miércoles, 6 de enero de 2010

LA NOCHE MÁGICA

Había tardado mucho rato en dormirse y se sentía cansado. Sabía que si no seguía durmiendo no vendrían y se resistía luchando con el sosiego y la curiosidad que le producía el haber escuchado ruidos cerca. Sabía que lo aconsejable era seguir metido entre el edredón y el colchón pero, ¡era tan tentador cogerles infragantes! Empezó a hacer planes y como hacer para no producir ningún ruido y no ser observado. Lo peor era llegar sin tropezar, puesto que sería impensable encender la luz. No recordaba con exactitud donde dejó tirados los zapatos y probablemente tropezaría con ellos, así que se tiró de la cama y gateó palpando hasta encontrarlos. Los apartó y con sigilo se acercó al picaporte de la puerta, lo giró con mucho tiento y casi de puntillas empezó a bajar las escaleras. Una pequeña luz como la que produce una linterna, se deslizaba en la parte inferior de la casa. Unos susurros se escuchaban y le produjeron una extraña sensación sintiendo un escalofrío por la espalda. Le dieron ganas de salir corriendo hacía arriba y volver a refugiarse en el calor de la cama, pero algo le impedía moverse. El frío de los peldaños y la situación hacían que los dientes le castañetearan y le embargó un miedo enorme, pensando que llegaran a sus oídos el incesante chocar de dientes y el latido frenético de su corazón. Intentó relajarse y en eso estaba, cuando una mano se posó en su hombro. El grito que salió de su garganta fue tan espantoso, que antes de darse cuenta, se encontró rodeado de toda la familia. Su madre le sujetaba y su padre le repetía que la pesadilla había terminado. Cuando se despertó del todo, papá, mamá y sus hermanos mayores, todos a una le decían que se tomara la leche calentita y se volviera dormir, que aún era temprano para que los Reyes Magos vinieran. Que debía estar tranquilo y así ellos pasarían por su cuarto con toda su magia a dejarle todo el amor que ellos saben dar. Se tomó la leche, se acurrucó y lo último que recordaba, fue la mano de mamá cogida con fuerza a la suya.

Deseo que tengais un Feliz Año 2010.

Nani. Enero 2010.

jueves, 17 de diciembre de 2009

NOCHEBUENA EN BAGDAD



Estoy muy ocupada y no puedo visitaros ni actualizar como quisiera, pero pasadas las fiestas me tranquilizo y podré estar con todos vosotros como hacía hace ya un año, ¡ESPERO QUE ASÍ SEA!, mientras tanto, os dejo este relato que alguno de vosotros ya leísteis en 2007 y que repito hoy, con el deseo de que paseis unas muy FELICES NAVIDADES esperando disfruteis de los vuestros. Besos desde tierras andaluzas.


BAGDHAD, 25 de Diciembre de 2006.


