(Para ti y para ti también)
Tengo
las manos llenas aunque tú no veas nada,
tengo
en las manos pizcas de arena, arroz, trigo o cebada,
en
cada partícula hay un himno de brillo, humildad, calor,
luz,
fuerza, amor o esperanza.
Tengo
las manos atestadas y si esto no lo ofrezco, se enfría,
reboza,
se deshace,
se
desperdicia y no sirve de nada.
Tengo
un costal a la espalda que pesa, ensucia, degenera,
y si no lo comparto se convierte en humo,
paja, piedras, escarcha.
suciedad,
miedo o palabras envenenadas.
Tengo
también una mochila que quiero llenar de besos
caricias,
suavidad, brisa y calma,
con
un bolsillo que llenaré de azul cielo, verde esperanza,
rosa
fresa, amarillo caramelo o mandarina muy
naranja,
para
endulzar los guijarros, los caminos, los barrancos
y
sobretodo, las caricias enfriadas, los besos olvidados,
los
caramelos envenenados y las miradas sobradas.
También
le dibujaré una sonrisa
para
que me recuerde al colgármela,
que
soy humana, bruja, frágil y a la vez,
fuerte,
sana (de espíritu),
pero que no me vale todo para caminar,
seguir
adelante y ver el sol en una mirada.
Quiero
darte mi mano,
quiero
que cojas la mía,
me
ayudes con la mochila y con la carga,
yo
sola no puedo
y
me pesa a veces demasiado el costal.
Quiero
que me hables
cuando
estoy equivocada.
Caminando
sola me pierdo,
me
ensucio, me enredo,
el
lodo me envuelve
y
al final no encuentro nada,
cuando
sé que la vida es un todo
que
necesita de todas las almas.
Nani. Septiembre 2017