Con esta entrada, intento complacer a Mita y a Susana que me la han pedido y muy especialmente a Driada por su amabilidad.
Dedicarla a todos los biznietos, para que conozcan la obra de quién fue su bisabuelo y el encargo se lo dejo a Mariaphan, para que corra la voz a su hermano y todos sus primos.
Todos los que hemos nacido en Alcalá la Real cuando vamos desde el Paseo de los Álamos o en el sentido contrario para por ejemplo ir a ver a la Virgen, pasamos por el Llanillo en un sentido u otro, bien por la acera del Convento de las madres Dominicas o la acera de enfrente. Normalmente no reparamos en los edificios que componen nuestro patrimonio… ¡cómo siempre han estado ahí, como que ni los vemos!
A mí me pasa que cuando llego a un sitio y me encuentro delante de un edificio nuevo pero que además es antiquísimo, disfruto pasando mi mano por sus viejas piedras, deslizar mis dedos y tocar. Tocar pensando en las personas que diseñaron esos edificios, los construyeron y estuvieron allí día a día y piedra a piedra, acabaron edificando por ejemplo una Giralda en Sevilla, una catedral en Jaén, la Fortaleza de la Mota, Palacio Abacial o el antes mencionado Convento de las madres Dominicas y estos últimos no tenemos que ir lejos a visitarlos, sino que los vemos al recorrer El Llanillo por ejemplo.
De niña me encantaba pasar mis dedos y restregarlos (digo restregarlos y no pasarlos) en esas piedras viejas, cuando iba hacía el paseo o del paseo hacía mi casa. Los “restregaba” con fuerza y luego me los tocaba y los miraba. Las yemas de mis dedos se ponían brillantes y lisas. Era para mí como si se hubiera impregnado parte de aquellos ancestros que allí estuvieron y consiguieron que aquello llegara a ser lo que a mí me ha cautivado siempre.
De todas maneras, cuando paso por El Llanillo y parte central de nuestro pueblo, desde niña lo he hecho con cierto orgullo. Un orgullo que se quedaba entre esos edificios y yo, porque no solo los antes mencionados me producen esa satisfacción, sino muchos otros y por razones muy especiales, por ejemplo la esquina derecha de la calle Veracruz,
los Explosivos, la casa donde vivió siempre "Pepe la Tercia" (el compadre de mi madre, de mis tíos, primos y de boda del abuelo), esa casa que tiene un balcón precioso desde el que vimos pasar muchas procesiones, y que da frente justo a la boca-calle Alonso Alcalá, la esquina del Juego Pelota, frente al Compás de Consolación, en el mismo Juego Pelota la casa donde estuvo correos (esa casa que hay antes de llegar a la calle Espinosa), ¡cómo recuerdo aquella casa con su patio andaluz lleno de macetas, su fuentecita con una rana verde, donde vivía la tia Mª Teresa adonde me encantaba ir sobre todo en verano porque hacía mucho fresquito, porque en aquellas blancas escaleras de caracol, he jugado y sobre todo, he leído mis cuentos de hadas con Mª Paz, he encontrado el cariño de Tere (la comadre de mis hermanos) y su familia, y hay otra cosa más, esa casa como todas las anteriormente mencionadas, la de D. Luís Abril frente a las Escuelas de la Sagrada Familia (con esa forma arabesca), las ranas que había en el paseo y que eran unas fuentecitas en los laterales (hoy están cambiadas), hechas con ladrillos árabes o arrayanes y su ranas verdes, su chorro de agua en el centro, muchos otros edificios de nuestro Llanillo, calle Real, calle Veracruz, Alonso Alcalá, Santo Domingo (frente a la Cruz de la calle Rosa donde nací), el colegio de Cristo Rey donde yo estudié y que era igualito a la casa en donde vine al mundo y así, un montón que ya ni existen, yo exactamente no recuerdo y tampoco puedo demostrar, fueron construidas por alguien que los alcalaínos apenas unos cuantos, sabemos quién fue. Bueno, yo si sé quién fue aunque no le conocí ya que murió (como tantos españoles murieron de esa manera injusta que mueren los hombres en una guerra y más injustamente, en una guerra civil como fue la española), mucho antes de que yo naciera y por eso estoy hoy contando todo esto. Ese hombre, fue el padre de mi madre, de mis tíos y por lo tanto mi abuelo y abuelo de mis hermanos y todos mis primos.
¿Quién era este hombre?
Como he dicho ya, fue mi abuelo y todo lo que voy a contar son recuerdos. Son las cosas que mi madre me contaba de su adorado padre.
