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Y así, tontamente, acabe
pegándome un tiro que
cambie de golpe todo lo que existe entre nosotros.
Me
miras perplejo, pero no queda otro remedio.
Me
empujas al abismo, me pones la pistola en la mano y me obligas a apretar el
gatillo.
Aprieto,
aprieto tan fuerte y con tanta rabia que el disparo hace que rebote mi mano y
la bala impacte directamente en el dedo gordo de tu pie.
¡Ahora
sabrás lo que duele una herida!
¡COÑO…!
Y así, tontamente, acabe
pegándome un tiro
–dijo mientras resoplaba agobiado.
-No
vale lamentarse pero me deja extenuado…, aunque
pensándolo bien: “Empezar de nuevo es algo que hacen mis pacientes
después de seguir mis terapias”.
-¡Coño
que soy el terapeuta, así que toca poner tierra por medio e incluso tomarme
unas vacaciones!
Nani. Enero 2014