viernes, 3 de octubre de 2008

CAFÉ AVENIDA II



Y claro, ya en la calle y de camino a casa, he vuelto a meter la nariz en el bolso y les pregunto: ¿Quién puñetas os ha mandado meteros en el bolso y venir conmigo? A lo que contesta el que más cerca tengo: “Bueno ejmmm, como mientras almorzabais le comentaste a tu hijo que te ibas a tomar café, pues que…, pues que queríamos nosotros también salir un ratito y como el otro día contaste que el café te lo tomabas con un pastelito que hace tu amiga “mu riquito”, pues que nosotros también queremos y… ejemmmm, pues que…., ufff Nani, ¡no me mires así que no me gusta, que me da susto, que te pones muy fea y se te arruga la nariz y la frente y…, venga porfaaaa, la próxima vez te pedimos permiso!

- ¡Permiso, permiso, permiso!-, contesto algo más serena y ya con una casi sonrisa. ¡No puedo resistirme, son unos puñeteros y saben ablandarme! Ponen esa cara de pillastres, saltan a mi escote, al pelo y a los pendientes que al mismo tiempo les sirven de mecedero y se balancean en los que llevo de aro y… ¡ea, la Nani hecha unas natas!

Cuando hemos recorrido tan solo unos metros, pasamos por una tienda de chuches y como sé que todo esto lo han formado por querer comer pastel, pienso que si les doy hoy un poquito a ellos, corresponderán a la próxima, así que les pido que se refugien y entro con ellos al establecimiento.

Hay un montón de niños con sus mamis comprando chiles, pipas de girasol y gominolas.

Una vocecita en mi oído me chiva algo así como: “¡Porfa, unas nubecitas de fresa, regalí y gominolas de mora, porfi, porfi!!!

…y, ¿el último por pavor?, -digo dirigiéndome a la inmensa cola.

¡Sí, tengo que hacer cola!, acabo de entrar en la tienda de chuches que hay en el mismo parque y además al lado del colegio infantil, así que está abarrotado porque es la hora de salida del horario de tarde.

Mientras que llega mi turno no puedo estarme quieta, ¡pensarán todos que tengo el “mal de san Vitor” o algo parecido. Pero no puedo estar relajada porque estos diocesillos están saltando de alegría al ver que les voy a comprar chucherías. Pero claro, el que tengo en la cabeza entre mi pelo me hace cosquillas así como el que se ha metido en mi escote. El que se mecía en mi pendiente ha saltado dentro del oído y me susurra algo que no logro entender, ya que lo que ha conseguido es que me pique tanto que por inercia casi lo espachurro al ir a meter mi dedo índice que se ha quedado a medio camino al escuchar un: ¡ALTOOOOOOOOOO!, tan alto que por pocas me deja sorda y es que el pobre se veía todo estrujado en mi pabellón auditivo, pero ¡puñeta, con los susurritos yo solo tenia un picorcito insoportable!

Evitado el accidente, intento aguantar las cosquillas y a estas, escucho a mis espaldas: “¡Señora si se está haciendo pipí (lógico que piense eso la pobre señora), a la izquierda hay un servicio, yo acabo de salir con mi niña que no aguantaría hasta llegar a casa!”. Le doy las gracias por la amabilidad, ruego me guarde la vez y me dirijo a dicho servicio en picado. Entro y sin poderme contener, grito: “¡Por favor!, ¿no podéis quedaros quietos? casi con el fin de mi grito, se escucha la voz de un niño que procede del waters y que solloza y grita a su vez: “¡Mamiiiiiiii ven, que hay aquí una bruja que chilla!”

¡Encima me llaman bruja -vuelvo a decir-, si nunca he pisado una hormiga!

Volviendo a gritar ahora para adentro y con la boca apretada: ¡Como tengáis la dicha de ponerme otra vez en evidencia, cuando lleguemos a casa os vais a la cama sin cenar y además os pasáis un mes solos en el desván, sin las chucherías prometidas y a pan y agua, he dichoooo!