Aquel niño que nació en Alcalá la Real un día de diciembre de 1879, bautizado con el nombre de MANUEL e inscrito como MANUEL LÓPEZ RAMIÍREZ, comenzó de muy niño ayudando a su padre Juan de la Cruz y a sus tíos en las tareas de albañilería, acarreando el botijo para calmarles la sed y como demostró más tarde, fue un niño muy despierto que aprendió el oficio, sin descuidar sus estudios aunque primarios, de tal manera que pronto y muy joven ya supo dirigir sus propios edificios, diseñados por él mismo, dibujando sus propios planos, dibujos de decoración y un largo etcétera. Creativo y autodidacta, que, como dice mi primo Manolo, que conserva sendos libros de arquitectura, muy voluminosos, llegó a matizar y comentar con notas manuscritas del abuelo.
Colaboró con él D. Pedro Ríos, como delineante, que luego sería maestro de dibujo de tantos alcalaínos (a mí me tiró de las orejas en más de una ocasión, porque decía que no me parecía al abuelo, ni a mis hermanos con el lápiz y el papel) y que, merecidamente, hoy Alcalá honra su memoria dando su nombre a una calle.
A una temprana edad, formó una familia con la que fue mi abuela María teniendo con ella seis hijos, mi madre la penúltima de ellos, después y en segundas nupcias, tuvo a su último hijo que aún vive, pero que está muy malito para aportar datos, ni le recuerda ya que cuando el abuelo murió él era un bebé o un niño de corta edad.
Ahora dejo que los recuerdos sentimentales se evaporen un poco y voy a intentar hablar de lo que verdaderamente nos ocupa, que es la obra de este alcalaíno que supongo es lo que interesa al que ahora lea esta historia.
Según me contaba mi madre, fue un experto diseñando escaleras de caracol. Siempre he escuchado que diseñar y terminar una escalera es bastante difícil, pero si ya la queremos de caracol la cosa se complica y en la época en que mi abuelo desarrolló todo su ingenio, los avances técnicos que hay hoy no existían ni por un casual. Los planos los hacía a mano y a plumilla, utilizando tintas de varios colores, creo recordar que eran negro, azul y rojo, era yo muy pequeña cuando todo se quemó, pero eran cosas que significaban mucho para poderlas olvidar del todo (recuerdo una habitación bien grande, llena de rollos de planos), así como las fotos de tamaño enorme del abuelo, la abuela y resto de familia.
Cuando quedó viudo mi madre tenía tres años y ya, su padre era un hombre importante. Por entonces ya hacía edificios en nuestro Llanillo por ejemplo y por supuesto, las casas principales de todos los más pudientes del pueblo y alrededores, utilizando como medio de locomoción una mula bastante bien "plantá", según la recordaba su hija Encarnita (mi madre). Después, como ya su fama fue creciendo y demandado de otras ciudades más lejanas, aprovechó lo que la técnica de entonces ofrecía y junto a su amigo D. Luís Abril, adquirieron ambos los primeros coches de motor que hubo en la ciudad, siendo comprado en Granada el de mi abuelo (foto) y con matrícula nº 802, (esta información se
la tengo que agradecer a nuestro cronista oficial D. Domingo Murcia y a la señora “Ángela Morales”, que nos ha entregado esta foto y que estuvo en su poder hasta hace escasos días) y conducido por un chofer, muy leal y muy discreto y simpático, que llegó a destrozar 3 coches, un Fiat, un Buick y un Peugeot, por aquellas carreteras que nos dejó el General Primo de Rivera. Creo recordar le apodaban “Cabeza Hueca”, (un prenda debió ser a razón de dicho apodo). Así, empezó a ir a reconstruir iglesias gratuitamente y edificios importantes, como mejor promoción de sus habilidades en pueblos cada vez más alejados ya que su fama se iba difundiendo de boca en boca y la admiración por su trabajo, fue creciendo. De esa manera hizo casas con el típico patio andaluz utilizando arrayanes y mármol blanco, la típica fuente corriendo el agua todo el día y lo más importante, las fachadas del estilo de nuestro Llanillo.
(Ultramarinos del compadre, ahora ocupado por una tienda de ropa)
(Fachada completa de la casa de su compadre “Pepe La Tercia").
