domingo, 7 de febrero de 2010

MI ESPACIO FLAMENCO




Ayer sábado fue un día especial para mí. Gracias a este medio blogueril he conocido a muchas personas, a todos vosotros que pasáis por esta mi casa encendida. Os conozco porque os leo y porque me dejáis comentarios que con el propio ir y venir, todos vamos sabiendo de todos (al menos un poquito), como sentimos y que solemos hacer en el día a día, pero no suelo conoceros personalmente (aunque alguna escasa excepción si que hay). Ayer cambió la lista e incrementé esta pequeñísima estadística. Los que acostumbráis a leerme sabéis que no suelo hacer entradas de este tipo, pero hoy tengo que hacer una excepción, por la singularidad del caso. Ayer como os cuento, pasé el día con “América de Mi Espacio Flamenco”. Ella y su marido se han acercado a pasar el día en casa con los míos y en mi ciudad y lo extraordinario es que ellos vienen de Venezuela. Están de vacaciones y se han pasado por casa, una casa normal y corriente pero también especial para ellos, por ser nosotros andaluces y es que “América”, es una enamorada de Andalucía y nuestra cultura. La prueba es que ella escribe de nosotros los andaluces, de nuestro flamenco, de nuestra cultura, de nuestros artistas, actores, pintores, etc. En general de todo lo nuestro y tengo que confesar mi propia ignorancia, ya que a través de sus escritos he conocido cosas que pasaron o pasan a la vuelta de la esquina y que no tenía ni pajolera idea. Es increíble lo que estoy aprendiendo de su mano y lo que aún me queda por aprender, estoy segura que voy a saber de los míos mucho más y tengo que darle mi agradecimiento de nuevo, porque me ha enseñado lo poco que apreciamos y defendemos lo nuestro. Es una nueva lección que me ha dado y que debo reconocer para así, poner un poco más de mi parte y saber que si no defendemos lo nuestro, algún día puede que lamentemos o lamente no haberlo hecho. Desde aquí confieso mi error, mi ignorancia y mi falta de interés, por eso de nuevo "América", ¡MILLONES DE GRACIAS!!!, desde tu país Venezuela, me enseñas a querer un poquito más a los míos.


Hemos visitado la Fortaleza de la Mota (la foto lo demuestra. América, rubia, simpática, cariñosa e inteligente persona. La morena soy yo, jeje) y más tarde hemos tenido una jornada de agradable tertulia. Tan agradable que el tiempo se ha pasado en un pispás y nos ha sabido a poco. Hay personas con las que llegas a tener una complicidad o una atracción que cuando la miras por primera vez, es como si hubieras estado toda la vida con esa persona y es eso lo que me ocurrió con “América”. Pudimos hablar de cualquier tema, nos abrazamos y estuvimos igual que si hubiésemos crecido juntas, en el mismo entorno y eso puedo asegurar que no siempre ocurre.

A los que pasáis por este blog, os recomiendo “Mi Espacio Flamenco” y de paso, daos la gracias por perder unos minutillos entre mis letras.

Nani. Febrero 2010.

martes, 26 de enero de 2010

SE ARRANCÓ LA BOCA



Dibujo de Mariaphan. Aquí puedes encontrar su "Arte".
El texto inspirado en la entrada de su otro blog: A doscientos kilómetros.



Volvía a su casa arrancándose a jirones la boca. Ese día le dolía todo lo que había dicho, todo lo que había dado, todo lo que había hecho y le dolía volver a decir nuevas cosas. Cosas buenas o malas. Cosas que pensaba y que no quería que salieran afuera. Por eso mismo decidió arrancarse la boca de cuajo. La decisión había sido drástica, pero prefirió hacerlo así. Se conocía demasiado bien y sabía que siempre apuraba un último cartucho: “La última espuela que decían en su pueblo” y por eso mismo, la arrancó y la dejó tirada en un contenedor de la calle más cercana al desengaño. Sabía que si la dejaba allí, le costaría mucho ir a buscarla, ir a volver a intentar algo que no merecía la pena. Nunca le importó lo que otros llamaban rebajarse o humillarse, para ella sólo era un intento de recuperar lo que podía perderse y ahora se daba cuenta que aquello que tanto buscaba, desde un principio estuvo perdido…, ¡su inocencia o ingenuidad! –pensaba- , pero ya lo mismo daba lo que fuere que le impulsaba a hacer aquellos intentos, aquellos esfuerzos o aquellos… ¿cómo llamarlo?, ¿ridículos?, ¿ponerse en evidencia, hacer el panoli? Ya tanto da –seguía pensando- La he dejado allí en el contenedor. De allí no saldrá, por lo tanto me he quedado muda. Ya el silencio será mi bandera. El silencio será mi objetivo y en silencio y por dentro, derramaré el llanto, la impotencia y todo esto que me ha llevado a tomar esta última decisión.

