También
buscó el cariño de su nieto, lo mismo que hizo con sus propios hijos cuando tenían
su misma edad. Por milésimas llegó, pero aquel cariño solo quedó cogido por los
pelos. Por causas ajenas al pequeño ─a los pequeños─, por residir en distintas
ciudades y por innumerables complicaciones, no pudieron verse y mantener la
relación que, por norma general, existe entre hijos y ahora nieto.
No
podía demorar ese contacto que tanto deseaba. El niño crecería sin apenas darse
cuenta y sería ahora o nunca conseguir el lazo de unión, tan necesario para
ambos. Además, ya cometió un gran error con su hijo ─sus hijos─ y padre del
pequeño. Su edad tampoco favorecía, no era la idónea para hacer malabares con
el tiempo, y si en la actualidad no cumplía como su hijo le demandó en su día
sin del todo llegar a tiempo, no habría lazo que uniera al pequeño, al padre
que aún demandaba su infancia robada y en general, la familia que en su día se
perdió por caminos y por estar en otras cosas necesarias, pero no indispensables.
Nani,
enero 2023