sábado, 15 de marzo de 2008

EL CAFÉ


El café humea en la mesa mientras disfruta del aroma, del azucarero que no hace juego con la taza y sobretodo, de su espacio cuando suena el teléfono.
El recipiente de azúcar es el que vio de forma cotidiana día tras día y este momento es el que lo enlaza con la niñez, la juventud y la vida compartida con aquel ser extraordinario que la fortuna puso en su camino hasta que el destino la apagó cual pabilo. Por eso toma el café en aquella taza donde ella bebió sorbito a sorbo, todos los cafés que compartieron. Y ahora le interrumpen su momento, el que comparte con sus recuerdos y con la dulzura de los instantes agradables vividos. Duda si cogerlo o seguir el rito diario. De pronto recuerda que hoy le dan la nota de graduación y sin ser consciente del todo, se levanta con dificultad mientras susurra: “Niña, no nos deja tomar el café como cuando era pequeño, quiere que le sentemos entre los dos y contarnos sus aventuras, hoy quiere tomarse unos sorbitos de nuestro café”.


Nani. Marzo 2008.





lunes, 10 de marzo de 2008

MONÓLOGO (al desnudo)

Un hombre de mediana edad está sentado en la salita de casa. Es una habitación sencilla y muy bien organizada. Una pequeña librería, una mesita central, un sillón ocupado por el mismo y sobre la mesita, un vaso, una botella de agua y un libro que abre para continuar una lectura interrumpida. A los pocos minutos, se pasa una mano por la frente, cierra de nuevo el libro que deja otra vez sobre la mesa. Su cara muestra preocupación e intenta relajarse dejándose caer y entornando los ojos.

HOMBRE: No puedo con esta situación, Desde que nos separamos no me deja ver al niño. Es mi hijo y lo echo de menos. Necesito tenerle en mis brazos, besarlo y abrazarlo. El abogado dice que no cometa una locura, pero tengo que obligarla a que me deje tenerlo. Necesito ver como crece, necesito ver como sonríe y como comienza a pronunciar sus primeras sílabas.

El hombre se vuelve a pasar las manos por la cara, suben hacía la frente para ir bajando hacía la nuca, donde se detienen un buen rato.

Ya no puedo más, mañana mismo voy a verla. Nunca me porté mal con ella, ni la maltraté. Debería ser yo el ofendido, puesto que fue ella la que comenzó otra relación. Fue ella la que se marchó, primero con la excusa del posparto y quererse reponer en casa de sus padres y luego..., mejor no lo pienso, no lo soporto, todavía no lo he superado, pero lo del niño..., eso no lo consiento, eso... Es verdad que me equivoqué al querer retenerla hay cosas que cuando cambian, ¡cambian!, pero en lo que no me equivoco, es en querer compartir a nuestro hijo. Es de los dos y quiero disfrutar de él y tampoco se merece crecer sin su verdadero padre. Tengo que hacérselo comprender, todavía no sé como lo voy a hacer, pero... Sí, me equivoqué, pero no quiero volver a meter la pata. Quiero vivir en paz y esto es la guerra entre los dos y la víctima va a ser como siempre, el más inocente.

Nani. Marzo 2008.






