios, romanos o árabes, ¡qué más da, ya ni lo recuerdo!, en una de estas preciosas regiones que tú nos has dado. Sólo sé que pertenezco a este mundo y que mis raíces están agarradas a ti, como el resto de vegetales y seres vivos, que nos nutrimos de esta tierra que nos has ofrecido, ya muy seca en la mayoría de la geografía que yo conozco y que de seguir así, puede que por muy poco tiempo. Según me cuentan las ráfagas de viento, los humanos no cuidan la naturaleza y es por eso, que todo está tan degenerado y en mal estado, sufriendo todos nosotros (vegetales, animales y humanos) bastante sed y cambiando todo lo que en su día nos ofreciste, para bien de nosotros y todo lo que habita el planeta.
Este año no te pude escribir para desearte un feliz invierno y como se aproxima la primavera, no quiero que pasen más días sin que sepas de mí. He estado muy ocupado con la recolección pero ya está tocando a su fin y antes de que empiece con la poda, la quema de ramón, el abono, hacer de nuevo los suelos, regar si fuera necesario y posible, debo como tú sabes que hago años tras año, darte las gracias por permitirme vivir en esta tierra tan sana y andaluza, donde respiro aire puro, sesear por encontrarme en la frontera cordobesa, granaina y jiennense y lo más importante, ofrecer mi rico fruto y zumo a todos los que me necesitan. Me siento orgulloso de formar parte de tu sudor y haber aprendido gracias a la diversidad de culturas que han impregnado tus poros y que han pasado a mis frutos para transmitir a tus habitantes todos esos principios, todos tus paisajes y características; incluyendo los tópicos tan normales, cuando todo es tan variopinto y tan... ¿cómo te diría?, no sabría expresarlo de otra manera…, tan diverso en colores, olores y sabores, tan distinto como es el ser humano, el mundo vegetal y animal.
Te escribo con alegría por todo lo dicho anteriormente, pero también con cierta tristeza. Noto como a la gente le está costando asimilar que todos pertenecemos al mismo entorno o volver a la mezcla de razas, cuando eso ha sido tan normal en esta tierra tuya. Como te decía, también me cuentan las ráfagas del viento, que se quedan a medio camino los seres que vienen de la hermana África, que cruzan el estrecho en unas pateras cargadas de criaturas apenas recién venidas a la vida y con un futuro por descubrir. No entiendo como se les permite que lleguen hasta aquí y de esa manera tan inhumana por parte de los dirigentes de este mundo nuestro y de los aprovechados de turno, perdiendo sus vidas una gran mayoría de ellos por conseguir el sustento personal y el de los que quedan al otro lado del Mediterráneo, por ejemplo; ocurriendo otro tanto con los que vienen de otros países lejanos como el continente americano, del este o de cualquier otro sitio más pobre. No comprendo que está pasando, porque todo eso que tu transmitiste durante tantos siglos, se está olvidando. La cultura se usa cuando conviene, los valores se desechan y de seguir así, me temo que la alegría, el llanto y el quejio que tienen nuestros cantes y bailes andaluces (también por ejemplo), sean agua pasada y otro tópico más sin haber servido de nada.
Madre tierra, quizá hoy me haya cogido un poco seco debido a la falta de agua que tienen mis raíces y por eso estoy tan melancólico, no me hagas mucho caso, pero por ser quién eres, tengo que dejarte estas lágrimas que se escapan de mis hojas y las dudas que le surgen a mi tronco. Ojalá el año que viene todo sea más bonito y te lo pueda contar.
De todas maneras, quiero que sepas que siempre formo parte de ti, como tú lo formas de mí.
Besos de este tu,
Olivo andaluz (que está algo triste por ver todo un futuro, pobre de ese futuro).
Nani. Marzo 2008.