martes, 2 de marzo de 2010

DESPUÉS DE LA LLUVIA




Como hoy por fin ha salido el sol, me he puesto el chándal y me he ido a dar un paseo. Todo estaba húmedo pero a la vez brillante y precioso. En el campo ya aparecen las plantas que dentro de unos meses tendrán incluso fruto. Los brotes apuntan un colorido que se tornará espléndido, los frutales tienen unas yemas próximas a reventar y sin apenas darme cuenta, me he introducido en las ruinas de lo que fue una casona de señores que en su tiempo (a finales de los 40) fueron muy importantes y después, venidos a menos.

Siempre me gustó introducirme en el pequeño bosque que formaba el jardín de la casona, hoy abandonado y devorado por el follaje y todo un mundo vegetal y salvaje.

Debido al mal tiempo que estamos padeciendo, a las intensas lluvias y supongo, al descuido producido por el abandono, la puerta de la entrada principal se abrió sin dificultad y claro, no he podido resistir la tentación de pasearme por los inmensos salones, la impresionante escalinata de caracol y escalones de mármol negro veteado, volver a pasear mi mirada por la inmensa biblioteca que los señores poseían y gozar de lo que fue la esplendida casona. Recuerdo que de niña estuve en esa casa y la recorrí con cierto desasosiego y timidez, agarrada de la mano de mi tío Federico, administrador de los señores. Le pedí, más bien le rogué que me enseñara la casa. Siempre que iba al colegio, debía pasar por delante de la enorme mole y lo conseguí, cuando contaba con ocho años y los señores se fueron a pasar unas vacaciones a las playas del norte.

Hoy, casi vuelvo a experimentar la misma desazón de entonces y el calor que me infundía la mano del tío Federico, pero todo cambió cuando penetré en el recinto.

Los salones estaban muy fríos y apenas quedaban muebles o cuadros. Recuerdo que al final del inmenso pasillo y antes de llegar al jardín trasero, se encontraba la biblioteca y es allí donde me encaminé. Empujé la puerta y no se abría. La manivela se resistía pero al fin conseguí que cediera y entré. La luz que se filtraba por la persiana casi bajada me permitió ver los estantes repletos de libros tal cual los recordaba. Deslicé mis dedos por los más cercanos y noté el espeso y áspero polvo acumulado. La enorme alergia que padezco, me hizo estornudar de una manera tan animal que de haber estado delante mi hermano, me hubiera repetido lo que tantas veces comenta en estos casos: ¡Niña, casi te das la vuelta!!!

Pero volviendo a la biblioteca, al tiempo que permanecí en ella y que no lo sabría precisar, aunque recuerdo que cuando volvía a casa ya era casi de noche y que en el camino dejé de percibir la luz solar.

Como decía, se me ha quedado atascado el olfato del polvo allí acumulado. Los oídos impregnados de todos los sonidos allí efectuados y aún noto el aire cortado y producido por un cuerpo que va y viene del estante a la mesa y de la mesa al estante. No he llegado a verla y soy consciente de que digo “verla” en femenino, porque estoy segura de que era una mujer aunque mis ojos no llegaran a advertirla. Pero el aire percibido, es el que produce una ligera bata de seda. La bata de seda posada sobre el cuerpo de la “Niña Manela”, aquella que según contaba el tío Fernando, fue una princesa en aquella mansión, la alegría de aquella casa y la musa de los lugareños. Aquella “Niña Manela” que un día se fue montada en su descapotable blanco y no se supo nada más de ella y que a partir de aquél fatídico día, dejó de ser la musa, la alegría y la princesa de la casona, incluida la vida en la hermosa casa y su entorno.

He escuchado su voz mientras recitaba, he visto pasar las páginas y he notado su presencia e incluso, he creído notar que me acariciaba el pelo cuando uno de los libros iban como movidos por arte de magia, de la mesa al estante.

Allí estaba sentada, sin apenas moverme, sin apenas respirar, sin poder dar crédito a lo que percibían mis sentidos. No he tenido miedo y estoy segura de no haber soñado. Se que he estado en la casona y he tenido que apartar las ramas para poder entrar, lo prueban mis manos arañadas. He notado y olido el polvo. He tocado y he visto los libros. He escuchado su voz y he notado su caricia.

Y ahora que ya estoy en casa, se que todo ha sido una realidad que debo repetir, porque se que allí voy a descubrir algún misterio negado a los de mi localidad. Estoy segura que no ha sido la casualidad la que me ha llevado hoy a la casona y algo me dice, que tengo que volver a pasar por la biblioteca.