miércoles, 5 de marzo de 2008

CARTA DE UN OLIVO ANDALUZ

Querida Tierra.
Soy el milenario olivo que sembraran los fenicios, romanos o árabes, ¡qué más da, ya ni lo recuerdo!, en una de estas preciosas regiones que tú nos has dado. Sólo sé que pertenezco a este mundo y que mis raíces están agarradas a ti, como el resto de vegetales y seres vivos, que nos nutrimos de esta tierra que nos has ofrecido, ya muy seca en la mayoría de la geografía que yo conozco y que de seguir así, puede que por muy poco tiempo. Según me cuentan las ráfagas de viento, los humanos no cuidan la naturaleza y es por eso, que todo está tan degenerado y en mal estado, sufriendo todos nosotros (vegetales, animales y humanos) bastante sed y cambiando todo lo que en su día nos ofreciste, para bien de nosotros y todo lo que habita el planeta.
Este año no te pude escribir para desearte un feliz invierno y como se aproxima la primavera, no quiero que pasen más días sin que sepas de mí. He estado muy ocupado con la recolección pero ya está tocando a su fin y antes de que empiece con la poda, la quema de ramón, el abono, hacer de nuevo los suelos, regar si fuera necesario y posible, debo como tú sabes que hago años tras año, darte las gracias por permitirme vivir en esta tierra tan sana y andaluza, donde respiro aire puro, sesear por encontrarme en la frontera cordobesa, granaina y jiennense y lo más importante, ofrecer mi rico fruto y zumo a todos los que me necesitan. Me siento orgulloso de formar parte de tu sudor y haber aprendido gracias a la diversidad de culturas que han impregnado tus poros y que han pasado a mis frutos para transmitir a tus habitantes todos esos principios, todos tus paisajes y características; incluyendo los tópicos tan normales, cuando todo es tan variopinto y tan... ¿cómo te diría?, no sabría expresarlo de otra manera…, tan diverso en colores, olores y sabores, tan distinto como es el ser humano, el mundo vegetal y animal.
Te escribo con alegría por todo lo dicho anteriormente, pero también con cierta tristeza. Noto como a la gente le está costando asimilar que todos pertenecemos al mismo entorno o volver a la mezcla de razas, cuando eso ha sido tan normal en esta tierra tuya. Como te decía, también me cuentan las ráfagas del viento, que se quedan a medio camino los seres que vienen de la hermana África, que cruzan el estrecho en unas pateras cargadas de criaturas apenas recién venidas a la vida y con un futuro por descubrir. No entiendo como se les permite que lleguen hasta aquí y de esa manera tan inhumana por parte de los dirigentes de este mundo nuestro y de los aprovechados de turno, perdiendo sus vidas una gran mayoría de ellos por conseguir el sustento personal y el de los que quedan al otro lado del Mediterráneo, por ejemplo; ocurriendo otro tanto con los que vienen de otros países lejanos como el continente americano, del este o de cualquier otro sitio más pobre. No comprendo que está pasando, porque todo eso que tu transmitiste durante tantos siglos, se está olvidando. La cultura se usa cuando conviene, los valores se desechan y de seguir así, me temo que la alegría, el llanto y el quejio que tienen nuestros cantes y bailes andaluces (también por ejemplo), sean agua pasada y otro tópico más sin haber servido de nada.
Madre tierra, quizá hoy me haya cogido un poco seco debido a la falta de agua que tienen mis raíces y por eso estoy tan melancólico, no me hagas mucho caso, pero por ser quién eres, tengo que dejarte estas lágrimas que se escapan de mis hojas y las dudas que le surgen a mi tronco. Ojalá el año que viene todo sea más bonito y te lo pueda contar.
De todas maneras, quiero que sepas que siempre formo parte de ti, como tú lo formas de mí.
Besos de este tu,
Olivo andaluz (que está algo triste por ver todo un futuro, pobre de ese futuro).


Nani. Marzo 2008.





