miércoles, 13 de agosto de 2008

Los Dioses Menores, en concierto


Ayer vino mi hijo todo entusiasmado con dos entradas para el concierto de música clásica formado por un grupo de nueve saxofonista “Ensemble saxofonista SQUILLANTE”, al que me invitaba. Así que hoy a las 22 horas estábamos los dos sentados en nuestros asientos de palcos (ya que cuando fue a sacar las entradas, las butacas estaban agotadas) y aplaudiendo la presentación. El programa incluía lo siguiente:

“Suite Holdberg” de E. Greig.

“Fantasia” de H. Villa-Lobos.

“Concerto Grosso nº 8” de A. Corelli.

“Tocata y Fuga” de J. S. Bach.

La Boda de Luís Alonso” de G. Gimenez.

La presentación ha corrido a cargo de uno de los nueve elegantes jóvenes (el que de todos ellos hablaba castellano), instrumentos en manos que según ha explicado, se trataba de saxofón soprano, barítono, alto, tenor y bajo alguno de ellos repetido (de estos instrumentos entiendo muy poquito, ¡con decir que creía que todos los saxofones eran como el que tenía al payaso del circo al que iba de niña y no había más!).

Pero bueno, vayamos a lo que nos interesa. Estoy sentada toda atenta pero con algo de calor. Abro mi bolso para buscar mi abanico y me llevo un susto de mil pares de narices. Tropiezo con algo tibio y tierno. ¡Me ha faltado “el canto de un pelo” para soltar un alarido que hubiera temblado el teatro, el personal, los asistentes al concierto y los músicos, al unísono! Cuando consigo sosegarme un poco y pensando que dentro de mi bolso hay un ratón o algo parecido, sale una carita pequeña de entre el pañuelo y el abanico, con el dedo delante de la boca mandándome callar: ¡Sifffff!, y si no me ha dado un yuyu, seguro que no me da nunca (sé que esto lo he dicho más veces, pero ¿que queréis? ¡Ya debería estar acostumbrada a estos sustos, pero lo que no es normal, no lo es, que carajo! ¡No es normal que de mi bolso y en un concierto, salga un dios menor mandándome callar encima de todo¡ y claro, en este sitio se supone que todo el mundo debe estar atento escuchando y en silencio, así que toda indignada y con mi voz lo más tenue que he sabido hacerlo, le he preguntado que qué demonios hacía dentro de mi bolso y el jodio poniendo esa cara de no haber roto un plato en su vida, me contesta: “Casi nada, ayer escuchamos que os veníais al concierto y a nosotros también nos apetece”





¿Qué os apeteceeee? – aquí el tono de mi voz se eleva un poco y cuando me doy cuenta, miro a derecha y a izquierda-, ¿entonces estáis todos aquí?

Mi hijo que me ve toda sofocada, me hace señas para que le diga que me pasa.

Yo por supuesto no quiero decir nada, ¡era lo que faltaba!

Me levanto y le digo que tengo que ir al servicio. Cojo el bolso y el revoltoso que el otro día se hizo la cresta (¡ya sabéis!), casi se sale. Se escucha un murmullo y es que parece discuten a ver quién sale después. Ya en el pasillo, meto mi cara dentro del bolso, no sin antes asegurarme de que no me ve nadie y empiezo a hacer preguntas incoherentes, porque estoy fuera de mí.

Al que le gusta meterse entre mi pelo, de un salto lo tengo dándome masajes, ¡para masajes está la Nani en este momento!, y le grito ordenando se baje de mi cabeza. Lo hace escalando por mi oreja y cuando llega a esta, me dice muy flojito: “¡no seas mala mama-nani, si solo hemos querido estar en el concierto, no hemos estado nunca en uno, danos permiso, nos estaremos quietecitos y no nos verá nadie, mira yo me meto en el bolsillo de tu camisa, y el resto entre tu pelo, sentados en esos pendientes que tienes tan chulos y en el escote, ya sabes que cuando queremos no estamos muy quietecitos!, y lechugas ¡me convencieron de nuevo!, y haya que vuelvo repleta de dioses menores por tos laos, ¡esto es la leche en tetrabrik! –pienso.

En fin, que de nuevo estos dioses están haciendo de las suyas y la cosa no se quedó ahí. Más o menos se han comportado durante todo el concierto, pero al terminar “La Boda de Luís Alonso” se han puesto a aplaudir y a gritar ¡”Bravo, bravo!” y las personas que había a mi lado me han mirado como si fuera un bicho raro y además habrán creído que tengo voz de pito. Eso es lo que menos me importa, pero no me da tan igual que crean soy una mal educada y que no me sé comportar.

En fin que en esas estamos, la gente aplaudiendo para que los músicos vuelvan a salir al escenario y de paso interpreten otra obra. Salen todo sonrientes y dispuestos a interpretar un pasodoble, “El Gato Montés” y ya el teatro se caía, somos españoles y andaluces, así que los pasodobles son nuestro fuerte (había mucho público de las aldeas que para colmo les chifla y familiares de uno de los concertistas, así que el teatro se venía abajo), pero la odisea no termina ahí. Los dioses menores todo entusiasmados y aplaudiendo se salen de sus escondites y de un salto uno de ellos, pasa de un sitio a otro hasta llegar al lateral más próximo al escenario y lo veo (no sé como las arreglan) metiendo su cabeza en el pabellón del barítono (que susto, creí que se metía para adentro), mientras se tapaba los iodos con las dos manos, estuvo a puntito de desaparecer dentro o fuera por el golpe de sonido y viento que salía al impulso del músico. ¡Menos mal, que todo el mundo estaba pendiente del grupo en general y el músico embebido en las notas que debían salir de sus pulmones, que de lo contrario, se podría haber formado la hecatombe si los descubren!, … y como parece que se dio cuenta del peligro que corría, del enfado que llegaría a coger mama-nani y de lo que podía esperar, se dio media vuelta y volvió por donde había saltado (¡que agilidad puñeta!) y sin más (bueno con carita de borreguito degollado), volvió a meterse entre mi pelo y para cuando terminó el pasodoble, todos estaban aplaudiendo pero de forma que tan solo era yo la que notaba dichos aplausos.