Llegando a dominar la Escalera de caracol (normalmente en mármol blanco) la técnica de estucado a fuego, imitación a mármol y el azulejo de tradición musulmana que usaba en zócalos y tímpanos de las que han quedado constancia en el Balneario de Frailes, Santa Ana, Martos, Almedinilla, Priego, Jaén, Cabra, Córdoba, Gran Vía de Granada e incluso llegó a tomar parte en la restauración de algunas de las bóvedas mozárabes de la Alhambra, Málaga, donde construyó 9 villas de las que sobreviven a la piqueta 2, una de ellas construida por encargo de su cuñado D. Rodrigo Muñoz Paredes, en la Huerta del Rincón, de Torremolinos, probablemente también la Casa Navajas, divisando en la playa del Bajondillo también en Torremolinos, donde tengo entendido quieren hacer un museo.
Mención aparte merece, Villanueva del Arzobispo, donde empezó arreglando la techumbre de la iglesia principal y terminó concluyendo el coro, y entre medias construyó ocho preciosas casas características de él. La primera se la encargó el Juez de Villanueva, que se conocieron en los baños de Marmolejo donde iban a reponerse las respectivas esposas. Era el abuelo un gran maestro albañil, pero debió ser también un gran relaciones públicas. De cualquier situación sacaba un encargo. Parece ser hizo sus mejores construcciones, entre ellas, una que incluía una reproducción del Patio de los Leones de la Alhambra. Los villanovenses están muy orgullosos de este patrimonio. Los mayores recuerdan que aquellas casas las construyeron unas cuadrillas de albañiles que viniendo de Alcalá la Real, a finales de los años 20, estuvieron trabajando varios años. Antecesores y parientes de Paco Rosales, el cura, estuvieron al frente de aquellas cuadrillas, y muchas otras ciudades que me resulta imposible recordar con exactitud, aunque según contaba mi madre, continuamente se desplazaba a Madrid, para además de informarse en las nuevas tendencias (Eclecticismo entre otras), ilustrarse visitando museos y comenzar a prodigarse cuando estalló la guerra civil.
Todas estas cosas las contaba mi madre con un orgullo y una satisfacción increíbles, pero el motivo es que al ser ella muy pequeña (por entonces también había muerto su hermana mayor) y quedar sola entre chicos, él prefería llevarla consigo. En las mañanas mientras él trabajaba y hacía sus gestiones, a la niña la dejaba en un colegio de monjas (en régimen de internado), para que prosiguiera sus estudios infantiles y luego en la tarde, la iba a recoger y visitaban juntos los museos, exposiciones y todos los eventos que a él le llevaban a la capital madrileña, por lo que era comprensible ese recuerdo tan fastuoso de mi madre: “Ninguna niña de la época (años 1925-1930), tenía ese privilegio”. Recuerdo con cuanta admiración, hablaba de la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla. Ella estuvo allí con él y en las mismas circunstancias (en régimen de internado durante todo el día menos por las tardes) que juntos recorrían pabellones, museos, edificios (tenía un recuerdo especial del “Parque de Mª Luisa”, debieron pasarlo muy bien allí) y todo lo que por entonces hubo en aquella feria de muestras, inaugurada por el Rey D. Alfonso XIII, y así, en tanto y tantos eventos a los que la llevó.
Pero bueno, voy a seguir con la figura del abuelo y su obra. Todo esto que ahora reflejo es lo que apareció en el programa de la Virgen de 1991 y el libro “ALCALÁ LA REAL, Patrimonio Arquitectónico y Urbano” y que fue posible a los recuerdos de todos mis hermanos y primos y por supuesto, el interés mostrado para estas publicaciones de Fco. Javier González que estuvo varias veces en casa (no le pude ofrecer sino tan solo recuerdos) y José Mª Rosales. En su día el cronista Domingo Murcia, Juan Cano Valverde y algunas personas más, que estuvieron muy interesados en su obra y no podían creer que en casa no hubiera nada, pero ya les dije a todos muchas veces, que fui testigo y artífice en cierto modo de la destrucción de todos los planos, objetos personales y fotos del abuelo. Un día cuando aún yo era muy pequeña, mi madre me pidió que la acompañara a la casa donde ella y yo nacimos, (la casa del abuelo en la calle Santo Domingo, frente a la Cruz). Fuimos y recogimos todos los rollos de planos (tuvimos que dar bastantes viajes), los objetos personales y todas las fotos. Parece que lo estoy reviviendo otra vez de nuevo y se me encoge el estómago y de nuevo el nudo ese que se hace en la garganta, vuelve a hacer de las suyas. Como decía, recogimos todo y en la casa donde vivíamos por entonces, mi madre abrió la mampara de una chimenea que había en una de las habitaciones antes de llegar al patio (creo que fue la única vez que se abrió aquella chimenea) y empezó a apilar rollos que yo le iba acercando, cuando le pareció que estaba bien llena le acercó una cerilla y a partir de ahí, todo se fue quemando (recuerdo la foto grande que había en el salón de la otra casa, era más grandota que yo) y como decía, fotos, planos y todo fue desapareciendo, mientras mi madre lloraba y lloraba (nunca he podido olvidar aquel llanto callado y dolido, nunca lo he olvidado ni lo podré olvidar, hoy aún me duele, ¡me duele mucho!, porque sé y sabía entonces aunque tenía muy poca edad, que con aquellas llamas se quemaba parte de mi herencia y de mi pasado, porque siempre supe que con aquellas llamas y el humo que desprendía, se iba algo que me pertenecía y que nunca ya tendría y eso…, eso ¡DUELE!