jueves, 28 de febrero de 2008

LA COLINA


Sin pensarlo más se puso la cazadora y salió de la casa. Ya no había vuelta atrás. Aquella leyenda que tantas veces había escuchado a sus mayores y que la obsesionaba, hoy dejaría de ser leyenda para descubrir que ocultaba la colina y todo lo que escuchó primero siendo una niña y después a los lugareños cuando hablaban en la plaza y en la taberna. A su madre siempre le pidió una explicación y después a la tía-Candela (aquella mujer que todos temían porque según argumentaban, ocasionaba mal de ojo a quienes la miraban).
La tía-Candela nunca le dio miedo como al resto y fueron muchas las veces que fue a visitarla (siempre a escondidas de su familia) y otras tantas, las que hablaron del misterio de la colina. La buena mujer, siempre procuró encaminar la conversación por otros derroteros, hasta que conseguía hacerla persuadir y que olvidara el objetivo de su preocupación y su madre..., ella siempre hacía la señal de la cruz y le decía que ni pensara subir, ya que en aquella colina habitaba el diablo.
Estaba segura que allí había un misterio que todos más o menos ocultaban (siendo un secreto a voces, creía intuir), que no tenía nada que ver con el diablo, ni con el mal de ojo, ni con nada parecido. Una vez a los muchachos del pueblo siendo una chiquilla aún, les oyó comentar cuando pasó por delante de ellos, que lo que había en la colina era un tesoro guardado por un antepasado y que lo que se pretendía era asustar a todo humano, para que aquello siguiera allí hasta que alguien decidido fuera a buscarlo. En otra ocasión y siendo muy niña, había escuchado que unos chicos subieron y volvieron tan horrorizados que nunca más hablaron de lo allí encontrado.
Hoy ha decido que todo sea distinto. No espera más para ir al lugar soñado durante tanto tiempo. Lo ha planeado meticulosamente. La mochila con la manta, el chándal y las zapatillas, habían estado esperando en el fondo del armario desde hacía tres días. Las botellas de agua, metidas entre el rosal y la hiedra del jardín. Los bocadillos en el cajón inferior del congelador, envueltos en papel de aluminio para que fueran confundidos con el resto de congelados de mamá, de esta manera pasaban desapercibidos y después refrigerarían el agua y estos durarían al menos dos días en perfectas condiciones. Lo tenía todo calculado y esa mañana se levantó más ilusionada que nunca. La noche anterior dejó bien claro que tenía que madrugar para estudiar antes de ir a clase. Cuando llegó la hora prevista (debía coger un autobús que le llevara a la aldea), recogió todo lo que había preparado y se fue a la parada sin más. En cinco minutos escasos, se encontraba sentada en el asiento del vehículo público. Sabía que a esas horas tan tempranas poquito público la acompañaría y menos, conocidos que pudieran hacer preguntas, pero para hacer todo más creíble cogió un libro de texto y comenzó a simular que estudiaba, cosa impensable puesto que su mente volaba al camino que estaba deseando emprender. Cuando llegó a la penúltima parada antes de adentrarse en el bosquecillo, bajó haciendo creer que se quedaba en el pequeño pueblito, cargó a su espalda la mochila y el macuto con el avituallamiento y emprendió la ruta que se sabía de memoria por haberlo preguntando una y mil veces. Le dio frío, ya que estaba recién comenzada la primavera y el rocío de la noche aún mantenía el ambiente húmedo, pero con la caminata emprendida, se agradecía que el sol no se dejara caer con fuerza. Andados los primeros kilómetros, el terreno se hizo más angosto y sobraba la cazadora que se puso por la mañana. Hizo un descanso, dejó todo en el suelo, se quitó la prenda de abrigo, la lioteó y la metió en la mochila, bebió agua y prosiguió el ascenso con un nerviosismo que cada vez se acentuaba más, al saberse cerca de la meta. Pasó por medio de hileras de árboles frutales de los que arrancó alguna que otra pieza refrescando el paladar y cuando llevaba dos horas de camino, divisó en la cima de un montecito a la izquierda y aún lejana, una casita de piedra que disparó la adrenalina para que el resto de camino fuese más llevadero. No resultaba fácil andar por la vereda, puesto que se notaba que en todo el invierno nadie se había dignado pasar por allí. Después de un buen rato, se vio frente a un porche húmedo y descuidado. Dejó caer a sus pies la mochila y el macuto y se sentó en un escalón para recobrar el aliento y humedecer de nuevo la garganta con unos sorbos de agua. Volvió la mirada al camino por donde había llegado, y quedó sorprendida por la belleza del entorno, preguntándose como no vivía nadie en un paraje tan maravilloso. Cuando estuvo repuesta del todo, tanto de la caminata como de la impresionante belleza del entorno, subió los tres escalones que le llevaban a la entrada de la casa, golpeó con los nudillos la madera de la puerta y esperó. Al no obtener respuesta, giró el picaporte y este cedió con naturalidad. Empujo esta dando un paso al frente y encontrando una estancia de piedra con chimenea, bancos de madera alrededor de una enorme mesa del mismo material, un gran ventanal por donde se filtraban los rayos de sol y que daba a la parte lateral de la casa y al fondo, otra puerta de cuarterones entornada. Se adentró con sigilo mirando por todas partes y sólo encontró polvo, una mesa tallada de madera con un libro cerrado encima y un sillón también de madera a juego. Retiró con cuidado el polvo que cubría el libro y pudo leer el título tallado sobre la cubierta, con letras que debieron ser doradas en su día, quedando pensativa y sorprendida después de leer lo que allí se mostraba: “El libro del poder”. Cuando lo abrió más sobrecogida quedó al leer lo poquito impreso en la primera página: “Has encontrado el tesoro de la cabaña”. Pasó de nuevo la página y esta también contenía un texto bien escueto: “El que llega hasta aquí, además de descubrir un tesoro, aprenderá a hacer lo que le dicte el corazón, y según actúe de hoy en adelante, su vida tendrá un sentido u otro. De ti que estás leyendo y has llegado hasta aquí, depende lo que será tu vida”.
Salió de nuevo al porche, cogió el macuto, sacó de él un bocadillo y una botella de agua y se sentó en el primer escalón. Mientras comía, pensó en su madre y el miedo que le producía la cabaña. Nunca se atrevió a subir y se dejó llevar por los comentarios de los lugareños. Entendió a la tía-Candela y sus evasivas, ella sabía que llegaría a descubrir la verdad por sí misma. Supo porque algunos chicos se burlaban aunque nunca hacían comentarios, en el fondo respetaban lo que allí encontraron, pero también comprendió porque otros despreciaron lo que allí vieron, ya que no supieron descifrar el sentido de lo encontrado y la llegada hasta la casita, fue para ellos una frustración incomprensible.


