
He quedado con mi amiga María a tomar un café en su casa, pero como llovía con tanta intensidad, me ha llamado para que fuéramos al café Avenida (a las dos nos coge a la misma distancia) y ¡así de paso -me ha dicho-, nos mojamos por igual!
A eso le llamo ser una buena amiga que lo comparte todo, o pensándolo mejor…, a eso lo llamo: “No tener ganas de ensuciar las tazas”. Aunque a María se lo puedo permitir. Sé que no es que le importe ensuciar las tazas. En condiciones normales, ensucia tazas, platos, la vajilla, cristalería y cubertería de los domingos, si es preciso. Sé que si prefiere que quedemos en el Avenida, precisamente es porque llueve. A las dos nos gusta ver caer esta agua de otoño detrás de los inmensos cristales. Nos gusta ver abrir los establecimientos, los niños salir del colegio, soltarse de la mano de sus mamás para ir a pisar los charcos y saltar sobre ellos, consiguiendo ponerse empapados. Nos gusta ver como el sol da candilazos al mismo tiempo que llueve y mirarnos mientras recordamos cuando nosotras mismas hacíamos lo mismo. Saltábamos sobre el agua y nos poníamos como una sopa mientras nos partíamos de risa. Y era al volver a casa cuando no reíamos tanto, porque difícil era que nuestras madres se tragaran que el catarro cogido o la ropa empapada, fueran solo de hacer el escaso recorrido, del colegio a casa.
He llagado la primera a la cafetería y me he pedido un café bien calentido. No sé como muchas personas se pueden tomar un café con hielo, a mí me gusta humeante aún cuando estamos a 35º y bien cargado. Me gusta tomarlo a sorbitos pequeños y saborearlo mientras como hoy, miro por la cristalera como llueve. Me gusta entre sorbo y sorbo, quedarme abstraída y perdida la mirada en el agua que cae. Como llega al suelo o se estrella en la carrocería de los coches aparcados y ver como se vuelve hacía arriba esparramado el goterón que acaba de espachurrarse contra el suelo o en los coches. Me pasaría así las horas sin importarme nada, siempre que queden sorbitos calientes y que la lluvia siga cayendo. Me gusta ver como oscurece el cielo y como la tarde se va encerrando. Me gusta…
- Perdón, -suena el teléfono.
- ¿Sí?, -contesto.
-Es María-. Me cuenta que no puede venir. Según me dice ha llegado su cuñada y me pide que la disculpe porque está segura que se le hará tarde. Me despido con cierta tristeza (me hacía ilusión ese café compartiendo recuerdos y lluvia), pero pienso que a pesar de haber estado sola, ha merecido la pena.
Al terminar la conversación y mientras guardo el teléfono en el bolso, pienso que he disfrutado de la tarde otoñal, de saborear el café y no me ha importado demasiado el plantón y cuando vuelva a casa, se me antoja que tomaré con más ganas el libro que estoy leyendo.
En estas estoy y todavía no he sacado mi mano del interior del bolso, cuando percibo un gran tropel y sin poderlo evitar, digo: “¡No por favor, otra vez nooooo!!!!
Debo haber gritado, porque el resto del personal que ocupan las mesas, me están mirando y roja como un tomate, me disculpo diciendo, que he olvidado el encargo que he venido a traer a la persona que espero…, y como estáis imaginando para no variar…, ¡¡¡ de nuevo son ellos!!!!
Una vez más, mi paz ha terminado y me encuentro con toda la cara mentida en mi inmenso bolso y ellos, los muy gandules, mirándome con cara de corderos degollados, ¡serán jodíos los muyyyyy!!!!
Recuerdo que estoy en un recinto público, saco mi cabeza de la boca del bolso y pongo en este caso también cara de póker, mientras miro al personal, que a su vez me miran con ojos de plato.

He salido de la cafetería habiendo corrido la cremallera del bolso con todas las energías que me ha proporcionado el rico café.
Salgo a la calle toda malhumorada y me cae un goterón en toda la frente, corre nariz abajo y aterriza dentro del bolso que he vuelto a abrir y donde estoy buscando un pañuelo para secarme.
Al mismo tiempo se escucha la voz de pito de uno de “ellos” gritando: ¡Aguaaa a babor!!!!... y yo toda enfadada contesto: “¡Ni a babor ni a estribor, porras, que me ha caído una gotera, como la copa de un pino!!!
(Continuará...)