sábado, 17 de noviembre de 2007

SÓLO SABÍA FREGAR....

Está limpiando las escaleras como siempre. No se puede dormir en los laureles, porque antes del medio día deberá haber acabado la limpieza del bloque de enfrente y el de la calle Blás Infante, nº7.
Se escucha a toda pastilla en el 1º principal, como siempre desde que salió al mercado, la canción de Juan Manuel Serrat, "Princesa". Ni a cosa hecha, vamos, igual que si hubiera estado en su pellejo, como si hubiera conocido su vida el cantante. Su hija tampoco se incó de rodillas, ni fregó un solo suelo. Gracías a Dios, estudió y no le faltó de nada. Bueno, si le faltó el calor de un padre, unas Navidades en familia, el regalo de Reyes de los abuelos y ella..., ella no la pudo cuidar en sus resfriados ni cuando pasó la varicela. Tan solo lo hizo, cuando las monjas la llamaron al pasar el sarampión, ¡estuvo tan malita, cómo la reclamaba en su delirio febril!
En las pequeñas vacaciones que conseguian disfrutar, sí que gozaron, pero que esfuerzo costaba. Tenía que pagarle a una compañera para que le hiciera el trabajo y cuando se hizo mayor..., le avergonzaba ir de vacaciones con una madre, que tan solo sabía fregar, limpiar. Limpiar, fregar. Fregar y vuelta a empezar.
Ahora vive en el estranjero. Su marido es ingeniero y ella traductora de inglés, alemán, sueco y se defiende bastante bien con el francés e italiano. ¡Qué orgullosa está de ella! pero..., ¿y su hija, estaba orgullosa de su madre?. Unas lágrimas se mezclan con el agua de fregar el suelo. Mientras tanto, se sigue escuchando los versos de Juan Manuel Serrat: "No princesa, tú no, tú eres distinta, no eres como las demás chicas del barrio, así los hombres te miran..."
Se sentía cansada y tenía ganas de que llegara la jubilación, para poder tener tiempo y hacer vestiditos y rebequitas para su nieta, pero..., ¿adonde los enviaría?, la última vez que habló con ella, le dijo que se mudaban y el paquete de Navidad se lo devolvieron. Seguía con su tarea y pensó que la próxima vez, le pediría a los señores del 1º principal, que no pusieran más esa canción. No les importaría, la apreciaban. Esa canción le recordaba demasiadas cosas y la ponía tan triste, que casi no lo soportaba.
Ese día llegó a su casa más cansada aún. Abrió el buzón por inercia, siempre lo hacía..
¡Hay carta, el matasellos el de Montevideo. Tiene que ser de ella!
Las sienes le van a estallar y le cuesta abrir el sobre. Dentro hay un pasaje de avión, con una nota escrita a toda prisa que dice: "Mamá, recoge tan solo lo más preciso. Te necesito, por favor perdóname. Tenemos que recuperar el tiempo perdido. Te esperamos. La niña llama a su abuela desde que vió tu foto. Te quiero, te quiero. He sido la persona más idiota del mundo. Te queremos con nosotros, por favor, por favor. Perdona a esta imbecil que un día diste a luz, y que hoy se da cuenta, que el la hija más afortunada del mundo".
nani. noviembre 2007

lunes, 12 de noviembre de 2007

CÓMO DECIRLES QUE.....