Nani. Febrero 2008.



sábado, 23 de febrero de 2008

ATRAPADOS EN LA NIEVE



Habían quedado atrapados en el refugio de la montaña. La nevada que había caído durante la noche, les dejó incomunicados. Tenían leña y comida, pero al quedar interrumpida la corriente eléctrica por alguna avería, también los teléfonos móviles se quedaron sin batería, siendo más desoladora la espera, en aquella casa de madera en la cima nevada.

Los nervios después de días de agotador ejercicio, empezaron a aflorar y la convivencia que en otras circunstancias hubiera sido divertida e incluso apasionante, comenzó a enrarecer el ambiente que poco a poco, se cargó de sátiras y palabras de doble filo. Ni las partidas de cartas, ni el juego de dados, resultaban entretenidos y servían de disputa, creyendo ver los unos en los otros, trampas para ser ganadores y encontrándose en todo lo que se hacía o se decía, un motivo para desconfiar de todo y de todos.

Aquellos chicos que desde el parvulario habían estado juntos en todas sus travesuras, primeros escarceos amorosos, complicidades para ganarse la simpatía de las chicas y todas las aventuras de facultad y excursiones, se estaban yendo por tierra al quedar aprisionados en aquella mole blanca.

Empezaron a salir del fondo del alma los rencores, las envidias y todo aquello, que había quedado solapadamente oculto bajo bromas y chistes, más o menos acertados y que en momentos felices, no se tenían en cuenta del todo.