¡Medicina santa, todos en silencio y quietos como si no estuvieran! Salgo y por pocas pierdo mi vez. La señora pretende contarme que su hija lleva un chichón porque un niño se ha pegado con ella, se ve que tiene ganas de charlar, pero con una escusa hago mi pedido y salgo a todo trapo del establecimiento.


Con el nerviosismo de todo lo acontecido, he salido tan rápida y sin mirar a mi alrededor
que tropiezo con un chico que lleva la cara tapada con una torre de regalos, que de paso van todos al suelo. Yo pierdo el equilibrio y voy a parar de boca a un charco, que en ese momento me parece la piscina olímpica al recordar a mis amiguitos caídos en el agua. Les llamo, los busco y me faltan tres.




Mientras tanto escucho el vocerío del chico de los paquetes. Le pido disculpas al mismo tiempo que paso mi mano por el agua. Recoge sus mojados paquetes y se va diciendo que los locos deberían estar encerrados y es que no es muy normal ver a una mujer tirada en plancha sobre un charco buscando algo imaginario. Ojalá no me lo vuelva a encontrar en la vida –pienso-, porque de lo contrario puede que al descubrirme se cruce de acera o llame a los loqueros.

Por fin, tengo a mis tres amigos subidos en la palma de mi mano y empapados. Busco mi paquete de clínex, saco unos cuantos y les meto en el bolso pidiendo que se desnuden y se sequen para que no vayan a coger un catarro. Intento hacer todo de forma discreta porque ya todo es bastante anormal y las personas que me han ayudado a levantarme del charco, se han ido cuchicheando al ver que quería despacharles enseguida, pero es que ya todo se pasa de castaño oscuro y entiendo que es un poco raro hablarle al bolso y buscar cosas invisibles en el agua, ¡No, no es nada normal y es de lógica que piense que estoy más “pallá que pacá”l!


Apresuro el paso, llego a casa y me voy directa al baño. Dejo caer el agua caliente en el lavabo y les ordeno que se bañen antes de cenar. No han dicho ni “muuu”, ¡saben bien cuando Nani está que muerde!, pero cuando me doy media vuelta, los tengo apostando a ver quién llega antes nadando al otro extremo del lavabo. Lo que ellos no sospechan es que me encanta verles hacer deporte, ¡son unos atletas en toda regla y también sé que deben hacer ejercicio, así que no me importa que de paso se entrenen! Me hago la distraída ordenando la repisa y cuando lo creo conveniente les ordeno que se sequen y se pongan los pijamas. Se meten en los bolsillos de mi bata muy sumisos y nos dirigimos a la cocina.




Saben que hoy hay ensalada de lombarda (les gusta más la de lechuga y tomate), pero también saben que como rechisten se van a la cama sin nube y ninguna gominola y todo educados y atentos, se toman su ración y cuando terminan, van todos juntos y se asoman por detrás del servilletero que les hace las veces de balcón y a una comienzan a cantar: “Asómate y asómate al balcón carita de azucena”.


Jajajajaja, -no puedo evitar reírme y decir: “¿Pero no sería yo entonces la que tendría que estar asomada al balcón? ¡Sois los más zalameros que hay encima de la tierra, vamos a repartir las chuches que se nos va la noche y mañana toca el despertador a la hora de costumbre!


Antes de que termine, los tengo a todos encima y me besan en las orejas (con el consiguiente cosquilleo), en el pelo haciéndome masajes y el resto se meten en mi escote, porque dicen que me dan besitos más cerca del corazón, así que con este panorama me los llevo a sus camitas y les dejo con unas “¡Buenas noches y hasta mañana!”, pensando en el fondo, que no está mal tener una compañía semejante. ¡La verdad es que no me puedo quejar, todas las noches me voy a la cama con una sonrisa y eso es algo que debo agradecer a la vida!





Nani. Octubre 2008.

martes, 30 de septiembre de 2008

CAFÉ AVENIDA I



He quedado con mi amiga María a tomar un café en su casa, pero como llovía con tanta intensidad, me ha llamado para que fuéramos al café Avenida (a las dos nos coge a la misma distancia) y ¡así de paso -me ha dicho-, nos mojamos por igual!

