A la cola, como todo el mundo –comenzó
diciendo el del gorro- y todos fueron ocupando su lugar por orden de llegada para entrar en el habitáculo.
La de color zanahoria se puso la primera después de cortarse la melena y darse un buen frote, al mismo tiempo que se
duchaba; a continuación entró en el recinto el redondito , muy rojo él y después de haberse
quitado la gabardina; también exigió el
del gorro a la corona de
laurel, que no se diera tanto postín ya que con una hojita era suficiente. Más tarde ordenó a la llorona que se despojara
del abrigo, así como al que llamaban ajito y al más verde que le
seguía en la fila, que se desprendiera de las semillas. Les añadió unos 250 gramos
de unas semillitas llamadas lentejas, perfumó con un chorrito de zumo de oliva y los
cubrió a todos de agua para que se bañaran, los arrimó al calorcito de la lumbre y
comenzaron la danza macabra cuando les roció con una pequeña lluvia de sal, donde todos acabarían muy tiernos y sabrosos, para
acabar consumidos en un delicioso potaje.
Nani. Enero 2013