Hasta chocarse con una pila de maderos que cayeron
estrepitosamente, no se dio cuenta que estaba metido en un embrollo del carajo.
El ruido alertó al personal que allí trabajaba y en un santiamén, aparecieron otros maderos
que le cogieron y le llevaron al cuartelillo. Cuando le interrogaron y demostró
qué hacía en aquel lugar, no tuvieron más remedio que dejarle partir. Lo de
buscar escarabajos para alimentar una mascota era algo que podía rayar lo
insólito, lo absurdo y por qué no, peligroso
hasta más no poder.
Nani. Octubre 2012