A eso le llamo ser una buena amiga que lo comparte todo, o pensándolo mejor…, a eso lo llamo: “No tener ganas de ensuciar las tazas”. Aunque a María se lo puedo permitir. Sé que no es que le importe ensuciar las tazas. En condiciones normales, ensucia tazas, platos, la vajilla, cristalería y cubertería de los domingos, si es preciso. Sé que si prefiere que quedemos en el Avenida, precisamente es porque llueve. A las dos nos gusta ver caer esta agua de otoño detrás de los inmensos cristales. Nos gusta ver abrir los establecimientos, los niños salir del colegio, soltarse de la mano de sus mamás para ir a pisar los charcos y saltar sobre ellos, consiguiendo ponerse empapados. Nos gusta ver como el sol da candilazos al mismo tiempo que llueve y mirarnos mientras recordamos cuando nosotras mismas hacíamos lo mismo. Saltábamos sobre el agua y nos poníamos como una sopa mientras nos partíamos de risa. Y era al volver a casa cuando no reíamos tanto, porque difícil era que nuestras madres se tragaran que el catarro cogido o la ropa empapada, fueran solo de hacer el escaso recorrido, del colegio a casa.

He llagado la primera a la cafetería y me he pedido un café bien calentido. No sé como muchas personas se pueden tomar un café con hielo, a mí me gusta humeante aún cuando estamos a 35º y bien cargado. Me gusta tomarlo a sorbitos pequeños y saborearlo mientras como hoy, miro por la cristalera como llueve. Me gusta entre sorbo y sorbo, quedarme abstraída y perdida la mirada en el agua que cae. Como llega al suelo o se estrella en la carrocería de los coches aparcados y ver como se vuelve hacía arriba esparramado el goterón que acaba de espachurrarse contra el suelo o en los coches. Me pasaría así las horas sin importarme nada, siempre que queden sorbitos calientes y que la lluvia siga cayendo. Me gusta ver como oscurece el cielo y como la tarde se va encerrando. Me gusta…

- Perdón, -suena el teléfono.

- ¿Sí?, -contesto.

-Es María-. Me cuenta que no puede venir. Según me dice ha llegado su cuñada y me pide que la disculpe porque está segura que se le hará tarde. Me despido con cierta tristeza (me hacía ilusión ese café compartiendo recuerdos y lluvia), pero pienso que a pesar de haber estado sola, ha merecido la pena.

Al terminar la conversación y mientras guardo el teléfono en el bolso, pienso que he disfrutado de la tarde otoñal, de saborear el café y no me ha importado demasiado el plantón y cuando vuelva a casa, se me antoja que tomaré con más ganas el libro que estoy leyendo.

En estas estoy y todavía no he sacado mi mano del interior del bolso, cuando percibo un gran tropel y sin poderlo evitar, digo: “¡No por favor, otra vez nooooo!!!!

Debo haber gritado, porque el resto del personal que ocupan las mesas, me están mirando y roja como un tomate, me disculpo diciendo, que he olvidado el encargo que he venido a traer a la persona que espero…, y como estáis imaginando para no variar…, ¡¡¡ de nuevo son ellos!!!!

Una vez más, mi paz ha terminado y me encuentro con toda la cara mentida en mi inmenso bolso y ellos, los muy gandules, mirándome con cara de corderos degollados, ¡serán jodíos los muyyyyy!!!!

Recuerdo que estoy en un recinto público, saco mi cabeza de la boca del bolso y pongo en este caso también cara de póker, mientras miro al personal, que a su vez me miran con ojos de plato.





He salido de la cafetería habiendo corrido la cremallera del bolso con todas las energías que me ha proporcionado el rico café.

Salgo a la calle toda malhumorada y me cae un goterón en toda la frente, corre nariz abajo y aterriza dentro del bolso que he vuelto a abrir y donde estoy buscando un pañuelo para secarme.