Salimos a los pasillos, comento lo bonito que ha estado todo con los amigos de mi hijo y sus padres que estaban al lado nuestro (un poco rara, por el susto que tengo a que los descubran), paso un momento al servicio y no tengo que decir nada, los ocho dioses se meten en el bolso, salgo (pensarán todos que tengo una incontinencia de las peores) y saludo a todos los conocidos.

Me despido de todos incluido mi hijo que va a ir a tomarse una cervecita y yo me dirijo a la casa, con una larga perorata dada a mi bolso (menos mal que vuelvo en el coche), de lo contrario me hubieran cogido y me llevan a ponerme la camisa de fuerza.

Los dioses menores se han limitado a asomar sus cabecitas y a pedir perdón. Son unos joíos y saben como derretirme, al final los he mandado a dormir a la terraza (ellos encantados, ¡hace más fresquito!) y yo me he puesto a leer un ratito hasta la hora de dormir.

¡A pesar de todo -pienso -, he disfrutado un concierto con gente muy popular en toda Europa!

¡Como veis queridos amigos, estos dioses menores me la hacen si no a la entrada es a la salida! No hay día que no tenga que pelear un poquito con ellos, pero a pesar de todo los quiero, eso os lo digo a vosotros, a ellos no se lo puedo decir porque sé que lo saben y si me ablando, ¡la cosa no tendría arreglo!




Tengo que dar las gracias a Miriam por el premio concedido “PREMIO ALAS DEL ARTE”. Muchísimas gracias guapa. A la vitrina de trofeos va directo.




Nani. Agosto 2008.

sábado, 9 de agosto de 2008

ASIGNATURAS PENDIENTES...

Ando un poco mal de tiempo estos últimos días, por eso os ruego me perdonéis si no paso a comentar. Prometo en unos días ponerme al día, pero como veo que tengo unos regalos que agradecer, lo voy a hacer inmediatamente y además colocar en la repisa dichos regalos que llevan algunos días esperando este momento.


PRIMERO DECIR QUE EL RELATO ANTERIOR ES PRODUCTO DE MI IMAGINACIÓN. ¡OJALÁ COMO COMENTAIS ALGUNOS, FUERA VERDAD!

DE CONTINUARLO COMO ALGUNOS ME HABEIS PEDIDO, EN UN PRINCIPIO NO ESTABA PREVISTO ¡YA SABEIS LOS QUE ME LEEIS QUE ME GUSTAN LOS FINALES “SORPRESA”!, POR ESO AHORA DEPENDE DE LA LUCECITA ESA QUE SE VA ENCENDIENDO EN LA CABECITA, EN FIN, LO CONSULTARÉ CON LA ALMOHADA, PERO ANTES DE NADA, DAROS LAS GRACIAS A TODOS PORQUE ESA LUCECITA SE ENCIENDE CUANDO SABE QUE AL OTRO LADO ESTAIS LEYENDO.

"GRACIAS DE CORAZON"


Y ahora agradecer a CECILIA ALARCON “EL BALCÓN DE CECILIA”, el premio “EL ÁRBOL DE LA VIDA”, como ves lo recojo y lo pongo en la repisa.







A Martha le doy las gracias por el premio "SAFIRO", eres una niña muy cariñosa y te lo agradezco de veras.

COMO SIEMPRE QUIERO DEJAR ESTOS REGALOS A TODOS MIS ENLACES, PERO COMO VEO QUE SOIS MUY TÍMIDOS Y NO ME HACEIS CASO, HOY Y SIN QUE SIRVA DE PRESEDENTE, OS NOMBRO A TODOS Y TANTO UNO COMO OTRO, LOS DEJO PARA QUE LOS RECOJAIS, SIMPLEMENTE PORQUE OS APRECIO Y OS TENGO CARIÑO...

"VA POR TODOS VOSOTROS"

sábado, 2 de agosto de 2008

LA BIBLIOTECA




Todo fue muy inesperado cuando abrió el buzón y encontró una carta con remite del pueblo de sus padres.

No había llegado a conocer a fondo el pueblecito aquel, puesto que sus padres comenzaron a vivir en la ciudad antes incluso de contraer matrimonio. Algunas vacaciones le llevaron, pero a pocas personas conoció profundamente y hoy, con desconcierto recibe noticias de tan lejano y desconocido lugar.

Muy perplejo, abre el sobre y extrae una extensa carta que comienza a leer con curiosidad. Le da una ojeada rápida para ver si le desvela algo, por último se dirige al final para observar la firma y ver si esta le desvela quién le escribe y calma su curiosidad. Hay un garabato ilegible, que no le aclara nada en absoluto, por lo que comprende que mejor será empezar por el principio y leer en su totalidad dicho escrito.

La carta comienza dirigida a él personalmente. En primer lugar se presenta diciendo que es un primo de su padre y que el motivo de dicha carta, es comunicarle que ha heredado de su tío (hermano de su abuelo), toda una biblioteca. No es una biblioteca cualquiera -le dice- , sino un patrimonio de gran valor histórico; por su contenido y por sus características artísticas, encuadernaciones e impresiones, en su mayoría manuales y antiquísimas, pero también libros salidos de las primeras imprentas que se conocen, siendo todos ellos autenticas obras de arte. Hay libros de la época de Carlos V, todos ellos como es natural, escritos e ilustrados a mano, con estilos góticos, barrocos y deslumbrantes, más aún para quienes no los han visto nunca. Entre ellos se encuentra un romancero, escrito sobre vitela, caligrafiado de tipo humanístico, iniciales y capiteles de colores sobre planchas de oro bruñido, con títulos en rojo, esmeradamente manuscrito e iluminado, de estilo renacentista, que muy bien podía atribuirse a la biblioteca del gramático Antonio de Lebrija o de su alumno D. Juan de Zúñiga y Pimentel, pero todo ello está aún incierto ya que hay firmas ilegibles y pendientes de estudios concienzudos y hechos adrede. Algunos fueron catalogados en rápidas sobremesas sin llegar a haberse hecho un estudio somero, -sigue contando- y las obras cobrarían mucho más valor en la época actual, si se terminara de hacer ese interrumpido estudio, puesto que la escritura y la publicación es muy parecida a la de Nebrija y alguna también podría atribuirse a una de las hijas habidas fuera del matrimonio y por lo tanto, poco considerada en la época, en la corte y ambientes donde su padre fue tan considerado. Es una preciosidad, - le sigue contando -, e incalculable su valor artístico y económico.