Empuja la puerta de su casa con furia, mientras sigue pensando:"Pero si que estoy segura de que aún sin boca, me voy lamer las heridas, me voy a curar y mi crecida va a ser la más grande, la más apoteósica y la mejor de mi vida, porque me obligan a arrancarme la boca, pero nunca me arrancarán mi manera de ser y de sentir".


Nani. Enero 2010.

martes, 19 de enero de 2010

LA CARTULINA

Bebe agua sorbito a sorbo. El vaso lo retiene en la mano sin ser suficientemente consciente de lo que hace. La mirada perdida se fija en un punto inexistente. Al cabo de unos minutos parpadea, vuelve a tomar otro sorbo de agua y sonríe. Al volver a la realidad la mirada se le ha dulcificado y mecánicamente, deja el vaso sobre la mesita. El rostro que antes estaba contraído, ahora está relajado y sus labios siguen marcando una dulce sonrisa. Sale al pasillo, empuja la puerta de la salita, se acerca a la pequeña estantería de libros y extrae uno que aunque hubiera tenido tapados los ojos, lo hubiera encontrado sin esfuerzo alguno. Lo abre y saca de entre las páginas una cartulina. Fija sus ojos en el papel, lee despacio y vuelve a leer una y otra vez. Se acerca el rubio papel a los labios y lo besa. Los movimientos son muy pausados, disfrutando los minutos y gozando los párrafos que acaba de leer. Se recrea en la última lectura, vuelve a dejarlo en la página abierta del libro y lo cierra, colocándolo de nuevo en el hueco que había ocupado. Sale de la salita y vuelve sobre sus pasos. Entra en la terraza y aspira con fuerza el aire fresco del atardecer que le acaricia la cara.


Nani. Enero 2010.

miércoles, 6 de enero de 2010

LA NOCHE MÁGICA

Había tardado mucho rato en dormirse y se sentía cansado. Sabía que si no seguía durmiendo no vendrían y se resistía luchando con el sosiego y la curiosidad que le producía el haber escuchado ruidos cerca. Sabía que lo aconsejable era seguir metido entre el edredón y el colchón pero, ¡era tan tentador cogerles infragantes! Empezó a hacer planes y como hacer para no producir ningún ruido y no ser observado. Lo peor era llegar sin tropezar, puesto que sería impensable encender la luz. No recordaba con exactitud donde dejó tirados los zapatos y probablemente tropezaría con ellos, así que se tiró de la cama y gateó palpando hasta encontrarlos. Los apartó y con sigilo se acercó al picaporte de la puerta, lo giró con mucho tiento y casi de puntillas empezó a bajar las escaleras. Una pequeña luz como la que produce una linterna, se deslizaba en la parte inferior de la casa. Unos susurros se escuchaban y le produjeron una extraña sensación sintiendo un escalofrío por la espalda. Le dieron ganas de salir corriendo hacía arriba y volver a refugiarse en el calor de la cama, pero algo le impedía moverse. El frío de los peldaños y la situación hacían que los dientes le castañetearan y le embargó un miedo enorme, pensando que llegaran a sus oídos el incesante chocar de dientes y el latido frenético de su corazón. Intentó relajarse y en eso estaba, cuando una mano se posó en su hombro. El grito que salió de su garganta fue tan espantoso, que antes de darse cuenta, se encontró rodeado de toda la familia. Su madre le sujetaba y su padre le repetía que la pesadilla había terminado. Cuando se despertó del todo, papá, mamá y sus hermanos mayores, todos a una le decían que se tomara la leche calentita y se volviera dormir, que aún era temprano para que los Reyes Magos vinieran. Que debía estar tranquilo y así ellos pasarían por su cuarto con toda su magia a dejarle todo el amor que ellos saben dar. Se tomó la leche, se acurrucó y lo último que recordaba, fue la mano de mamá cogida con fuerza a la suya.

Deseo que tengais un Feliz Año 2010.

Nani. Enero 2010.

jueves, 17 de diciembre de 2009

NOCHEBUENA EN BAGDAD



Estoy muy ocupada y no puedo visitaros ni actualizar como quisiera, pero pasadas las fiestas me tranquilizo y podré estar con todos vosotros como hacía hace ya un año, ¡ESPERO QUE ASÍ SEA!, mientras tanto, os dejo este relato que alguno de vosotros ya leísteis en 2007 y que repito hoy, con el deseo de que paseis unas muy FELICES NAVIDADES esperando disfruteis de los vuestros. Besos desde tierras andaluzas.


BAGDHAD, 25 de Diciembre de 2006.