Nani. Marzo 2010.

sábado, 20 de febrero de 2010

DIME POR QUÉ

Os dejo este vídeo, "DIME POR QUÉ". Lo he estado viendo y escuchando y quiero compartirlo con vosotr@s. Aprovecho para desearos feliz fin de semana.

domingo, 7 de febrero de 2010

MI ESPACIO FLAMENCO




Ayer sábado fue un día especial para mí. Gracias a este medio blogueril he conocido a muchas personas, a todos vosotros que pasáis por esta mi casa encendida. Os conozco porque os leo y porque me dejáis comentarios que con el propio ir y venir, todos vamos sabiendo de todos (al menos un poquito), como sentimos y que solemos hacer en el día a día, pero no suelo conoceros personalmente (aunque alguna escasa excepción si que hay). Ayer cambió la lista e incrementé esta pequeñísima estadística. Los que acostumbráis a leerme sabéis que no suelo hacer entradas de este tipo, pero hoy tengo que hacer una excepción, por la singularidad del caso. Ayer como os cuento, pasé el día con “América de Mi Espacio Flamenco”. Ella y su marido se han acercado a pasar el día en casa con los míos y en mi ciudad y lo extraordinario es que ellos vienen de Venezuela. Están de vacaciones y se han pasado por casa, una casa normal y corriente pero también especial para ellos, por ser nosotros andaluces y es que “América”, es una enamorada de Andalucía y nuestra cultura. La prueba es que ella escribe de nosotros los andaluces, de nuestro flamenco, de nuestra cultura, de nuestros artistas, actores, pintores, etc. En general de todo lo nuestro y tengo que confesar mi propia ignorancia, ya que a través de sus escritos he conocido cosas que pasaron o pasan a la vuelta de la esquina y que no tenía ni pajolera idea. Es increíble lo que estoy aprendiendo de su mano y lo que aún me queda por aprender, estoy segura que voy a saber de los míos mucho más y tengo que darle mi agradecimiento de nuevo, porque me ha enseñado lo poco que apreciamos y defendemos lo nuestro. Es una nueva lección que me ha dado y que debo reconocer para así, poner un poco más de mi parte y saber que si no defendemos lo nuestro, algún día puede que lamentemos o lamente no haberlo hecho. Desde aquí confieso mi error, mi ignorancia y mi falta de interés, por eso de nuevo "América", ¡MILLONES DE GRACIAS!!!, desde tu país Venezuela, me enseñas a querer un poquito más a los míos.


Hemos visitado la Fortaleza de la Mota (la foto lo demuestra. América, rubia, simpática, cariñosa e inteligente persona. La morena soy yo, jeje) y más tarde hemos tenido una jornada de agradable tertulia. Tan agradable que el tiempo se ha pasado en un pispás y nos ha sabido a poco. Hay personas con las que llegas a tener una complicidad o una atracción que cuando la miras por primera vez, es como si hubieras estado toda la vida con esa persona y es eso lo que me ocurrió con “América”. Pudimos hablar de cualquier tema, nos abrazamos y estuvimos igual que si hubiésemos crecido juntas, en el mismo entorno y eso puedo asegurar que no siempre ocurre.

A los que pasáis por este blog, os recomiendo “Mi Espacio Flamenco” y de paso, daos la gracias por perder unos minutillos entre mis letras.

Nani. Febrero 2010.

martes, 26 de enero de 2010

SE ARRANCÓ LA BOCA



Dibujo de Mariaphan. Aquí puedes encontrar su "Arte".
El texto inspirado en la entrada de su otro blog: A doscientos kilómetros.