En general, le va relatando un número extenso de algunas de las piezas más valiosas del tesoro heredado.

Al llegar a este punto, se detiene porque no alcanza a comprender lo insólito del comunicado, la herencia y menos aún, no haber escuchado ni en un solo instante a su padre nombrar el tesoro acumulado por la familia, aunque haciendo memoria, si escuchó en alguna ocasión decir, que en todas las familias había injusticias y herencias que pertenecían a quienes no debían poséelas, pero claro, como iba a relacionar él una cosa así.

Pensando de nuevo en este regalo que parece pertenecerle, lo escondido que ha permanecido, lo bien conservado que parece estar, no debió ser un error, - se dice -, que lo retuviera y lo conservara el pariente del que le habla su comunicante.

Para finalizar - le dice -, que lo antes posible debe ponerse en contacto con él, ya que es un anciano y pronto le llegará su hora, por lo tanto cuanto antes se resuelvan todos los requisitos, mucho mejor para todos y además el se quedará mucho más tranquilo, ya que le inquieta bastante no tener finalizados todos sus deberes para con la familia. Ya para terminar le indica todos sus datos personales, dirección y teléfono a donde debe llamarle a la mayor brevedad posible.

No conseguía comprender todo este relato, ya que por sus padres (incluso lo comprobó cuando estuvo en el pueblo), allí vivían tíos y primos más cercanos en parentesco que el mismo para poder heredar aquel patrimonio y le vino de repente a la memoria, “los cabezas locas” como su padre nombró siempre a los parientes del pueblo.

Cuando se trasladó su padre a la ciudad, debió trabajar duro hasta obtener un puesto de trabajo estable, estudió por las noches consiguiendo una cultura bastante elevada que le ayudó a mejorar en su estabilidad económica y laboral, siendo algo envidiado por esos “cabezas locas” y que a él tanto le proporcionó en su niñez, juventud y ahora, cuando ya era una persona con cierta madurez y estabilidad, parecía influir con esta herencia inesperada y que ahora le producía cierta inquietud y a la vez curiosidad.

Era todo bastante abstracto y confuso, pero parecía que lo que le comunicaban tenía sentido, así que empezaría por llamar al pariente, ya que le adjuntaba direcciones y teléfono. Le llamaría y saldría cuanto antes de dudas.

Salió a la cocina y se preparó un humeante café, intentó mientras tanto serenarse y se dispuso a mantener la conversación que le daría algo de luz y le aclararía lo que parecía iba a cambiar su vida, porque no cabe duda, que una herencia tan inesperada y tan valiosa como parecía pertenecerle, le cambiaría su forma de actuar ante la vida.

Marcó los nueve dígitos, mientras sorbía y saboreaba un rico café y esperó con inquietud a la voz que le contestaría al otro lado del auricular. Muy pronto escuchó a una mujer que parecía joven y bastante agradable, que al saber que preguntaban por D. Alberto, le contesta que es el abuelo y que en ese momento se encuentra descansando. Le pide que le diga quién pregunta por él, para que en el momento que esté disponible, poder pasarle el recado.

Mientras,escucha a la persona que hay al otro lado, al fondo oye un ligero murmullo y… “¡Por favor espere un momento, el abuelo quiere hablar con usted, le paso con él!”

“Buenas tardes. ¿Es usted Álvaro Suárez de la Vega? Yo soy Alberto Suárez López, tío abuelo de usted. No se si me recuerdas, te tuteo ¿me lo permites? Estuviste en casa en 1975, eras muy pequeño y muy guapo. Un niño inteligente y bien educado me pareciste en aquellos momentos. Creo y por las referencias que tengo tuyas, no haberme equivocado. Pero bueno, dime si estoy hablando con la persona que busco”.

Se hace un ligero silencio y Álvaro intenta recuperarse de todo lo escuchado, por la impresionante voz y las alabanzas en su favor. Le ha parecido que el hombre que le habla, es un señor de mucha personalidad aunque ya se le nota algo cansado y con voz algo cascada por el paso de los años.

Inmediatamente responde. “Si señor, soy la persona que usted creé. He recibido hoy mismo su carta y me ha resultado muy extraño heredar esa maravilla que usted me narra. No había escuchado nunca hablar a mi padre de ese tesoro en poder de la familia, no podía tener idea siquiera de que alguien lo poseyera. No podré desplazarme hasta las vacaciones de Semana Santa. Supongo que sabe que soy docente, hasta entonces me será imposible ir a visitarle. Los fines de semana no me es posible hacerlo ya que en ir y volver se iría el tiempo, además estamos en época de exámenes y tengo que preparar y corregir, tarea algo laboriosa y costosa en tiempo, pero le prometo que el primer día de vacaciones salgo para ir a visitarle. Había pensado hacer una escapada al extranjero, pero ha logrado picar mi curiosidad, es todo lo que me cuenta tan tentador y a la vez tan inesperado que no sé que decir. Cuentan que a nadie le amarga un dulce, pero crea que no es el valor material el que me produce esta curiosidad, por lo pronto, no he tenido aún tiempo de plantearme nada en concreto, pero le aseguro que tengo una curiosidad y un deseo inmensos de ver esa biblioteca. Es mi gran amor a los libros lo que me impulsa. Sean como sean todos me gustan, históricos y antiguos es mi pasión. Sí, todo se hereda, debe correr por mis venas ese cariño por todo lo que se conserva impreso sobre papel, hojas, pastas unidas por lomos, letras de todo tipo y contenidos diversos. Crea que ya tengo ganas de visitarle y que me cuente toda esa historia tan maravillosa, que tan celosamente ha guardado para mí. Pero antes de seguir adelante, debe decirme porque yo y no alguno de sus hijos u otro cualquier pariente”.