Queridos padres y hermanos. Os pido me perdonéis por no haber hecho preciso el escribir a casa en estas fiestas, yo he recibido todas vuestras cartas y felicitaciones, a veces se retrasan porque los emisarios tienen que ingeniarse como llegar hasta aquí, pero como os decía, todo ha llegado, incluido el paquete con las conservas. De verdad que lo he intentado infinidad de veces. No ha sido por falta de tiempo, sería una injusta excusa, pero lo único que veía cuando cogía el folio, o intentaba poner un email, era al chico del anuncio ese que dice: "Vuelve a casa, vuelve...", y se me empañaban los ojos siéndome imposible seguir. Después creía estar, entre Alicia y Paco montando el Belén, ¿te acuerdas mamá, cuando rompimos la vaca y pusimos la de la granja "play móvil”? A papá colocando las luces intermitentes, la bandeja de polvorones, los bombones tuyos cubiertos de virutas de chocolate y... ¡Cómo os estoy echando de menos, aquí tan lejos, con tantas desgracias en las casas, en la calle, tantas miserias, tantos destrozos, tantas tristezas y resignación, en los ojos de los niños, de las mujeres que para colmo, es lo único que se les ve. De los hombres de bien, que lo único que desean es que todo esto acabe, poder ir al trabajo por muy mísero que sea el puesto y poder llevar a casa un pedazo de pan, unas galletas o un poco de leche para alimentar a sus familias! Lo que veis en los informativos, no es nada comparado con lo que aquí está ocurriendo, no os podéis imaginar la impotencia y la rabia que sentimos cuando pasamos por una casa derruida, sacando cuerpos inocentes (casi siempre, mujeres y pequeños), o cuando vamos a visitar a los niños del hospital infantil y ves tanto cuerpecito mutilado, privados para siempre de lo más vital para hacer una existencia normal. Es muy doloroso saber que no podrán jugar con sus manos, caminar cuando lo deseen o deleitarse con una puesta de sol, cositas tan simples y normales que para ellos, les estarán vedadas para siempre.
No os podéis imaginar como estoy recordando mi época de niño, la facultad, mis juegos y juguetes, los paseos con las chicas, los días de cine, mis primeras salidas nocturnas, a vosotros y tantas y tantas cosas; que me han hecho feliz día tras día. Cómo evoco estos días la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, con toda la familia, primos, abuelos, en fin; todo lo que huele a hogar, terruño y paz. ¡Cómo se aprecia aquí, la sencillez, lo cotidiano e incluso, los momentos de aburrimiento que tan poco nos gustan, cuando vivimos de forma normal y feliz!
Como os decía, no me sentía con ganas de escribir, pero he visto a un chico de ojos tristes que al mirarle, es lo que me ha hecho reflexionar y ponerme ahora a contar lo que me pasa.
Antes de nada os tengo que decir, que no os apenéis por mí, ya que cuando termine de contar todo, os daréis cuenta porqué lo digo.
Sabéis, que cuando el director del periódico me envió a cubrir las noticias y sustituir a Fernández en estas fiestas, no me sentó nada bien, pero claro: ¡No puedo exigir, estoy empezando y además tendré que demostrar que no solo he terminado periodismo! Apreciareis que me sigo enrollando como siempre, deformación profesional, ¡y no te rías papá, que me parece estar viéndote!
Lo que os voy a contar es mi Nochebuena, la de anoche. Como os decía al comenzar la carta, desde que empezó diciembre, he andado mortificándome con las luces de la avenida, los escaparates, el turrón, pero sobretodo "el Belén", los dimes y diretes con mis hermanos, tus peleillas mamá y que además, las empezabas tú siempre, reconócelo. La mirada de papá por encima del periódico, mientras aparenta leer la carta al director, en fin, otra vez estoy divagando y de nuevo, se me está yendo el santo al cielo. Bueno a lo que iba. Anoche, me encontraba junto a unos soldados con los que he hecho bastante amistad. Nos reunimos en mi habitación, si a esto se le puede llamar habitación, tiene grietas por todos lados, pero no os preocupéis, no pasamos frío ya que el clima es cálido y aunque está todo muy mal, al menos tenemos un techo, los ordenadores están fuera de peligro y las fotos están a salvo de que sean estropeadas o robadas. Aquí pasamos más inadvertidos y nos encontramos más seguros, ya sabéis que desde hace tiempo, no es conveniente estar en hoteles, puesto que de esa forma se les facilitaría los posibles atentados, y hacer daño a las distintas naciones, valiéndose de los enviados a cubrir noticias, así como pasa en los consulados y en todos sitios, donde los terroristas sepan hay alguien que les sirvan para chantajear y crear más pánico del que ya existe.
Todos trajeron algo: "Una lata de sardinas en escabeche, una lata de leche condensada, un chorizo de la matanza de Juan, un poco de bacalao envasado al vacío y un pan que Daniel, el teniente, ha conseguido con miles de estratagemas. ¡No tuvimos aceite para el pan, que pena, cómo lo echo de menos!
Nos disponíamos a cenar, cuando llamaron a la puerta. Nos quedamos de piedra. Era ese niño que tantas veces hemos visto por los alrededores y al que me he referido antes. Es un niño delgado, de pelo muy oscuro y ojos negros con ojeras muy pronunciadas, que aún le hacen más triste y demacrado. No hablaba, solo miraba. Después, desvió sus ojos hacía la mesa donde se encontraba nuestro improvisado banquete. Se notaba que tenía hambre y le hicimos pasar. ¡Cenaría con nosotros! Pero me cogió de una mano y tiraba de mí: "¿Qué quieres chico?, -le dijo Pérez. ¡No sabe nuestro idioma!, -contestó Daniel. ¡Tendremos que ver que desea, igual pasa algo en su casa, si el que la tiene!
Nos pusimos las cazadoras y le seguimos. Cómo a doscientos metros, entra en una casa en ruinas, y ¡me quejaba de mi habitación! En una mecedora rústica, está sentada una anciana con la cabeza y el rostro cubiertos. En una cunita también de madera, duerme un bebé. En los ojos también negros de la anciana y que por desgracia es lo único que se le ve, se palpa la impotencia, la desesperación. Nos alarga un documento donde Daniel lee y después comenta: "En el último atentado, murieron un hombre y su esposa, deben ser los padres de estos niños, ella probablemente es la abuela". En ese momento, si que nos dio frío, semejante al que hará ahí en España, pero además aumentado por la impotencia y la mala sangre que le da a uno, cuando ves estas barbaridades y despropósitos. Me quedé helado y rabioso, porque cada día entiendo menos estas guerras y estas muertes injustas de tantos seres que tan solo han venido al mundo a sufrir, morir de miseria y de espanto, sin saber porque les toca a ellos. ¡Me cachi, otra vez me estoy yendo por los cerros de Úbeda, os pido disculpas, pero es que estoy indignado y tengo que desahogarme! Pues como decía, de nuevo Daniel nos volvió a la realidad diciendo: "Hasta mañana no les podremos llevar a los albergues de la ciudad, y mirándome. ¡Ve por tu coche, nos los llevamos a tu casa, tenemos que celebrar la Nochebuena, y están muy débiles para hacerles dar un solo paso, además, el pequeño necesita su cunita y la poca ropita que posea!".
Papá, mamá, hermanos. Os aseguro que ha sido mi mejor Nochebuena y creo, anoche nació de nuevo Jesús en mi habitación. Un Jesús de verdad. Sin luces, sin turrón, sin nada, como aquel que durmió en un pesebre. Un pesebre compuesto de tres soldados, una anciana, dos niños y un periodista que tiene mucho que aprender y que no olvidará en la vida, su mejor “Nochebuena”.
Os quiero mucho. No puedo decir más porque creo, me habéis entendido.
Os envío todo mi cariño.