Volvía a su casa arrancándose a jirones la boca. Ese día le dolía todo lo que había dicho, todo lo que había dado, todo lo que había hecho y le dolía volver a decir nuevas cosas. Cosas buenas o malas. Cosas que pensaba y que no quería que salieran afuera. Por eso mismo decidió arrancarse la boca de cuajo. La decisión había sido drástica, pero prefirió hacerlo así. Se conocía demasiado bien y sabía que siempre apuraba un último cartucho: “La última espuela que decían en su pueblo” y por eso mismo, la arrancó y la dejó tirada en un contenedor de la calle más cercana al desengaño. Sabía que si la dejaba allí, le costaría mucho ir a buscarla, ir a volver a intentar algo que no merecía la pena. Nunca le importó lo que otros llamaban rebajarse o humillarse, para ella sólo era un intento de recuperar lo que podía perderse y ahora se daba cuenta que aquello que tanto buscaba, desde un principio estuvo perdido…, ¡su inocencia o ingenuidad! –pensaba- , pero ya lo mismo daba lo que fuere que le impulsaba a hacer aquellos intentos, aquellos esfuerzos o aquellos… ¿cómo llamarlo?, ¿ridículos?, ¿ponerse en evidencia, hacer el panoli? Ya tanto da –seguía pensando- La he dejado allí en el contenedor. De allí no saldrá, por lo tanto me he quedado muda. Ya el silencio será mi bandera. El silencio será mi objetivo y en silencio y por dentro, derramaré el llanto, la impotencia y todo esto que me ha llevado a tomar esta última decisión.

Empuja la puerta de su casa con furia, mientras sigue pensando:"Pero si que estoy segura de que aún sin boca, me voy lamer las heridas, me voy a curar y mi crecida va a ser la más grande, la más apoteósica y la mejor de mi vida, porque me obligan a arrancarme la boca, pero nunca me arrancarán mi manera de ser y de sentir".


Nani. Enero 2010.

martes, 19 de enero de 2010

LA CARTULINA

Bebe agua sorbito a sorbo. El vaso lo retiene en la mano sin ser suficientemente consciente de lo que hace. La mirada perdida se fija en un punto inexistente. Al cabo de unos minutos parpadea, vuelve a tomar otro sorbo de agua y sonríe. Al volver a la realidad la mirada se le ha dulcificado y mecánicamente, deja el vaso sobre la mesita. El rostro que antes estaba contraído, ahora está relajado y sus labios siguen marcando una dulce sonrisa. Sale al pasillo, empuja la puerta de la salita, se acerca a la pequeña estantería de libros y extrae uno que aunque hubiera tenido tapados los ojos, lo hubiera encontrado sin esfuerzo alguno. Lo abre y saca de entre las páginas una cartulina. Fija sus ojos en el papel, lee despacio y vuelve a leer una y otra vez. Se acerca el rubio papel a los labios y lo besa. Los movimientos son muy pausados, disfrutando los minutos y gozando los párrafos que acaba de leer. Se recrea en la última lectura, vuelve a dejarlo en la página abierta del libro y lo cierra, colocándolo de nuevo en el hueco que había ocupado. Sale de la salita y vuelve sobre sus pasos. Entra en la terraza y aspira con fuerza el aire fresco del atardecer que le acaricia la cara.


Nani. Enero 2010.

miércoles, 6 de enero de 2010

LA NOCHE MÁGICA

Había tardado mucho rato en dormirse y se sentía cansado. Sabía que si no seguía durmiendo no vendrían y se resistía luchando con el sosiego y la curiosidad que le producía el haber escuchado ruidos cerca. Sabía que lo aconsejable era seguir metido entre el edredón y el colchón pero, ¡era tan tentador cogerles infragantes! Empezó a hacer planes y como hacer para no producir ningún ruido y no ser observado. Lo peor era llegar sin tropezar, puesto que sería impensable encender la luz. No recordaba con exactitud donde dejó tirados los zapatos y probablemente tropezaría con ellos, así que se tiró de la cama y gateó palpando hasta encontrarlos. Los apartó y con sigilo se acercó al picaporte de la puerta, lo giró con mucho tiento y casi de puntillas empezó a bajar las escaleras. Una pequeña luz como la que produce una linterna, se deslizaba en la parte inferior de la casa. Unos susurros se escuchaban y le produjeron una extraña sensación sintiendo un escalofrío por la espalda. Le dieron ganas de salir corriendo hacía arriba y volver a refugiarse en el calor de la cama, pero algo le impedía moverse. El frío de los peldaños y la situación hacían que los dientes le castañetearan y le embargó un miedo enorme, pensando que llegaran a sus oídos el incesante chocar de dientes y el latido frenético de su corazón. Intentó relajarse y en eso estaba, cuando una mano se posó en su hombro. El grito que salió de su garganta fue tan espantoso, que antes de darse cuenta, se encontró rodeado de toda la familia. Su madre le sujetaba y su padre le repetía que la pesadilla había terminado. Cuando se despertó del todo, papá, mamá y sus hermanos mayores, todos a una le decían que se tomara la leche calentita y se volviera dormir, que aún era temprano para que los Reyes Magos vinieran. Que debía estar tranquilo y así ellos pasarían por su cuarto con toda su magia a dejarle todo el amor que ellos saben dar. Se tomó la leche, se acurrucó y lo último que recordaba, fue la mano de mamá cogida con fuerza a la suya.