Álvaro se interrumpe y espera respuesta al otro lado del teléfono, donde pasados unos instantes escuchar de nuevo la voz cascada pero llena de vitalidad: “Álvaro hijo, he seguido toda tu trayectoria. A mi se me confió el legado del que he disfrutado toda la vida, pero ahora debe pasar a manos de otro amante de los libros y como observarás no digo literatura, son dos cosas muy distintas; la literatura se ocupa de unas temáticas y estos libros, igual te relatan romances en verso, historias del ser humano, de la naturaleza y las costumbres de nuestros antepasados, como puedes encontrar los más curiosos problemas matemáticos, las ilustraciones de los descubrimientos de otros tiempos, y hasta suculentas recetas de los más variopintos platos de nuestros abuelos, bisabuelos y antepasados en general. Y ¿porqué a ti? Los parientes se han dedicado a labrar la tierra y dicen que los libros son para los refinados y por otro lado, mis hijos no han heredado esta afición nuestra. Son muy buenos chicos, tanto los que labran la tierra como mis hijos que se han dedicado a estudiar, pero todos ellos prefieren seguir con sus trabajos y dejarse de “antiguallas”, como ves, ni les llaman la atención, los vieron a lo largo de toda la vida y creo que no habrán cogido un solo tomo, ni tan solo por curiosidad. Me consta que tú cuando tengas el primer ejemplar en tus manos, te enamorarás de todo este esplendido tesoro y no por lo que valga materialmente, sino por lo que significa moralmente y por el valor sentimental y cultural que tiene. Lo que si te pido es que no lo divulgues para evitar quebraderos de cabeza, si estuvieran enteradas ciertas personas de que poseemos en la familia esta biblioteca, lloverían malos intencionados con caras de borreguitos, entidades culturales alegando que esto es patrimonio de la humanidad, e incluso ladrones de piezas valiosas, directores de museos y en general, un sin fin de buitres, ¿lo entiendes?”.

Un intervalo y Álvaro responde: “Lo entiendo perfectamente, puede quedar tranquilo, por mi no habrá inconveniente ya que los temores que usted tiene ya me están asaltando a mí también. Ahora que me ha hecho usted su confidente me ha trasladado sus inquietudes y comparto ese deseo de protegen tan valioso legado. Puede estar seguro que por mi parte solo encontrará apoyo y le aseguro que estoy deseando verle, que me cuente toda la historia de lo que debe pasar a mi cuidado y le aseguro que la curiosidad que tengo es enorme, esto que usted me comunica y que dice es para mí, es mucho más de lo que me podía imaginar poseer algún día, es más, en toda mi vida había imaginado nada igual. Le aseguro que el último día de clase, directamente del colegio salgo para su casa”.





Nani. Agosto 2008.

viernes, 25 de julio de 2008

HABITACIÓN 408



Las lucecitas parpadeantes del árbol de navidad colocado en el pasillo, la entristecen. Siempre pensó que esas luces que colgaban del árbol, eran las sonrisas de los seres queridos que un día se marcharon, al menos, eso le hizo creer mamá cuando era pequeña y le ayudaba a colocar los preparativos navideños, pero colocado en este pasillo, resulta muy distinto, -piensa.

Le parece que el pasillo está triste y frío a pesar de los adornos navideños, el suelo brillante y pulcro y la calefacción en su justa medida. Sobretodo, esta sensación la nota aún más, cuando se dirige a la habitación del “chico de los atributos”, como así lo habían bautizado sus compañeros y compañeras, el día que ingresó en la 408.

Llevaba allí cuatro días y no se habituaba al lenguaje de sus colegas. Ellos estaban hechos o más bien, lo disimulaban con esas bromas naturales de lo cotidiano. Con ello, procuraban que no les afectara el dolor, la desolación o la falta de vitalidad, de las personas que pasaban por todas aquellas habitaciones. Cuerpos bellos a veces, pero mustios y en declive, cuerpos camino de un final próximo o cuerpos como en esta ocasión, del “chico de los atributos”.

Sí, parecía grosero y casi obsceno, pero había que hacer del dolor, la frialdad y la soledad, algo ameno y cotidiano, algo que resultara normal para los seres que trabajaban, además, cuando se ve todos los días lo mismo, el ser humano llega a habituarse, a bromear con lo que fuera del recinto, podría paralizar de asombro por la impotencia y la tristeza que producen.

En los pocos días que lleva en la planta, no se hace a todos estas cosas que la descolocan e incluso, hacen que se sonroje delante de los compañeros. Todo fue distinto en las prácticas y en el anterior contrato. Primero, tuvo la suerte de estar en la planta de recién nacidos. Todo era tierno allí, y aunque había que prestar mucha atención a los pequeños de las incubadoras y los que estaban malitos, todo se hacía con otro espíritu, con otra esperanza y con otra ternura. Por muy dura que resultara la jornada, se pasaba sin apenas darse cuenta, pero aquí…, aquí todo es más monótono, más duro, más frío, más…, nunca creyó que le afectara tanto la impasibilidad del “chico de los atributos”.

Nada más pensar en él se sonroja.