Al mismo tiempo se escucha la voz de pito de uno de “ellos” gritando: ¡Aguaaa a babor!!!!... y yo toda enfadada contesto: “¡Ni a babor ni a estribor, porras, que me ha caído una gotera, como la copa de un pino!!!


(Continuará...)



Nani. Septiembre 2008.



miércoles, 24 de septiembre de 2008

LAS CANICAS



Se vistieron para la misa de doce, se guiñaron un ojo y sigilosamente se metieron las canicas en el bolsillo sin que la mamá lo advirtiera.

Como hacían domingo tras domingo, uno se quedaba en “El Juego Pelota” y el otro se alargaba a la parroquia. A la siguiente semana lo mismo harían pero a la inversa. Escuchaba el principio del evangelio que anotaba en un papelito junto al color de la casulla. Hecha la anotación, salía corriendo y se agregaba al juego.

Después, cuando llegaban a casa y el lunes en el colegio, la madre y el padre Loyola quedarían satisfechos y se habrían librado del castigo de turno.


AHORA VA DE AGRADECIMIENTOS


Tengo que dar de nuevo las gracias por los detalles que tenéis conmigo.

Debí hacerlo hace unos días, pero el hacer a veces las cosas un poco a prisa, pasa lo que pasa, y cuando ya tienes programada la entrada, te das cuenta que debiste poner algo más. Ya veis, soy un desastre. A algunos os lo he dicho, más despistada que el ángel de la guarda de los Kenedy, por eso aviso y tú guapa “Enigmática”, ¡por favor, no me lo tengas demasiado en cuenta! Así que a bombo y platillo, te doy las gracias por el premio “Proximidad” (que ya lleva unos cuantos diitas en la vitrina de trofeos, abajo del todo de esta página).



Debo poner lo que sigue, es por lo visto la norma:

Se debe linkear a la persona que te lo entregó y poner lo siguiente: A todas nos encantan los blogs, donde en la mayoría de ellos sus objetivos son mostrar las maravillas y hacer amistades; hay personas que no se interesan cuando les damos un premio y de esta manera contribuyen a cortar esos lazos; ¿queremos que se corten o que se propaguen? ¡Entonces tratemos de prestar más atención a ellos! Así que este premio debemos entregarlo a 8 blogger@s que a su vez deben hacer lo mismo y poner este texto.

Sabéis que mi norma es entregar el premio a todos mis enlaces, porque todos os lo merecéis, pero por esta vez, voy a romper mi norma para seguir la de “Enigmática”.

Y voy con los premiados: Necio Hutopo, El Editor Sincopado. La Mujer Semilla. Ironías de la vida. La Cueva de Susana. Ana Ortiz. Curioseando. La vida en danza

Ahora de forma muy especial, dar las gracias de nuevo a Necio Hutopo.

Para los que sois nuevos en “la Casa Encendida” y que me habéis comentado que no sabéis de que va esto de "Los Diose Menores", os comento:





Necio me regalo este dibujo con un relato, al que les llamó “DIOSES MENORES”. Yo me inspiré en ellos y como veis, les di vida y algunos relatos han salido (podéis verlos todos). Por eso mismo, volver a darle las gracias a él y a todos los que me comentáis y esperáis con ganas las nuevas travesuras de estos revoltosos. Ahora mismo no sé si van a querer volver a salir (ellos son muy caprichosos, pero intentaré buscarlos por todos los rincones).

Y de nuevo muchísimas gracias a todos.

Nani. Septiembre 2008.

domingo, 21 de septiembre de 2008

PAN DE HIGO, ESTORNINOS y ..."ELLOS"




Hoy me han traído del campo una “jartá” de higos para que los ponga en la terraza a secar.