Sí, todos los alcalaínos y todas las personas cuando escuchan decir esto se confunden y se extrañan. ¿Por qué si mi madre que adoraba a su padre quemó todo lo que a él pertenecía?, la verdad es que aparentemente no tiene sentido pero se cansó de que hubiera personas que se aprovecharon de todos los objetos del abuelo y llegó el día que dijo: “¡Se acabo!” y con el fuego todo se terminó. Hubo personas muy cercanas que la quemaron (moralmente) a ella y de igual manera terminó con todo, pero eso sería otra historia.
Creo haber hecho una pequeña semblanza de quien fue ese hombre que llamaban “MANUEL LA MORENA” como recuerdo de un apellido de algún ancestro, “Sánchez de la Morena”, que apenas conocemos porque murió muy joven, con tanto hermoso por crear y por hacer, (a los 56 años) y como todas las personas que mueren en una guerra de forma injusta y sin sentido. Unos dicen que tenía mucho genio. El genio se le atribuye a que cuando sus trabajadores estaban construyendo y llegaba a ver como iba la obra que debía dirigir, si no le gustaba el trabajo realizado, se quitaba la chaqueta, se remangaba la camisa, cogía el pico y tiraba lo que habían hecho. Después reconstruía él mismo con sus manos lo que quería que se hiciera y que a la vez enseñaba como debía ser. Otras personas me han contado, que como además era el encargado de las obras del Ayuntamiento, cuando había falta de trabajo y no cobraban los albañiles, por las noches mandaba levantar una de las calles más anchas y largas de la ciudad (calle Real) y claro, por la mañana "nadie sabía que había pasado", por lo tanto lo que urgía era llamar a los parados para que aquello se arreglara. Pero destacó por una imparable ascensión social, hijo y nieto de modestos albañiles se codeó con la “creme de la creme”, no como el comparsa “piojo revivío” o nuevo rico útil porque paga las consumiciones y pasea en el coche, “Cabeza Hueca” al volante, sino como uno más y esto es lo sorprendente, mas aún imaginando a aquella Alcalá, del primer tercio del siglo pasado: Promovió con otros el Teatro Martínez Montañés, figuró en la escritura fundacional del Partido Liberal de Alcalá, con un buen puñado de muy respetados y respetables señores de aquel entonces, y creó mucho empleo y pagó muchos salarios en invierno con las obras paradas, y creó mucha belleza.
Como veis, aquí la polémica está creada, la envidia y los terribles desacuerdos y por lo tanto, el motivo parece ser de que fuera fusilado y que tampoco le conozcamos aunque desde el 11 de mayo de 2004 tiene en pleno concedida una calle, como reconocimiento simultáneo al también merecido por el alcalde Matmala, para ambos reconocimientos se recogieron gran número de firmas, también simultáneamente, pero parece ser que para el abuelo no ha habido ocasión de hacer efectivo aquel rancio acuerdo, por el que trabajó con denuedo, enfermo como estaba, D. Juan Cano Valverde, incansable valedor de la causa, que falleció sin ver materializado su logro, ¿será que aún quedan resquicios y dobles raseros de esa horrible guerra? ¿Hubo tomadura de pelo? Esa es una pregunta que me hago y que no sé responder, pero que creo se la haré algún día a mi alcaldesa, que me consta está al corriente del asunto.
NOTA: Sin la colaboración de mi primo Manolo, los datos aportados que son la mayoría y sus recuerdos, no hubiera sido posible esta “semblanza“, que me han pedido para que quede constancia de su obra en mi ciudad.
Gracias primo, sé que hoy tu hijo, tu padre, mi madre, el abuelo y resto de familiares como el tío Paco que con 15 años se fue a vengar la muerte de su padre y murió en la "Ciudad de la Luna" de frío, nos van a sonreír un poquito desde donde estoy segura están reunidos.
Nani Canovaca López y Manuel López Muñoz.
Fotos: Antonio J. Serrano Canovaca.
ALCALÁ LA REAL y MADRID. Julio 2008.