¡“Mira que es burra esta gente, pero es que de no ser así, como soportarlo”! Este chico tiene casi mi misma edad -piensa -, un año o dos más en todo caso y ahí, pegado a la cama, a unos tubos y a una máquina, que le mantienen con vida. Una vida que, ¿quién sabe que pensará al verse así, cuando le limpiamos y le lavamos, si nos escuchará, si…?, -sigue pensando la chica. De nuevo nota que se sonroja cuando piensa en el precioso cuerpo inerte del muchacho de piel joven y suave, boca perfecta, manos de dedos largos y los pies como a ella le gustan en un hombre.

Su compañera sabe poner apodo a todos los enfermos, -sigue pensando. A todos los bautiza y con acierto. Es muy borricona para decir las cosas, pero cariñosa y dulce cuando se acerca a los enfermos. Casi les acaricia cuando les cambia o les asea. Lo hace con tanto amor, respeto y delicadeza, que la compasión se derrama por sus cuatro costados, a pesar de las palabras que salen de su boca, le va a las mil maravillas la frase esa que dice: “Por la boca muere el pez”.

Sigue haciendo sus tareas y se sorprende, cuando se escucha a sí misma, hablar en voz alta y preguntar al chico: “¿Qué sientes y como te encuentras, como soportas esa quietud y esa impasibilidad, cómo consigues pasar tantas horas y cómo...?”

Al ser consciente de lo que está haciendo, se vuelve a ruborizar al darse cuenta que su mano está posada sobre la del chico. Es una mano de dedos de pianista, cálida y delgada y vuelve a preguntarse: ¿Qué sentirá al notar mi mano sobre la suya? Me da mucha pena saber que nadie viene a visitarlo. ¿Recordará que es un emigrante, uno de tantos que vienen a nuestro país a ganarse el pan? Según me dijeron los compañeros, salía con una chica que al saber de su accidente, vino a confirmar sus datos personales y le visitó, pero a partir de aquel día no ha vuelto, igual está asustada y le aterra hacerse cargo de un ser en estas condiciones, o igual ha dejado de importarle. Parece ser que su familia reside en un país del este, sin posibilidad de desplazarse, aunque de todas maneras, tampoco han demostrado interés alguno, ya que no se han registrado ninguna llamada interesándose por él. Es verdaderamente triste y desolador, saberle ahí, acompañado solo y exclusivamente de su soledad y sus recuerdos, ¡si los tiene!

En este instante recuerda a sus hermanos, abuelos, tíos, primos y como no, a sus padres con los que dentro de unos días se reunirá al pie de la chimenea en el cortijo de los abuelos, allí pasaran las Navidades todos juntos. Comerán y cantarán, celebrando un acontecimiento que a todos les acerca y les hace felices. Al menos en estas fechas conseguimos reunirnos, -sigue pensando-, porque ya con estar cada uno desperdigado en sus tareas, cada vez nos vemos menos, pero aún conseguimos unos días al año, para besarnos, abrazarnos y eso, a mí al menos me hace feliz.

Ahora vuelve a fijar su mirada de nuevo en el chico postrado en la cama. ¿Quién pensará en él estos días, quién le echará en falta, quién le besará y le felicitará estas Navidades?, -dice casi susurrando.

Después de haber tenido tantos deseos y recuerdos, siente unas inmensas ganas de tener guardia el día de Navidad. Ella podrá estar con su familia otro cualquier día y acercando su rostro al del chico, dice: “No te preocupes, la noche de Navidad estaré aquí contigo, para cogerte la mano, para que no estés tan solo, para que tengas a alguien que te felicite, para que podamos brindar por tu salud”.
Todo esto sale de sus labios en un semitono y muy cerca del oído del joven, como si le pudiera escuchar, como si esperara una respuesta por su parte y al incorporarse, mirando el rostro de la cama, creé percibir una dulzura distinta, e incluso alguna sonrisa y creé notar algún movimiento en la mano que hay bajo la suya. Retrocede un poco impresionada sin apartar la mirada del chico, que sigue inerte, pero si con aspecto relajado. Piensa que todo ha sido producto de su imaginación y continúa con el arreglo personal “del chico de los atributos”

Nani. Julio 2008.

lunes, 21 de julio de 2008

PREMIOS (Concedidos y recibidos)





Hoy le doy un premio, mi afecto o mi reconocimiento a uno de mis actores preferidos que hasta con esas arrugas que ya tiene está guapo. Sí, es el mismo que viste y calza ROBER REDFORD que ha hecho unas declaraciones que podéis leer si pincháis en su nombre. Si señor, me gustan los seres comprometidos y hoy Rober, te premio y te mando un besote.




Tengo que dar las gracias a Mita de "Corrientes de agua y azahar" por haberme concedido el premio "Al esfuerzo personal". Te lo agradezco Mita doblemente, por tus palabras y por tu simpatía. Creo que debería darlo a mi vez a varias personas, pero como siempre todos los ofrecidos anteriormente los he dejado para quién quiera recogerlo de las personas que por aquí pasan y dejan su huella, en esta ocasión hago lo mismo, ya que todos los que por aquí pasáis os lo merecéis. Y ahora paso a dejarlo en la repisa de trofeos. MUCHAS GRACIAS.


Nani. Julio 2008.

jueves, 17 de julio de 2008

MANUEL LA MORENA

Con esta entrada, intento complacer a Mita y a Susana que me la han pedido y muy especialmente a Driada por su amabilidad.

Dedicarla a todos los biznietos, para que conozcan la obra de quién fue su bisabuelo y el encargo se lo dejo a Mariaphan, para que corra la voz a su hermano y todos sus primos.

Todos los que hemos nacido en Alcalá la Real cuando vamos desde el Paseo de los Álamos o en el sentido contrario para por ejemplo ir a ver a la Virgen, pasamos por el Llanillo en un sentido u otro, bien por la acera del Convento de las madres Dominicas o la acera de enfrente. Normalmente no reparamos en los edificios que componen nuestro patrimonio… ¡cómo siempre han estado ahí, como que ni los vemos!

