Imagen cogida prestada de la red
Luego cruzó el pasillo,
bajo al sótano y mató al prisionero como
había decidido en un principio. Quería comprobar por sí mismo, esa vanagloria
de la que se jactaban algunos. Quería
notar en sus poros y arterías, la
adrenalina que provoca un momento tan intenso, así que al llegar al túnel y
distinguirlo bajo la tenue luz, disparó. Al percibir el hilo rojo, sudó, vomitó
y se desmayó.
MALA CONCIENCIA
Luego cruzó el pasillo,
bajo al sótano y mató al prisionero.
No fue fácil porque no era capaz de aplastar una cucaracha, pero esta vez tenía
que hacerlo. La mala conciencia que gastaba no podía permitir que se expandiera
como lo hace el polen en primavera que produce estornudos por doquier. No, no
podía permitir su prolongación por más tiempo, así que se armó de valor, se
colocó la mascarilla, cogió el aerosol y
lo fulminó con un par de flus, flus. Ya no habría más verdugones ni picaduras.
La pulga del bote no pondría más huevos.
Nani. Abril 2014