Jose.


P.D. Alicia si ves a Ana, dile que mañana le escribo a ella.

Nani. Diciembre 2009.

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viernes, 27 de noviembre de 2009

ESCRIBO (II parte)



Escribo, porque tengo miedo a perder la memoria.
Escribo, porque necesitan hacer deporte mis neuronas.

Escribo, porque los pensamientos se me aturrullan.

Escribo, porque mis amigos y mis enemigos (estos que andan a sus anchas por mi desorden personal), quieren luz propia.

Escribo, porque necesito respirar.

Escribo, porque mi alma se reboza.

Escribo, porque lo que no digo, se me escapa, se me olvida o se va de compras.

Escribo, porque mi vida es corta, y mi poesía (o lo que sea), a veces es larga.

Escribo, porque las palabras me cantan.
Escribo, porque las letras se me enredan cual maraña, y necesitan un soplido de esperanza.

Escribo, para no tomar aspirina cuando me duele la espina que me tragué cuando enana.
Escribo, para que las mentirijillas parezcan verdades, y las verdades... bueno esas, esas hagan menos llagas.
Escribo para retratar las palabras que salen del alma, se conviertan en apósitos y empapen, curen y calmen lo que se queda quieto y no avanza.

Nani. Noviembre 2009.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

DISPAROS INÚTILES




Esta vez no erraré el tiro, iré a tajo hecho y te atravesaré el corazón. Han sido demasiados disparos inútiles, mucho tiempo perdido y bastante humo que ha enturbiado el pensamiento. Esta vez llegaré con la bombonera de cristal repleta de los dardos que harán como en otra época, que caminemos en la misma dirección.


Nani. Noviembre 2009.

lunes, 9 de noviembre de 2009

TODO ME SABE A TÍ (II PARTE)




La nostalgia es demasiado fuerte, a veces casi insoportable ya que cada rincón de nuestro refugio, me sabe a ti.

Me sabe a ti, el rosal que plantaste al pie de la escalinata del jardín. Me sabe a ti, el jazmín con el que me obsequiabas todas las noches mientras permanecía en flor.

Me sabe a ti, la chimenea y los leños encendidos en donde recorrimos palmo a palmo, los mapas de nuestros cuerpos y de los que no nos fueron ajenos ningún poro, mientras nuestras pieles se confundían y nuestras palpitaciones llegaron a formar parte del chirriar del fuego encendido.

Me sabe a ti y se me hace imposible volver a recostarme en aquella cama que los dos forjamos con tanta ilusión, a fuego, cincel, martillo, besos, caricias y comprensión.

Me sabe a ti, salir al porche y sentarme en el escalón donde a la luz de las estrellas me hiciste estremecer tantas y tantas veces, como ahora me estremezco al mirar ese lucero tan nuestro, donde se que te has refugiado después de marcharte aquel triste día. Tan solo eso me hace sentir bien y poder soportar esta soledad. Estar aquí mirándote mientras parpadeas, me hace volver a sentirte, olerte, saborearte y esperar estar algún día de nuevo a tu lado, porque todo, todo me sabe a ti.


NANI Noviembre 2009.

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viernes, 30 de octubre de 2009

PLACER


El hombre luce una inquietante sonrisa y se hace mucho más manifiesta, cuando sus pupilas le desnudan. Es elegante, de manos firmes y delicadas. Pero hay algo en esa mirada y en esa sonrisa que hielan el aire y la respiración cuando percibe su fétido aliento y unos colmillos ávidos de placer.


Nani. Octubre 2009.


miércoles, 14 de octubre de 2009

NO ERA OTRA COSA





Creen que es alegría, pero es amor y sucedió el día que allí entré. Todo estaba sucio, las ratas campaban a sus anchas y el olor era insoportable. Entonces saqué la mantita que llevaba en el bolso y cuando le envolví, del entretejido empezó a derramarse esa dulzura y ese amor que no había experimentado hasta entonces. Eso era lo que ellos veían, no era otra cosa.


Nani, Octubre 2009.