A mí me pasa que cuando llego a un sitio y me encuentro delante de un edificio nuevo pero que además es antiquísimo, disfruto pasando mi mano por sus viejas piedras, deslizar mis dedos y tocar. Tocar pensando en las personas que diseñaron esos edificios, los construyeron y estuvieron allí día a día y piedra a piedra, acabaron edificando por ejemplo una Giralda en Sevilla, una catedral en Jaén, la Fortaleza de la Mota, Palacio Abacial o el antes mencionado Convento de las madres Dominicas y estos últimos no tenemos que ir lejos a visitarlos, sino que los vemos al recorrer El Llanillo por ejemplo.

De niña me encantaba pasar mis dedos y restregarlos (digo restregarlos y no pasarlos) en esas piedras viejas, cuando iba hacía el paseo o del paseo hacía mi casa. Los “restregaba” con fuerza y luego me los tocaba y los miraba. Las yemas de mis dedos se ponían brillantes y lisas. Era para mí como si se hubiera impregnado parte de aquellos ancestros que allí estuvieron y consiguieron que aquello llegara a ser lo que a mí me ha cautivado siempre.

De todas maneras, cuando paso por El Llanillo y parte central de nuestro pueblo, desde niña lo he hecho con cierto orgullo. Un orgullo que se quedaba entre esos edificios y yo, porque no solo los antes mencionados me producen esa satisfacción, sino muchos otros y por razones muy especiales, por ejemplo la esquina derecha de la calle Veracruz,






los Explosivos, la casa donde vivió siempre "Pepe la Tercia" (el compadre de mi madre, de mis tíos, primos y de boda del abuelo), esa casa que tiene un balcón precioso desde el que vimos pasar muchas procesiones, y que da frente justo a la boca-calle Alonso Alcalá, la esquina del Juego Pelota, frente al Compás de Consolación, en el mismo Juego Pelota la casa donde estuvo correos (esa casa que hay antes de llegar a la calle Espinosa), ¡cómo recuerdo aquella casa con su patio andaluz lleno de macetas, su fuentecita con una rana verde, donde vivía la tia Mª Teresa adonde me encantaba ir sobre todo en verano porque hacía mucho fresquito, porque en aquellas blancas escaleras de caracol, he jugado y sobre todo, he leído mis cuentos de hadas con Mª Paz, he encontrado el cariño de Tere (la comadre de mis hermanos) y su familia, y hay otra cosa más, esa casa como todas las anteriormente mencionadas, la de D. Luís Abril frente a las Escuelas de la Sagrada Familia (con esa forma arabesca), las ranas que había en el paseo y que eran unas fuentecitas en los laterales (hoy están cambiadas), hechas con ladrillos árabes o arrayanes y su ranas verdes, su chorro de agua en el centro, muchos otros edificios de nuestro Llanillo, calle Real, calle Veracruz, Alonso Alcalá, Santo Domingo (frente a la Cruz de la calle Rosa donde nací), el colegio de Cristo Rey donde yo estudié y que era igualito a la casa en donde vine al mundo y así, un montón que ya ni existen, yo exactamente no recuerdo y tampoco puedo demostrar, fueron construidas por alguien que los alcalaínos apenas unos cuantos, sabemos quién fue. Bueno, yo si sé quién fue aunque no le conocí ya que murió (como tantos españoles murieron de esa manera injusta que mueren los hombres en una guerra y más injustamente, en una guerra civil como fue la española), mucho antes de que yo naciera y por eso estoy hoy contando todo esto. Ese hombre, fue el padre de mi madre, de mis tíos y por lo tanto mi abuelo y abuelo de mis hermanos y todos mis primos.


¿Quién era este hombre?



Como he dicho ya, fue mi abuelo y todo lo que voy a contar son recuerdos. Son las cosas que mi madre me contaba de su adorado padre.

Aquel niño que nació en Alcalá la Real un día de diciembre de 1879, bautizado con el nombre de MANUEL e inscrito como MANUEL LÓPEZ RAMIÍREZ, comenzó de muy niño ayudando a su padre Juan de la Cruz y a sus tíos en las tareas de albañilería, acarreando el botijo para calmarles la sed y como demostró más tarde, fue un niño muy despierto que aprendió el oficio, sin descuidar sus estudios aunque primarios, de tal manera que pronto y muy joven ya supo dirigir sus propios edificios, diseñados por él mismo, dibujando sus propios planos, dibujos de decoración y un largo etcétera. Creativo y autodidacta, que, como dice mi primo Manolo, que conserva sendos libros de arquitectura, muy voluminosos, llegó a matizar y comentar con notas manuscritas del abuelo.

Colaboró con él D. Pedro Ríos, como delineante, que luego sería maestro de dibujo de tantos alcalaínos (a mí me tiró de las orejas en más de una ocasión, porque decía que no me parecía al abuelo, ni a mis hermanos con el lápiz y el papel) y que, merecidamente, hoy Alcalá honra su memoria dando su nombre a una calle.

A una temprana edad, formó una familia con la que fue mi abuela María teniendo con ella seis hijos, mi madre la penúltima de ellos, después y en segundas nupcias, tuvo a su último hijo que aún vive, pero que está muy malito para aportar datos, ni le recuerda ya que cuando el abuelo murió él era un bebé o un niño de corta edad.

Ahora dejo que los recuerdos sentimentales se evaporen un poco y voy a intentar hablar de lo que verdaderamente nos ocupa, que es la obra de este alcalaíno que supongo es lo que interesa al que ahora lea esta historia.