Después cuando estén totalmente secos, voy a intentar hacer un poquito “pan de higo”, que para quién no lo conozca es un postre o golosina a base de lo que he dicho, higos secos, almendras fritas, aceite, chocolate y algunas especias, que todo bien picado y pasado por la máquina y una vez mezclado, se hacen una especie de bollos (alargados en esta zona) que se dejan secar un poquito y quedan buenísimos como postre, tentempié, merienda o simplemente golosina como decía anteriormente. También se guarda para cuando llegue la recogida de la aceituna, que servirá como complemento alimenticio en el almuerzo que se hace al mediodía para recuperar fuerzas y seguir con el duro trabajo y hay personas que le ponen un poquito al remojón de naranja o en otros guisos (de la “nouvelle cousine”).

Pues a lo que iba. He puesto a secar los higos, todos abiertos y mirados para que no fuera ninguno picado y ahora a esperar que sequen tontamente, para hacer el alimento que antes explicaba, pero tenía que haber un “pero” (que no manzana) y el secado se ha visto interrumpido por una algarabía a medía tarde que ha parado en seco mi siesta. La siesta de los vecinos, la de los niños de los vecinos y la del lucero del alba, de haber andado deambulando por aquí.

¿Quienes os creéis que ha empezado con el alboroto?

¡Pues estáis en lo cierto, otra vez han sido ellos, otra vez han sido “los dioses menores”,



los que la han liado!, pero tengo que reconocer que del todo, del todo, no han tenido la culpa. Esta vez ha habido un acontecimiento que ha ayudado a que se formara una algarabía y un jolgorio que por pocas tiene que intervenir la policía local si no hubiera sido porque convenzo a mis vecinos de que todo era una cosa normal y que ya en otro momento tendríamos más cuidado, pero claro, he quedado como una mala vecina que no se comporta como una ciudadana, ciudadana… y todo, ¡por los puñeteros higos!

Resulta que hoy cuando me trajeron los frutos, les llevé unos poquitos a “los dioses menores”, que por cierto les han encantado. ¡Ya sabía yo que nunca los habían probado y así tan maduritos y dulcecitos, pues que queréis que os diga, que se han puesto las botas!... y como les han gustado tanto, mientras ellos sabían que dormíamos la siesta, se han salido a la terraza dispuestos a darse otro gran atracón, pero claro, lo que ellos no podían sospechar es que a los gorriones y a los estorninos también les gustan los higos y cuando “los dioses” estaban todos entusiasmados con su nueva ración sin reparos algunos, llegaron los estorninos y los gorriones a proveerse ellos también y se ha liado, ¡vaya si se ha liado!


Los estorninos son unos pájaros muy glotones y muy golosos ¡les encantan las cerezas maduritas y como no, los higos dulcecitos!, pero a lo que iba. Han llegado a comer higos en el silencio de la tarde y han confundido a “los dioses menores con los frutos” y además de darles algún que otro picotazo, a uno de ellos se lo llevaba en el pico para proveer de alimento a los polluelos de su nido… y, ¿qué ha pasado?

Pues ea, ¡eso mismo que estáis pensando! Todo el alboroto, la interrumpida siesta y el consiguiente enfado de “tó quisqué” y cuando he llegado a la terraza, la consiguiente algarabía, el vocerío y el intentar por mi parte, que no fueran descubiertos por los vecinos, ocasionado por mis revoltosos amiguitos.

¿Os imagináis que puede pasar si los descubren? ¡Como no hay aprovechados en este mundo, seguro que alguno habría que los pasearía por esos “casting”, “operaciones triunfo”, “factor x” o como se llamen esos programitas, si les echaran el guante!, … ufff ¡de la que nos hemos librao!

Cuando he conseguido apaciguar al vecindario, me he metido a los pequeñajos en el bolsillo de la bata y hoy ya saben lo que les espera, ellos ya me conocen. Sin rechistar se han ido a su cajón desastre (porque mira que se lo acondicioné para que pareciera una habitación toda cómoda, pero ya es un desastre superlativo. ¡Si hasta se me ocurrió tapizarles las sillitas y el sofá todo compañero a la cortinita que le puse en la ventanita que les sirve para ventilar!).