Con dificultad se asoma a la ventana. La torpeza es algo natural a sus ochenta y seis años y más, desde que sufrió aquella caída y se rompió la cadera.
Está amaneciendo. Lleva tantos meses durmiendo mal y necesitando ver el renacer del día, con el sol asomando entre las antenas, las tejas y chimeneas o eso que se les parece y que llaman respiraderos, en estas grandes ciudades. Que distinto era allí en el campo, donde ella creció y crió a sus tres hijos junto a aquel hombre rudo, arrugado por el sol pero tan tierno cuando se quedaban a solas. Esto nadie lo hubiera entendido. Todos creían que era un hombre demasiado tosco, demasiado basto, demasiado triste. Algo así, como aquellas manos duras y acostumbradas a coger el arado, la azada, la soga de esparto con la que ataba los serones a los mulos. Lo que nadie podía imaginar, es que aquella fuerza física y toda esa rudeza, se convertía en la dulzura y suavidad más tierna. Que el amanecer le recordaba aquellos ojos azules tan dulces, que le hacían estremecer y sentirse más cerca de él, anhelando cada vez con más fuerza, estar cuanto antes a su lado. Sus hijos nunca entenderían cuanto le echaba de menos y que por eso, necesitaba abrir esa ventana por mucho frío que entrara. Tampoco entenderían, por que la sorprendían con los brazos extendidos hacía fuera, como queriendo asirse a algo imaginario. Ni entenderían, que se quedara dormida en la antigua mecedora donde les amamantó y les contaba aquellos cuentos de la vieja aldea. No podrían entender esos tres hijos, que necesitaba sentirse cerca de la naturaleza, que necesitaba el aire fresco. Que precisaba abrir su corazón a los recuerdos, que necesitaba el beso que él le enviaba con aquel primer rayo de sol caliente, cuando se posaba en su mejilla, sintiendo el mismo estremecimiento que en su día le produjeron los dedos de él, cuando le penetraban por su nuca y se enredaban en su corto pelo. No entenderían por que la sorprendían con los ojos húmedos aún explicándoles que no era tristeza. Como decirles que era emoción, la misma que le hizo temblar aquel día que pudieron distraer y despistar a la carabina que les asignaba su madre, cuando fueron al baile que se hacía en la era, cada catorce de agosto. Cómo decirles, que le seguía queriendo igual que el primer día y que le buscaba a cada instante, con más pasión y más deseo.
Sólo entendieron, aquella mañana cuando le llevaron el desayuno y sonreía llena de paz.


nani. noviembre 2007.

jueves, 8 de noviembre de 2007

NUEVAS OPORTUNIDADES


Había decidido aceptar la invitación de Jorge. Llevaban trabajando en el mismo departamento, alrededor de tres años y nunca le había dado la oportunidad.
El insistía para quedar después del trabajo algún que otro día o para comer un fin de semana. No quería darle esperanzas. Aún recordaba su última y única experiencia. Lo pasó muy mal. Fue su primer amor el chico con el que salió del instituto, empezó en la universidad y continuó hasta que juntos opositaron.
Cuando este consiguió trabajo en otra ciudad, la relación por parte de él se había enfriado. Las llamadas eran más esporádicas. Si era ella la que le llamaba, el móvil o estaba desconectado o bien, había reunión con el consejo de dirección. Había subido como la espuma. Tenía un puesto importante y empezó a demostrarle que ya no la necesitaba. El presentimiento que en su momento tuvo, se fue confirmando día a día, hasta que pasados unos meses y al abrir el correo electrónico, una punzada le atravesó el pecho al encontrar en la bandeja de entrada su dirección. Nunca le había enviado un mail. Nunca lo había hecho y al verle allí impreso, no necesitó abrirlo para adivinar lo que diría. Aún así y casi por inercia, su dedo índice pulsó el botón izquierdo del ratón, para que la flecha posada sobre su dirección, se clavara en la herida sangrante y acabara partiéndose en cachitos, aquel amor que tan feliz les había hecho en otros tiempos.
“Marisa, se que ya has adivinado lo que voy a decir. Siento mucho que todo haya acabado. Hubiera ido a verte, pero no tengo valor. Se que no tengo perdón. Vivo con otra persona y no he podido decírtelo. Olvídame si puedes. Te ruego que me odies, solo así podrás olvidar el dolor que te causo, no merezco otra cosa. No he sabido hacerlo de otra manera. Quiero que sepas, que fue bonito, muy bonito mientras duró”
Carlos”.
Así termino el mail. No derramó ni una sola lágrima. Se levantó de la mesa donde estaba el ordenador, se acercó a la ventana y allí se quedó. Afuera llovía y se palpaba una mañana fría y desapacible.
Llueve detrás de los cristales, -se escuchó a si misma decir-, igual que llueve en mi corazón. Una lluvia amarga, que me impide derramar una lágrima y que por el contrario, me causa un dolor punzante, agudo, Tan agudo, que parece que en el estómago, tenga un nudo que me estrangula la vida.
Al cabo de un rato y de observar la lluvia casi sin ver, vuelve al ordenador, posa su mano sobre el ratón, elimina el mail que hay sobre impresionado en la pantalla, solicita los contactos y como una autómata, selecciona la dirección tan querida en otro momento y sin más, la elimina.
Transcurre algún tiempo y con gran esfuerzo por su parte, deja de sentir ese miedo absurdo cuando abre el correo electrónico. Creyó que bastaba con eliminarle de aquel aparato, y no fue así.
Pero hoy, al volver a mirar por la ventana y ver un sol resplandeciente, un rayito de esperanza se posa sobre su alma. La vida proseguía, -pensó-, no todo iba a ser tan frío y triste como en la época pasada. Al menos, el sol que le rozaba la cara, calentaba. ¡Incluso podría aceptar una invitación!