Según me contaba mi madre, fue un experto diseñando escaleras de caracol. Siempre he escuchado que diseñar y terminar una escalera es bastante difícil, pero si ya la queremos de caracol la cosa se complica y en la época en que mi abuelo desarrolló todo su ingenio, los avances técnicos que hay hoy no existían ni por un casual. Los planos los hacía a mano y a plumilla, utilizando tintas de varios colores, creo recordar que eran negro, azul y rojo, era yo muy pequeña cuando todo se quemó, pero eran cosas que significaban mucho para poderlas olvidar del todo (recuerdo una habitación bien grande, llena de rollos de planos), así como las fotos de tamaño enorme del abuelo, la abuela y resto de familia.

Cuando quedó viudo mi madre tenía tres años y ya, su padre era un hombre importante. Por entonces ya hacía edificios en nuestro Llanillo por ejemplo y por supuesto, las casas principales de todos los más pudientes del pueblo y alrededores, utilizando como medio de locomoción una mula bastante bien "plantá", según la recordaba su hija Encarnita (mi madre). Después, como ya su fama fue creciendo y demandado de otras ciudades más lejanas, aprovechó lo que la técnica de entonces ofrecía y junto a su amigo D. Luís Abril, adquirieron ambos los primeros coches de motor que hubo en la ciudad, siendo comprado en Granada el de mi abuelo (foto) y con matrícula nº 802, (esta información se





la tengo que agradecer a nuestro cronista oficial D. Domingo Murcia y a la señora “Ángela Morales”, que nos ha entregado esta foto y que estuvo en su poder hasta hace escasos días) y conducido por un chofer, muy leal y muy discreto y simpático, que llegó a destrozar 3 coches, un Fiat, un Buick y un Peugeot, por aquellas carreteras que nos dejó el General Primo de Rivera. Creo recordar le apodaban “Cabeza Hueca”, (un prenda debió ser a razón de dicho apodo). Así, empezó a ir a reconstruir iglesias gratuitamente y edificios importantes, como mejor promoción de sus habilidades en pueblos cada vez más alejados ya que su fama se iba difundiendo de boca en boca y la admiración por su trabajo, fue creciendo. De esa manera hizo casas con el típico patio andaluz utilizando arrayanes y mármol blanco, la típica fuente corriendo el agua todo el día y lo más importante, las fachadas del estilo de nuestro Llanillo.





(Ultramarinos del compadre, ahora ocupado por una tienda de ropa)




(Fachada completa de la casa de su compadre “Pepe La Tercia").

Llegando a dominar la Escalera de caracol (normalmente en mármol blanco) la técnica de estucado a fuego, imitación a mármol y el azulejo de tradición musulmana que usaba en zócalos y tímpanos de las que han quedado constancia en el Balneario de Frailes, Santa Ana, Martos, Almedinilla, Priego, Jaén, Cabra, Córdoba, Gran Vía de Granada e incluso llegó a tomar parte en la restauración de algunas de las bóvedas mozárabes de la Alhambra, Málaga, donde construyó 9 villas de las que sobreviven a la piqueta 2, una de ellas construida por encargo de su cuñado D. Rodrigo Muñoz Paredes, en la Huerta del Rincón, de Torremolinos, probablemente también la Casa Navajas, divisando en la playa del Bajondillo también en Torremolinos, donde tengo entendido quieren hacer un museo.

Mención aparte merece, Villanueva del Arzobispo, donde empezó arreglando la techumbre de la iglesia principal y terminó concluyendo el coro, y entre medias construyó ocho preciosas casas características de él. La primera se la encargó el Juez de Villanueva, que se conocieron en los baños de Marmolejo donde iban a reponerse las respectivas esposas. Era el abuelo un gran maestro albañil, pero debió ser también un gran relaciones públicas. De cualquier situación sacaba un encargo. Parece ser hizo sus mejores construcciones, entre ellas, una que incluía una reproducción del Patio de los Leones de la Alhambra. Los villanovenses están muy orgullosos de este patrimonio. Los mayores recuerdan que aquellas casas las construyeron unas cuadrillas de albañiles que viniendo de Alcalá la Real, a finales de los años 20, estuvieron trabajando varios años. Antecesores y parientes de Paco Rosales, el cura, estuvieron al frente de aquellas cuadrillas, y muchas otras ciudades que me resulta imposible recordar con exactitud, aunque según contaba mi madre, continuamente se desplazaba a Madrid, para además de informarse en las nuevas tendencias (Eclecticismo entre otras), ilustrarse visitando museos y comenzar a prodigarse cuando estalló la guerra civil.

Todas estas cosas las contaba mi madre con un orgullo y una satisfacción increíbles, pero el motivo es que al ser ella muy pequeña (por entonces también había muerto su hermana mayor) y quedar sola entre chicos, él prefería llevarla consigo. En las mañanas mientras él trabajaba y hacía sus gestiones, a la niña la dejaba en un colegio de monjas (en régimen de internado), para que prosiguiera sus estudios infantiles y luego en la tarde, la iba a recoger y visitaban juntos los museos, exposiciones y todos los eventos que a él le llevaban a la capital madrileña, por lo que era comprensible ese recuerdo tan fastuoso de mi madre: “Ninguna niña de la época (años 1925-1930), tenía ese privilegio”. Recuerdo con cuanta admiración, hablaba de la Exposición Iberoamericana de 1929 de Sevilla. Ella estuvo allí con él y en las mismas circunstancias (en régimen de internado durante todo el día menos por las tardes) que juntos recorrían pabellones, museos, edificios (tenía un recuerdo especial del “Parque de Mª Luisa”, debieron pasarlo muy bien allí) y todo lo que por entonces hubo en aquella feria de muestras, inaugurada por el Rey D. Alfonso XIII, y así, en tanto y tantos eventos a los que la llevó.