Pero a lo que iba, han tenido que reflexionar mientras todos en casa acaban con la siesta y después, tendrán que ir a ordenar la despensa (tendré que ir yo primero a quitar de allí el chocolate, porque ya sabéis el efecto nocivo que es para ellos) y esperemos que no hagan de nuevo de las suyas, aunque no las tengo todas conmigo, son un verdadero remolino y aunque me estoy haciendo “la longui ” ya los estoy escuchando discutir y culpándose unos a otros de que les haya descubierto, pero es que después de todo lo que han formado y el susto que me han hecho pasar… ¡que queréis, pero la próxima vez les he dicho que los pongo a contar todas las lentejas una en una!



¡Veréis!, la siesta hoy la estaba echando en la cama de mi dormitorio que precisamente está junto a la terraza (en verano una siestecita de media hora en la cama, me pone nueva para seguir con las tareas del día) y ahí fue donde escuché todo el alboroto, porque uno de mis amiguitos “los dioses”, se lo llevaba un estornino en el pico a su nido y claro que gritaba con su voz de pito (yo creo que hubiera hecho lo mismo) . ¡Gracias a que esta mañana me dejé la escoba en la terraza!, y al salir y ver el panorama, amenacé al estornino que no podía casi con su presa y lo soltó cayendo en la falda de mi amplio camisón, que lo extendí para que amortiguara la caída. Ufff, ¡anda que de la que nos hemos librao y la gimnasia que he tenido que hacer…!

Los pajaritos que se habían ido antes, ya estaban en el tejado de la casa de en frente y en las antenas de televisión, con su higo en el piquito y tan felices, ¡si llegan a llevarse allí a estos prendas, difícil hubiera estado el traerlos de nuevo hasta aquí y muy peligroso para ellos, si hubieran conseguido escaparse de sus negros opresores.




Y como veis, hoy no he tenido más remedio que desahogarme. Si me quejo en casa, lo que escucharé es que yo solita me lo he buscado, así que punto en boca y ni rechisto, pero a vosotr@s os lo tenía que contar, porque si no hoy puede que me dé un yuyu y todo, pero ya saben ellos que la próxima que hagan, se pasan dos o tres días contando todas las lentejas que tengo en la despensa y hay un saquito de cinco kilos, que me trajo mi hermano de la siembra de este año, ¡he dichoooo!

Nani. Septiembre. 2008.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

UN LIBRO




Aquella chica que estaba desvelada y no podía dormir, después de dar tumbos y más tumbos en la cama, decidió ir a la librería del despacho de su padre y coger un libro para pasar al menos, la noche de forma menos solitaria y algo más amena.

Mientras bajaba la escalinata de mármol blanco que separaba los dormitorios de la planta baja, pensaba en lo que hubiera dicho su padre al descubrirla en condiciones normales, ahora todo era distinto y nada resultaba normal.

Sí, de pequeña más de una vez leyó sus cuentos y sus cómics en aquel despacho junto a su padre, pero cuando empezó a crecer y a rechazar los consejos de su progenitor, también dejó de pasar aquellos deliciosos ratos que le proporcionaba la lectura, el cariño bonachón de aquel hombre afable y a creer que todo aquello era una gran perdida de tiempo. La razón nunca supo precisar cual era, pero su adolescencia y la compañía de aquella pandilla, no la llevó por caminos de rosas y hoy, a sus veinte años es lo que la mantiene desvelada y con los nervios a flor de piel. En el fondo piensa que si se encontrara por la escalera a su padre, o si se decidiera a contarle sus problemas dejando su amor propio en el bolsillo, todo sería distinto e incluso se acabarían todos o casi todos sus problemas.