Deseo que tengais un Feliz Año 2010.

Nani. Enero 2010.

jueves, 17 de diciembre de 2009

NOCHEBUENA EN BAGDAD



Estoy muy ocupada y no puedo visitaros ni actualizar como quisiera, pero pasadas las fiestas me tranquilizo y podré estar con todos vosotros como hacía hace ya un año, ¡ESPERO QUE ASÍ SEA!, mientras tanto, os dejo este relato que alguno de vosotros ya leísteis en 2007 y que repito hoy, con el deseo de que paseis unas muy FELICES NAVIDADES esperando disfruteis de los vuestros. Besos desde tierras andaluzas.


BAGDHAD, 25 de Diciembre de 2006.


Queridos padres y hermanos. Os pido me perdonéis por no haber hecho preciso el escribir a casa en estas fiestas, yo he recibido todas vuestras cartas y felicitaciones, a veces se retrasan porque los emisarios tienen que ingeniarse como llegar hasta aquí, pero como os decía, todo ha llegado, incluido el paquete con las conservas. De verdad que lo he intentado infinidad de veces. No ha sido por falta de tiempo, sería una injusta excusa, pero lo único que veía cuando cogía el folio, o intentaba poner un email, era al chico del anuncio ese que dice: "Vuelve a casa, vuelve...", y se me empañaban los ojos siéndome imposible seguir. Después creía estar, entre Alicia y Paco montando el Belén, ¿te acuerdas mamá, cuando rompimos la vaca y pusimos la de la granja "play móvil”? A papá colocando las luces intermitentes, la bandeja de polvorones, los bombones tuyos cubiertos de virutas de chocolate y... ¡Cómo os estoy echando de menos, aquí tan lejos, con tantas desgracias en las casas, en la calle, tantas miserias, tantos destrozos, tantas tristezas y resignación, en los ojos de los niños, de las mujeres que para colmo, es lo único que se les ve. De los hombres de bien, que lo único que desean es que todo esto acabe, poder ir al trabajo por muy mísero que sea el puesto y poder llevar a casa un pedazo de pan, unas galletas o un poco de leche para alimentar a sus familias! Lo que veis en los informativos, no es nada comparado con lo que aquí está ocurriendo, no os podéis imaginar la impotencia y la rabia que sentimos cuando pasamos por una casa derruida, sacando cuerpos inocentes (casi siempre, mujeres y pequeños), o cuando vamos a visitar a los niños del hospital infantil y ves tanto cuerpecito mutilado, privados para siempre de lo más vital para hacer una existencia normal. Es muy doloroso saber que no podrán jugar con sus manos, caminar cuando lo deseen o deleitarse con una puesta de sol, cositas tan simples y normales que para ellos, les estarán vedadas para siempre.
No os podéis imaginar como estoy recordando mi época de niño, la facultad, mis juegos y juguetes, los paseos con las chicas, los días de cine, mis primeras salidas nocturnas, a vosotros y tantas y tantas cosas; que me han hecho feliz día tras día. Cómo evoco estos días la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, con toda la familia, primos, abuelos, en fin; todo lo que huele a hogar, terruño y paz. ¡Cómo se aprecia aquí, la sencillez, lo cotidiano e incluso, los momentos de aburrimiento que tan poco nos gustan, cuando vivimos de forma normal y feliz!
Como os decía, no me sentía con ganas de escribir, pero he visto a un chico de ojos tristes que al mirarle, es lo que me ha hecho reflexionar y ponerme ahora a contar lo que me pasa.
Antes de nada os tengo que decir, que no os apenéis por mí, ya que cuando termine de contar todo, os daréis cuenta porqué lo digo.
Sabéis, que cuando el director del periódico me envió a cubrir las noticias y sustituir a Fernández en estas fiestas, no me sentó nada bien, pero claro: ¡No puedo exigir, estoy empezando y además tendré que demostrar que no solo he terminado periodismo! Apreciareis que me sigo enrollando como siempre, deformación profesional, ¡y no te rías papá, que me parece estar viéndote!