Pero bueno, voy a seguir con la figura del abuelo y su obra. Todo esto que ahora reflejo es lo que apareció en el programa de la Virgen de 1991 y el libro “ALCALÁ LA REAL, Patrimonio Arquitectónico y Urbano” y que fue posible a los recuerdos de todos mis hermanos y primos y por supuesto, el interés mostrado para estas publicaciones de Fco. Javier González que estuvo varias veces en casa (no le pude ofrecer sino tan solo recuerdos) y José Mª Rosales. En su día el cronista Domingo Murcia, Juan Cano Valverde y algunas personas más, que estuvieron muy interesados en su obra y no podían creer que en casa no hubiera nada, pero ya les dije a todos muchas veces, que fui testigo y artífice en cierto modo de la destrucción de todos los planos, objetos personales y fotos del abuelo. Un día cuando aún yo era muy pequeña, mi madre me pidió que la acompañara a la casa donde ella y yo nacimos, (la casa del abuelo en la calle Santo Domingo, frente a la Cruz). Fuimos y recogimos todos los rollos de planos (tuvimos que dar bastantes viajes), los objetos personales y todas las fotos. Parece que lo estoy reviviendo otra vez de nuevo y se me encoge el estómago y de nuevo el nudo ese que se hace en la garganta, vuelve a hacer de las suyas. Como decía, recogimos todo y en la casa donde vivíamos por entonces, mi madre abrió la mampara de una chimenea que había en una de las habitaciones antes de llegar al patio (creo que fue la única vez que se abrió aquella chimenea) y empezó a apilar rollos que yo le iba acercando, cuando le pareció que estaba bien llena le acercó una cerilla y a partir de ahí, todo se fue quemando (recuerdo la foto grande que había en el salón de la otra casa, era más grandota que yo) y como decía, fotos, planos y todo fue desapareciendo, mientras mi madre lloraba y lloraba (nunca he podido olvidar aquel llanto callado y dolido, nunca lo he olvidado ni lo podré olvidar, hoy aún me duele, ¡me duele mucho!, porque sé y sabía entonces aunque tenía muy poca edad, que con aquellas llamas se quemaba parte de mi herencia y de mi pasado, porque siempre supe que con aquellas llamas y el humo que desprendía, se iba algo que me pertenecía y que nunca ya tendría y eso…, eso ¡DUELE!

Sí, todos los alcalaínos y todas las personas cuando escuchan decir esto se confunden y se extrañan. ¿Por qué si mi madre que adoraba a su padre quemó todo lo que a él pertenecía?, la verdad es que aparentemente no tiene sentido pero se cansó de que hubiera personas que se aprovecharon de todos los objetos del abuelo y llegó el día que dijo: “¡Se acabo!” y con el fuego todo se terminó. Hubo personas muy cercanas que la quemaron (moralmente) a ella y de igual manera terminó con todo, pero eso sería otra historia.

Creo haber hecho una pequeña semblanza de quien fue ese hombre que llamaban “MANUEL LA MORENA” como recuerdo de un apellido de algún ancestro, “Sánchez de la Morena”, que apenas conocemos porque murió muy joven, con tanto hermoso por crear y por hacer, (a los 56 años) y como todas las personas que mueren en una guerra de forma injusta y sin sentido. Unos dicen que tenía mucho genio. El genio se le atribuye a que cuando sus trabajadores estaban construyendo y llegaba a ver como iba la obra que debía dirigir, si no le gustaba el trabajo realizado, se quitaba la chaqueta, se remangaba la camisa, cogía el pico y tiraba lo que habían hecho. Después reconstruía él mismo con sus manos lo que quería que se hiciera y que a la vez enseñaba como debía ser. Otras personas me han contado, que como además era el encargado de las obras del Ayuntamiento, cuando había falta de trabajo y no cobraban los albañiles, por las noches mandaba levantar una de las calles más anchas y largas de la ciudad (calle Real) y claro, por la mañana "nadie sabía que había pasado", por lo tanto lo que urgía era llamar a los parados para que aquello se arreglara. Pero destacó por una imparable ascensión social, hijo y nieto de modestos albañiles se codeó con la “creme de la creme”, no como el comparsa “piojo revivío” o nuevo rico útil porque paga las consumiciones y pasea en el coche, “Cabeza Hueca” al volante, sino como uno más y esto es lo sorprendente, mas aún imaginando a aquella Alcalá, del primer tercio del siglo pasado: Promovió con otros el Teatro Martínez Montañés, figuró en la escritura fundacional del Partido Liberal de Alcalá, con un buen puñado de muy respetados y respetables señores de aquel entonces, y creó mucho empleo y pagó muchos salarios en invierno con las obras paradas, y creó mucha belleza.

Como veis, aquí la polémica está creada, la envidia y los terribles desacuerdos y por lo tanto, el motivo parece ser de que fuera fusilado y que tampoco le conozcamos aunque desde el 11 de mayo de 2004 tiene en pleno concedida una calle, como reconocimiento simultáneo al también merecido por el alcalde Matmala, para ambos reconocimientos se recogieron gran número de firmas, también simultáneamente, pero parece ser que para el abuelo no ha habido ocasión de hacer efectivo aquel rancio acuerdo, por el que trabajó con denuedo, enfermo como estaba, D. Juan Cano Valverde, incansable valedor de la causa, que falleció sin ver materializado su logro, ¿será que aún quedan resquicios y dobles raseros de esa horrible guerra? ¿Hubo tomadura de pelo? Esa es una pregunta que me hago y que no sé responder, pero que creo se la haré algún día a mi alcaldesa, que me consta está al corriente del asunto.

NOTA: Sin la colaboración de mi primo Manolo, los datos aportados que son la mayoría y sus recuerdos, no hubiera sido posible esta “semblanza“, que me han pedido para que quede constancia de su obra en mi ciudad.

Gracias primo, sé que hoy tu hijo, tu padre, mi madre, el abuelo y resto de familiares como el tío Paco que con 15 años se fue a vengar la muerte de su padre y murió en la "Ciudad de la Luna" de frío, nos van a sonreír un poquito desde donde estoy segura están reunidos.


Nani Canovaca López y Manuel López Muñoz.

Fotos: Antonio J. Serrano Canovaca.

ALCALÁ LA REAL y MADRID. Julio 2008.