Queridos padres y hermanos. Os pido me perdonéis por no haber hecho preciso el escribir a casa en estas fiestas, yo he recibido todas vuestras cartas y felicitaciones, a veces se retrasan porque los emisarios tienen que ingeniarse como llegar hasta aquí, pero como os decía, todo ha llegado, incluido el paquete con las conservas. De verdad que lo he intentado infinidad de veces. No ha sido por falta de tiempo, sería una injusta excusa, pero lo único que veía cuando cogía el folio, o intentaba poner un email, era al chico del anuncio ese que dice: "Vuelve a casa, vuelve...", y se me empañaban los ojos siéndome imposible seguir. Después creía estar, entre Alicia y Paco montando el Belén, ¿te acuerdas mamá, cuando rompimos la vaca y pusimos la de la granja "play móvil”? A papá colocando las luces intermitentes, la bandeja de polvorones, los bombones tuyos cubiertos de virutas de chocolate y... ¡Cómo os estoy echando de menos, aquí tan lejos, con tantas desgracias en las casas, en la calle, tantas miserias, tantos destrozos, tantas tristezas y resignación, en los ojos de los niños, de las mujeres que para colmo, es lo único que se les ve. De los hombres de bien, que lo único que desean es que todo esto acabe, poder ir al trabajo por muy mísero que sea el puesto y poder llevar a casa un pedazo de pan, unas galletas o un poco de leche para alimentar a sus familias! Lo que veis en los informativos, no es nada comparado con lo que aquí está ocurriendo, no os podéis imaginar la impotencia y la rabia que sentimos cuando pasamos por una casa derruida, sacando cuerpos inocentes (casi siempre, mujeres y pequeños), o cuando vamos a visitar a los niños del hospital infantil y ves tanto cuerpecito mutilado, privados para siempre de lo más vital para hacer una existencia normal. Es muy doloroso saber que no podrán jugar con sus manos, caminar cuando lo deseen o deleitarse con una puesta de sol, cositas tan simples y normales que para ellos, les estarán vedadas para siempre.
No os podéis imaginar como estoy recordando mi época de niño, la facultad, mis juegos y juguetes, los paseos con las chicas, los días de cine, mis primeras salidas nocturnas, a vosotros y tantas y tantas cosas; que me han hecho feliz día tras día. Cómo evoco estos días la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, con toda la familia, primos, abuelos, en fin; todo lo que huele a hogar, terruño y paz. ¡Cómo se aprecia aquí, la sencillez, lo cotidiano e incluso, los momentos de aburrimiento que tan poco nos gustan, cuando vivimos de forma normal y feliz!
Como os decía, no me sentía con ganas de escribir, pero he visto a un chico de ojos tristes que al mirarle, es lo que me ha hecho reflexionar y ponerme ahora a contar lo que me pasa.
Antes de nada os tengo que decir, que no os apenéis por mí, ya que cuando termine de contar todo, os daréis cuenta porqué lo digo.
Sabéis, que cuando el director del periódico me envió a cubrir las noticias y sustituir a Fernández en estas fiestas, no me sentó nada bien, pero claro: ¡No puedo exigir, estoy empezando y además tendré que demostrar que no solo he terminado periodismo! Apreciareis que me sigo enrollando como siempre, deformación profesional, ¡y no te rías papá, que me parece estar viéndote!
Lo que os voy a contar es mi Nochebuena, la de anoche. Como os decía al comenzar la carta, desde que empezó diciembre, he andado mortificándome con las luces de la avenida, los escaparates, el turrón, pero sobretodo "el Belén", los dimes y diretes con mis hermanos, tus peleillas mamá y que además, las empezabas tú siempre, reconócelo. La mirada de papá por encima del periódico, mientras aparenta leer la carta al director, en fin, otra vez estoy divagando y de nuevo, se me está yendo el santo al cielo. Bueno a lo que iba. Anoche, me encontraba junto a unos soldados con los que he hecho bastante amistad. Nos reunimos en mi habitación, si a esto se le puede llamar habitación, tiene grietas por todos lados, pero no os preocupéis, no pasamos frío ya que el clima es cálido y aunque está todo muy mal, al menos tenemos un techo, los ordenadores están fuera de peligro y las fotos están a salvo de que sean estropeadas o robadas. Aquí pasamos más inadvertidos y nos encontramos más seguros, ya sabéis que desde hace tiempo, no es conveniente estar en hoteles, puesto que de esa forma se les facilitaría los posibles atentados, y hacer daño a las distintas naciones, valiéndose de los enviados a cubrir noticias, así como pasa en los consulados y en todos sitios, donde los terroristas sepan hay alguien que les sirvan para chantajear y crear más pánico del que ya existe.
Todos trajeron algo: "Una lata de sardinas en escabeche, una lata de leche condensada, un chorizo de la matanza de Juan, un poco de bacalao envasado al vacío y un pan que Daniel, el teniente, ha conseguido con miles de estratagemas. ¡No tuvimos aceite para el pan, que pena, cómo lo echo de menos!
Nos disponíamos a cenar, cuando llamaron a la puerta. Nos quedamos de piedra. Era ese niño que tantas veces hemos visto por los alrededores y al que me he referido antes. Es un niño delgado, de pelo muy oscuro y ojos negros con ojeras muy pronunciadas, que aún le hacen más triste y demacrado. No hablaba, solo miraba. Después, desvió sus ojos hacía la mesa donde se encontraba nuestro improvisado banquete. Se notaba que tenía hambre y le hicimos pasar. ¡Cenaría con nosotros! Pero me cogió de una mano y tiraba de mí: "¿Qué quieres chico?, -le dijo Pérez. ¡No sabe nuestro idioma!, -contestó Daniel. ¡Tendremos que ver que desea, igual pasa algo en su casa, si el que la tiene!
Nos pusimos las cazadoras y le seguimos. Cómo a doscientos metros, entra en una casa en ruinas, y ¡me quejaba de mi habitación! En una mecedora rústica, está sentada una anciana con la cabeza y el rostro cubiertos. En una cunita también de madera, duerme un bebé. En los ojos también negros de la anciana y que por desgracia es lo único que se le ve, se palpa la impotencia, la desesperación. Nos alarga un documento donde Daniel lee y después comenta: "En el último atentado, murieron un hombre y su esposa, deben ser los padres de estos niños, ella probablemente es la abuela". En ese momento, si que nos dio frío, semejante al que hará ahí en España, pero además aumentado por la impotencia y la mala sangre que le da a uno, cuando ves estas barbaridades y despropósitos. Me quedé helado y rabioso, porque cada día entiendo menos estas guerras y estas muertes injustas de tantos seres que tan solo han venido al mundo a sufrir, morir de miseria y de espanto, sin saber porque les toca a ellos. ¡Me cachi, otra vez me estoy yendo por los cerros de Úbeda, os pido disculpas, pero es que estoy indignado y tengo que desahogarme! Pues como decía, de nuevo Daniel nos volvió a la realidad diciendo: "Hasta mañana no les podremos llevar a los albergues de la ciudad, y mirándome. ¡Ve por tu coche, nos los llevamos a tu casa, tenemos que celebrar la Nochebuena, y están muy débiles para hacerles dar un solo paso, además, el pequeño necesita su cunita y la poca ropita que posea!".
Papá, mamá, hermanos. Os aseguro que ha sido mi mejor Nochebuena y creo, anoche nació de nuevo Jesús en mi habitación. Un Jesús de verdad. Sin luces, sin turrón, sin nada, como aquel que durmió en un pesebre. Un pesebre compuesto de tres soldados, una anciana, dos niños y un periodista que tiene mucho que aprender y que no olvidará en la vida, su mejor “Nochebuena”.
Os quiero mucho. No puedo decir más porque creo, me habéis entendido.
Os envío todo mi cariño.