Lo que os voy a contar es mi Nochebuena, la de anoche. Como os decía al comenzar la carta, desde que empezó diciembre, he andado mortificándome con las luces de la avenida, los escaparates, el turrón, pero sobretodo "el Belén", los dimes y diretes con mis hermanos, tus peleillas mamá y que además, las empezabas tú siempre, reconócelo. La mirada de papá por encima del periódico, mientras aparenta leer la carta al director, en fin, otra vez estoy divagando y de nuevo, se me está yendo el santo al cielo. Bueno a lo que iba. Anoche, me encontraba junto a unos soldados con los que he hecho bastante amistad. Nos reunimos en mi habitación, si a esto se le puede llamar habitación, tiene grietas por todos lados, pero no os preocupéis, no pasamos frío ya que el clima es cálido y aunque está todo muy mal, al menos tenemos un techo, los ordenadores están fuera de peligro y las fotos están a salvo de que sean estropeadas o robadas. Aquí pasamos más inadvertidos y nos encontramos más seguros, ya sabéis que desde hace tiempo, no es conveniente estar en hoteles, puesto que de esa forma se les facilitaría los posibles atentados, y hacer daño a las distintas naciones, valiéndose de los enviados a cubrir noticias, así como pasa en los consulados y en todos sitios, donde los terroristas sepan hay alguien que les sirvan para chantajear y crear más pánico del que ya existe.
Todos trajeron algo: "Una lata de sardinas en escabeche, una lata de leche condensada, un chorizo de la matanza de Juan, un poco de bacalao envasado al vacío y un pan que Daniel, el teniente, ha conseguido con miles de estratagemas. ¡No tuvimos aceite para el pan, que pena, cómo lo echo de menos!
Nos disponíamos a cenar, cuando llamaron a la puerta. Nos quedamos de piedra. Era ese niño que tantas veces hemos visto por los alrededores y al que me he referido antes. Es un niño delgado, de pelo muy oscuro y ojos negros con ojeras muy pronunciadas, que aún le hacen más triste y demacrado. No hablaba, solo miraba. Después, desvió sus ojos hacía la mesa donde se encontraba nuestro improvisado banquete. Se notaba que tenía hambre y le hicimos pasar. ¡Cenaría con nosotros! Pero me cogió de una mano y tiraba de mí: "¿Qué quieres chico?, -le dijo Pérez. ¡No sabe nuestro idioma!, -contestó Daniel. ¡Tendremos que ver que desea, igual pasa algo en su casa, si el que la tiene!
Nos pusimos las cazadoras y le seguimos. Cómo a doscientos metros, entra en una casa en ruinas, y ¡me quejaba de mi habitación! En una mecedora rústica, está sentada una anciana con la cabeza y el rostro cubiertos. En una cunita también de madera, duerme un bebé. En los ojos también negros de la anciana y que por desgracia es lo único que se le ve, se palpa la impotencia, la desesperación. Nos alarga un documento donde Daniel lee y después comenta: "En el último atentado, murieron un hombre y su esposa, deben ser los padres de estos niños, ella probablemente es la abuela". En ese momento, si que nos dio frío, semejante al que hará ahí en España, pero además aumentado por la impotencia y la mala sangre que le da a uno, cuando ves estas barbaridades y despropósitos. Me quedé helado y rabioso, porque cada día entiendo menos estas guerras y estas muertes injustas de tantos seres que tan solo han venido al mundo a sufrir, morir de miseria y de espanto, sin saber porque les toca a ellos. ¡Me cachi, otra vez me estoy yendo por los cerros de Úbeda, os pido disculpas, pero es que estoy indignado y tengo que desahogarme! Pues como decía, de nuevo Daniel nos volvió a la realidad diciendo: "Hasta mañana no les podremos llevar a los albergues de la ciudad, y mirándome. ¡Ve por tu coche, nos los llevamos a tu casa, tenemos que celebrar la Nochebuena, y están muy débiles para hacerles dar un solo paso, además, el pequeño necesita su cunita y la poca ropita que posea!".
Papá, mamá, hermanos. Os aseguro que ha sido mi mejor Nochebuena y creo, anoche nació de nuevo Jesús en mi habitación. Un Jesús de verdad. Sin luces, sin turrón, sin nada, como aquel que durmió en un pesebre. Un pesebre compuesto de tres soldados, una anciana, dos niños y un periodista que tiene mucho que aprender y que no olvidará en la vida, su mejor “Nochebuena”.
Os quiero mucho. No puedo decir más porque creo, me habéis entendido.
Os envío todo mi cariño.

Jose.


P.D. Alicia si ves a Ana, dile que mañana le escribo a ella.

Nani. Diciembre 2009.

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