nani. noviembre 2007

lunes, 5 de noviembre de 2007

LA MODELO




Había sido la más bonita, la más hermosa de su tiempo. Su cuerpo, fue el más esbelto, el más codiciado del entorno, el más modelado y el más armónico, como hubiera dicho el gran compositor clásico, de la época.

Ella a sus diecisiete años, ya posaba para aquel pintor de renombre nacional.

Sus piernas largas e insinuantes, asomaban por entre los flecos del mantón, traspasando al lienzo , toda la frescura de su recién estrenada juventud. La armonía de sus pequeños pechos redondos, se insinuaban bajo la seda bordada, dando la luminosidad precisa, al hermoso rostro aterciopelado. Los ojos negros y penetrantes con cierta tristeza en su profundidad y que aún le hacían más bellos, dejaban adivinar, la humildad, la sencillez y el amor que sentía por el guapo pintor. El cuello largo y delicado, le daban a la "musa", una elegancia que podía pasar, por orgullo y altanería, aunque tan sólo era la manera, de mantenerse firme ante aquel hombre, que pincelada tras pincelada, iba plasmando sin él ser cosciente de ello, todo el amor que ella sentía por todo lo que contenían las cuatro paredes, del pequeño estudio que la cautivaban y la hacían prisionera, de aquellas cosas y de aquel artista orgulloso y posesivo.

Cada vez que el pintor la miraba, la imagen que conservaba en su retina y que traspasaba al lienzo, era como si a ella misma le robara por cada pelo del pincel, un minuto de su existencia y según avanzaba la mujer del cuadro, la joven modelo, iba quedando más extenuada y consumida, terminando algunos días, envejecida y encogida, como si aquellas cerdas del pincel, o aquellos adorados ojos del pintor, le sorbieran la vida.

Así se pasó su existencia aquella joven musa, entre pinceladas, óleos, biombos y un amor que crecía día a día, al mismo tiempo que ella se deterioraba a consecuencia de aquel desorden, inquietud, amor enloquecido y noches frenéticas.

Cuando su cuerpo dejó de ser el más bello y apetecible, para aquellos ambiciosos hombres, que tan solo tenían dinero, la que fue "hermosa musa", cada vez, iba quedando más arrinconada, más triste, más pobre y más...., acabando en un cuartucho húmedo y lúgubre, en el suburbio de las afueras de la ciudad o en una chabola de cartones, recogiendo toda clase de objetos y alimentos de las basuras, para poder subsistir.

Y mientras se le admira en los museos de las grandes ciudades, ella se apaga poco a poco, de la forma más miserable y triste.

Dicen que cuando acabó aquella existencia, las delegaciones de cultura le hicieron un homenaje, le pusieron su nombre a una calle de su ciudad e incluso la incluyeron en las `páginas de los libros de texto, quedando aún más inmortalizada, "la bella musa y modelo".


nani. noviembre 2007.





viernes, 2 de noviembre de 2007

MARTA





Había amanecido un día lluvioso y sintió de nuevo, como la congoja, se cobijaba en la boca del estómago. Una vez más, y al mirar a través de los cristales empañados, empezó a ver, y como si de una película se tratara, los recuerdos de aquel día también lluvioso y con niebla, allá en la casita escondida, entre la alameda y el río.