Sí - pensaba-, algunos problemas se terminarían pero otros ya no tenían solución, como la perdida de tiempo, los fracasados intentos de estudiar las tres carreras empezadas y todas dejadas a los pocos meses de su comienzo y tantos días sin aparecer por casa y no decir donde se encontraba. Ahora pensaba que todo lo sucedido y aquella rebeldía fueron una verdadera equivocación. Las preocupaciones ocasionadas a su familia, la perdida de la amiga de la infancia, su fiel compañera que hasta con los ojos cerrados la hubiera seguido y de hecho la siguió hasta el fin del mundo (y en ese intento, su mundo se acabó). Los caprichos y devaneos con todos los chicos que le apeteció y que utilizó hasta que tropezó con el que la utilizó a ella. Y fue ahí, en ese mismo instante en el que se dio cuenta y todo su mundo se vino abajo acabando metida en una cárcel de Nicaragua, por traficante. Le había pedido que fuera ella primero y después de dos días allí se reunirían. Más tarde supo que nunca tuvo intención de ir con ella. Luego se dio cuenta que fue él, el que hizo lo mismo que ella hacía con otros y al final, tuvo que llamar a aquel bonachón padre que siempre le secó las lágrimas con besos y cariño y mientras sigue bajando las escaleras, sabe que ha perdido parte de su vida. Sabe que a pesar de sus recién cumplidos veinte años, se siente vieja, arrugada y hecha añicos como la taza de porcelana que se le calló de las manos cuando tenía cinco años.

Ahora sabe que después de haber pasado un año en aquella cárcel horrorosa, que su familia haya quedado casi arruinada por sacarla de aquella miseria y que tampoco recuperará a su amiga Marta, no solo sabe, sino que está segura que todo ha cambiado y que la vida que le espera, estará acompañada de noches en blanco, escaleras blancas camino del despacho para buscar algún calor en esa habitación y puede que al empujar la puerta, algún día encuentre al ser afable que siempre la ha querido.

Hoy al empujar la puerta, daría media vida por encontrar a su padre sentado en su sillón de piel marrón.

Nani. Septiembre 2008.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Un meme para ...

Tengo que hacer hoy un meme y así cumplir con el encargo que me hizo hace ya

algunos días Enigmatica y también América.


El primero (Enigmatica), consta de las siguientes normas:

- Poner el enlace de la persona por la que somos elegidos.

- Poner las reglas en tu blog.

- Compartir seis cosas que nos gusten y seis que no nos gusten.

- Elegir seis personas al final y poner los enlaces.

- Avisar a estas personas y dejar un comentario en sus blogs.

Aquí voy:

ME GUSTA:

1.- Coger a un bebe en brazos.

2.- Remolinear en la cama un domingo por la mañana.

3.- Pasar mis dedos por las piedras de los edificios antiguos.

4.- Comer pipas de girasol al mismo tiempo de chocolate, (mezclar los dos sabores).

5.- Una puesta de sol.

6.- Que me de masajes en los pies, mi media naranja.

NO ME GUSTA:

1.- Que me mientan.

2.- Que me quieran manejar.

3.- Ver como los gobiernos no cumplen sus promesas.

4.- Que los niños paguen los errores de sus mayores.

5.- Que haya hambre y miseria.

6.- La prepotencia que a veces tenemos todos.

Este meme se lo paso a:

Ana Ortiz. Vanessa. Luna. A cool girl. Carmenccita. Joaninha.

Terminado….

El segundo América, consta de las siguientes normas:


Copiar las reglas.
Escribir 14 cosas que me hacen feliz.
Seleccionar 6 blogs para que sigan con el meme y avisarles.

Aquí vamos:

ME HACE FELIZ:

1.- Sonreir y que me sonrían.

2.- Hablar con mi gente.

3.- Dar achuchones.

4.- Escuchar música.

5.- Escribir y leer al aire libre, (debajo de un árbol, mejor).

6.- Comer un arroz caldoso con los amigos.

7.- Visitar sitios nuevos.

8.- Aprender y aprehender.

9.- Mirar las flores de color lila.

10.- Escuchar el trino de los pájaros cuando me despierto.

11.- Que me caiga el chiribiri mientras huelo a tierra mojada.

12.- Ver una peli de suspense con mi hijo, y darle algún sustillo mientra tanto (cuando está todo entusiasmado y el suspense está en alza)

13.- Pasear por los arrabales.

14.- Ver comer a mis amigos mi torta de frutos secos.

.. y se lo paso a María, Necio Hutopo. Noche Hermosa. Miriam. La Flaca. Lucia.


Un besico para los nominados.