Era la quinta noche que pasaban en aquella prisión y cuando se disponían a recoger la cocina para retirarse a descansar, fue Marcos el que dijo de forma tajante: "Llevamos cinco días aquí atrapados y lo único que hemos hecho, ha sido restregarnos nuestras miserias y egoísmos. Por la amistad que siempre nos hemos tenido desde pequeños, os propongo un juego para mañana. Esta noche mientras nos dormimos, debemos pensar en todo lo bueno y lo malo que hemos vivido juntos, mañana tenemos todo el día para pasarlo a un folio, después y antes de la cena, lo exponemos con la mejor voluntad y sinceridad de la que disponemos, ¿os parece?... Así, dejaremos todo este ambiente enrarecido que no nos lleva a ninguna parte y que además, va a acabar con nuestra amistad. Analizaremos los errores que hemos cometido y aclararemos las dudas que tenemos los unos de los otros y que nos están llenando de rencor. Reconoceremos nuestras equivocaciones, el daño que hicimos y podremos perdonarnos y pedir disculpas".

Todos quedaron enmudecidos mirándose fijamente a la luz de las velas. Sin decir palabra, todos afirmaron con movimientos de cabeza y se dispusieron a retirarse a descansar.

Inesperadamente, las lámparas eléctricas se encienden quedando todas las habitaciones iluminadas. El alboroto y el jolgorio son ensordecedores. Al unísono, todos sacan de sus mochilas y macutos los teléfonos móviles y sus respectivas baterías, quedando todos los enchufes ocupados.

A la mañana siguiente, pudieron comunicarse con la civilización y dos horas después, los recogen unos helicópteros que los llevan de nuevo a la urbe, quedando de nuevo oculto el rencor, las envidias y la violencia, que terminaría con la amistad de unos buenos chicos que no supieron hacer frente a las "miserias humanas".

Nani. Febrero 2008.




lunes, 18 de febrero de 2008

LA FOTO



Restriega la foto, para borrar lo que aparece al fondo.


El atuendo es el normal de la época, pero no lo que aparece detrás. Sucede con frecuencia. Piensa romperla, pero es de su querida madre. Una madre cariñosa y que un día apareció sin vida.


La mira gritando:”Di que es lo que quieres”.


No supo si estuvo días, horas o semanas, detenido ante ella. Tras su madre, aparece una sombra conocida y la puerta del desván que hay en el piso superior.


Se dirige al cuartelillo, les cuenta todo a pesar de lo extraño y les pide que le acompañen. Con desconfianza suben. Tras la puerta hallan el arcón que fue de su padre. Encima de todo hay un sobre cerrado y dirigido a la policía. En el interior, una nota donde se confiesa autor del atroz crimen.


Al mirar la foto, cree advertir dulzura y una sonrisa.

Nani. Febrero 2008.


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UN PREMIO.... UNA ALEGRIA

Después de colgar el último post he tenido unos días bastante ajetreados y no había pasado a mirar el blog, ni los blog de los amigos a los que habitualmente visito. Anoche antes de ir a la cama pensé dar un vistazo por gusto de ver el panorama y no os podéis imaginar la cara de pánfila que se me quedó al mirar los comentarios y ver que: Vanessa me había concedido el premio "Este no es un mal blog" que según ella misma comenta, es un premio de origen portugués y que debo ahora asignar a siete blog que considere imprescindibles. Se lo agradezco infinitamente, porque nunca creí que me distinguiera nadie con algo semejante. Los premios siempre son un honor recibirlos y más que nada, el cariño que ponen las personas que lo otorgan, puesto que dan unas razones que no tienes por menos que agradecer.

Como creo que todos los enlaces que tengo a mi izquierda se merecen este premio, no voy a elegir ninguno en particular, sino que a todos y cada uno, además de otros que visito y que aún no he tenido tiempo de colocar en el sitio antes mencionado, tienen este premio merecido con todo el cariño y admiración por mi parte.
Muchas gracias y besos a todos los que pasáis por aquí, en particular a ti Vanessa (hoy voy a tener la oportunidad de agradecer como es debido) a los que dedicáis vuestros minutos a los relatos de,



Nani. Febrero 2008.