Aquel día también estaba cargado de melancolía y la nostalgia, se hacía cada vez más presente al dejar de escuchar la sinfonía armoniosa, que conseguían en mutua unión, ramas, hojas y brisa.

Se apartó de la ventana. Movido por una fuerza incontrolable y sin poderlo evitar, posó la aguja sobre el disco de vinilo que siempre ocupaba el mismo lugar, sobre el plato del tocadiscos. Al comenzar aquella melodía, escuchada una y mil veces, de nuevo volvieron a brotar las lágrimas de siempre. De nuevo, volvió a impregnarse su corazón, su retina y todo su ser, de aquella presencia, de aquel rostro alegre y joven, de aquella voz que le erizaba el bello y de todo aquello, que resumía aquel nombre, que sus labios pronunciaban sin él poderlo evitar, mientras su inconsciente se concentraba, en una estrella luminosa, allá en el firmamento: "Marta, Marta, Marta.....".

nani. Noviembre 2007

lunes, 29 de octubre de 2007

LA MÚSICA DE MI VIDA



Toc, toc. Toc, toc.¡Holaaaaaaaaaa! ¿Me escuchas?
¡Sí, así estaba llamando!
¿Qué te parece una forma muy poca original de llamar?
Pues mira que quieres que te diga, todo el mundo cuando intenta ser escuchado y llama, a no ser que lo haga a través del timbre de la puerta o el teléfono que entonces sonaría ¡Riiing!, ¡Riiing!, lo hace del mismo modo y cuando él lo hacía, no tenía posibilidad de utilizar ni lo uno, ni lo otro.
Mira que si, no me quieras convencer, que cuando empezó a llamar lo hizo de este modo… ¡Toc, toc. Toc, toc! Y así lo escuché durante todo el tiempo que intentó contarme sus cositas.
Al principio eran cosas muy insignificantes, muy diminutas, acorde con sus diminutas fuerzas, pero a la vez, muy importantes.
¡Mira, si quieres que te lo cuente, escucha, pero no arrugues tanto la boca y el entrecejo, que parece que estás estreñido!
Después fueron creciendo las llamadas ¡Síiiiiiii creciendo, ufffffff, o me escuchas, o…!, y la llamada incluso había días que me hacía dar un blinco, estuviera donde estuviera, no tenía miramientos, ni a mí me importaba que no los tuviera, al contrario, me gustaba esa forma de llamar la atención.
Mira como empieces con tus celos y tus tonterías dejo de contarte. ¿No te estoy mirando a ti a y ahora a los ojos y eres tú exclusivamente mi centro de atención, no te lo estoy contando a ti, a que vienen esas caras, todos esos espavientos y tonterías? ¡Eres la caraba, si te cuento porque te cuento, si no te cuento, porque no te cuento! ¿Pues sabes que te digo? ¡Que me voy con la música a otra parte, y de música se trataba lo que te estaba relatando!
¡Ahhhh, que tratándose de música si quieres escuchar, de verdad, me haces perder la pacienciiiiiiiiiaaaa!
Lo que te estaba diciendo es que después empezó a llamar con más fuerza y a veces parecía que estuviera galopando, como si de un potrillo se tratara.
¡Que siiiiiiiii, que parecía que galopara o que trotara! Y es que tenía un montón de energías. Tenía un don especial y le encantaba que pusiera música, le gustaba escuchar a mi laito, to pegaito a mí, como si en ese momento fuéramos una sola persona. Era bonito saberle cerca y a mí como me gustaba, adrede ponía aquel disco de vinilo que me regaló el abuelo y una y otra vez, posaba la aguja encima, haciéndole girar y girar, (tan solo tenía que alargar la mano), hasta repetirlo muchas veces, y acabar rendidos y dormidos apaciblemente. ¿Sabes una cosa que nunca te conté?, a ti también te gustaba que te pusiera ese disco y además, cuando estuviste en las misma circunstancias, te gustaba (a él también) que posara mi mano suavemente y la mantuviera de esa manera durante aquellos largos ratos que nos regalábamos mutuamente.
Todas esas energías que derrochaba como te decía, se hicieron cada día más notorias. Era como si tuviese prisa por ir a todas partes, como si le faltase tiempo para desarrollar todo lo que su pensamiento y sus juegos imaginaban.
Cuando pasó algún tiempo y crecieron sus llamadas de atención, sin más ni más, empezó a empujar con tanta energía, que por pocas en el mismo pasillo, irrumpe interpretando la sinfonía de sus notas inventadas y armoniosamente colocadas, que se hicieron presentes en un paritorio cualquiera de un hospital cualquiera, de una ciudad cualquiera. Allí irrumpió con un impulso que dejó atónito al médico, a la enfermera y a mi misma que no daba crédito a aquella sinfonía de llantos y cantos bien sincronizados y melodiosamente cantados, haciendo de todo aquello, los conciertos más deseados de esa época, los recitales de la temporada y el éxito de mi vida. Por aquellos días, no tuve tiempo de escuchar los cuarenta principales, ni de volver al palacio de la música. Vuestros conciertos “fueron la música de mi vida”.