Jose.


P.D. Alicia si ves a Ana, dile que mañana le escribo a ella.

Nani. Diciembre 2009.

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viernes, 27 de noviembre de 2009

ESCRIBO (II parte)



Escribo, porque tengo miedo a perder la memoria.
Escribo, porque necesitan hacer deporte mis neuronas.

Escribo, porque los pensamientos se me aturrullan.

Escribo, porque mis amigos y mis enemigos (estos que andan a sus anchas por mi desorden personal), quieren luz propia.

Escribo, porque necesito respirar.

Escribo, porque mi alma se reboza.

Escribo, porque lo que no digo, se me escapa, se me olvida o se va de compras.

Escribo, porque mi vida es corta, y mi poesía (o lo que sea), a veces es larga.

Escribo, porque las palabras me cantan.
Escribo, porque las letras se me enredan cual maraña, y necesitan un soplido de esperanza.

Escribo, para no tomar aspirina cuando me duele la espina que me tragué cuando enana.
Escribo, para que las mentirijillas parezcan verdades, y las verdades... bueno esas, esas hagan menos llagas.
Escribo para retratar las palabras que salen del alma, se conviertan en apósitos y empapen, curen y calmen lo que se queda quieto y no avanza.

Nani. Noviembre 2009.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

DISPAROS INÚTILES




Esta vez no erraré el tiro, iré a tajo hecho y te atravesaré el corazón. Han sido demasiados disparos inútiles, mucho tiempo perdido y bastante humo que ha enturbiado el pensamiento. Esta vez llegaré con la bombonera de cristal repleta de los dardos que harán como en otra época, que caminemos en la misma dirección.


Nani. Noviembre 2009.