nani. 0ctubre 2007.







jueves, 25 de octubre de 2007

EL PROFESOR Y EL NIÑO


ESTE RELATO TE LO DEDICO A TI, TÚ BIEN SABES QUIÉN ERES.



Al profesor no le hacía gracia. Era un niño tímido, asustadizo, triste. No tenía confianza en los mayores. Todos ordenaban, todos gritaban, todos decían que hiciera cosas que a él no le gustaban o que a los demás no les gustaba hacer. Aquel día, debía ensayar una obra de teatro para la fiesta del colegio. A él le parecía un poco absurdo hacer aquellos mohines. Se encontraba ridículo y el profesor parecía tonto, ¡si al menos le hubiera explicado el significado! No se enteraba, sólo gritaba y le decía: ¡Tú hazlo, ya lo entenderás! Pero no entendió nada y al final, terminó diciendo: ¡Niño, eres tonto, vete a tu casa, no sirves para nada, ya buscaré a otro que te sustituya!

A partir de aquel día, siempre le sustituyeron, siempre le mandaron, siempre obedeció. A solas lloraba. Cada día era más largo, solitario y triste. Hasta que dejó de salir. Se asomaba a la ventana y les veía reír, jugar, correr, llamar a los timbres de las casas, esconderse, mirar a las chicas, empezar a hacerse mayores y él..., él seguía en la ventana. Sus padres estaban demasiado ocupados, y él, seguía obedeciendo, yendo, viniendo, mirando, observando y llegó la hora de buscar trabajo. Sí, consiguió un trabajo, pero le siguieron ordenando, le humillaron y él, siguió obedeciendo, yendo, viniendo, mirando observando y hasta llorando.

Pasaba a menudo por delante de su antiguo colegio. Por la ventana entre abierta, un día se volvió a escuchar la misma voz que decía: ¡Vete niño, eres tonto, no sirves para nada! Se quedó paralizado mirando el colegio. Al poco, salió un niño llorando. Vio en él su vivo retrato. Sin saber como, se arrodilló a su lado y le abrazó diciendo: ¡Te juro que no serás el más torpe, ni el más tonto, ni el más..., y lloraban los dos. No se volverá a repetir la historia, aunque le tenga que..., no, no se volverá a repetir, te lo juro, tú eres tú. Tú eres único, en todo el mundo no hay otra persona como tú, lo diga quién lo diga y eso se lo vas a demostrar desde hoy, y te lo vas a desmostrar a tí mismo!

(Esta historia es casi real y ese niño es hoy un hombre que primero cree en sí mismo y que además, se desenvuelve bastante bien, te lo puedo asegurar. Es más, cuando se mira al espejo se da una palmadita en el hombro y se dice: “Tío estoy orgulloso de ti”).


Nani. Octubre 2007.