martes, 17 de noviembre de 2020

NO EXISTE LO QUE NO SE VE


 

Le réveil (1876). Eva Gonzalès

Despierta todas las mañanas con el aroma de las violetas recién cortadas y colocadas en la mesita. Las cortinas corridas para que entre el sol mañanero. Hay días que es el aroma de las mieses recién cogidas, las que le alegran la vida, así como los  que huelen a tierra mojada le hacen sentirse un poco más nostálgica. Su tierra es más soleada y lo acusa. Cuando abre los ojos a la vida, a pesar de las sábanas suaves y delicadas, la cálida habitación y todas las comodidades que la rodean, le pesa minuto a minuto. Ya se va haciendo habitual despertarse a media noche y desvelarse. A veces coge el libro que tiene sobre la mesita pero le cuesta centrarse y prefiere escribir en una libreta que usa como diario y que esconde bajo el colchón. Echa de menos a su madre y a sus hermanos. Desde que se fue a vivir a la gran casa, no les ha visto y teme que no estén bien, ya que son escasas las cartas que recibe o mejor dicho, nulas desde hace unos meses. Al principio todo fue muy llamativo y aunque vino forzada por las circunstancias y necesidades  de los suyos, ahora teme que ya no se estén cumpliendo los acuerdos. En lugar de estar en esta casa, hubiera preferido seguir en la que compartía con su familia y continuar en la escuela. La señora Manuela la había introducido en la lectura, le prestaba libros y últimamente conseguía hacer ella misma sus propias historias, pero aquello a su padre le resultaban bobadas. “Las mujeres tienen que saber cocinar, remendar, cuidar de sus hijos y sus padres cuando son viejos”, ─decía. Siempre escuchó la misma cantinela hasta que un día se presentó con el que algunos días se acuesta a su lado. Al principio fue habitual, pero desde que ella empezara a preguntar por las cartas de su familia y a querer ir a visitarles, todo se volvió un poco hostil. Va para dos años lo que llevan casados y al principio les ilusionaba tener descendencia, pero parece que la fortuna no les ha sonreído, hasta ella pensó que podía ser la solución a su desgana y apatía, pero no parece que sea este su futuro. ¡Ni para ser madre!, ─le reprochó un día. Por eso levantarse de la cama le cuesta cada día un poco más. Tiene comodidad y ropas confortables, calor en el fuego de las habitaciones, pero la soledad y la nostalgia la dejan helada y le entumecen las piernas y hasta el pensamiento. Quiso hablar con él y pedirle que no fuera tan seco con ella, que se esfuerza para que todo vaya bien, pero no se atrevió después de desear ir al médico de la ciudad para que les recomendara algunas hierbas o algo que favoreciera su maternidad. Eso lo pondría en evidencia, él era muy hombre y nunca se expondría a que le cuestionaran su honra, si no se quedaba preñada, ─le dijo─, sería por su culpa, ya que estaba resultando ser una jaca muy poco productiva. Le está cogiendo miedo y no entiende que es lo que debe hacer. En su casa se cocinaba de manera muy sencilla y aquí se esfuerza, la cocinera le enseña y la inicia en las costumbres de la casona. Es la única persona que la trata con cierto cariño y a la vez, respeto. El resto es muy distante, pero está segura que es lo que le tienen mandado. Hay días que no habla con nadie, que come sola y las paredes la oprimen como si se estuvieran reduciendo las habitaciones y le faltara el aire. Recuerda a las vecinas de su casa y lo divertidas que eran cuando se juntaban en el lavadero, en la plaza o cuando se acercaba una fiesta y en el horno hacían los bollos para el patrono, los dulces de Navidad o para celebrar la recogida de la cosecha. Todas se ayudaban, las niñas colaboraban y a la vez, se quedaban con los trucos y recetas para cuando les tocara estar ellas en ese lugar. Mientras, sus hermanos jugaban en la plaza al trompo, a las bolas y los días que llovía, al pincho y a embadurnarse de barro unos a otros. Siempre envidió a sus hermanos, se lo pasaban muy bien y no tenían apenas obligaciones, pero a pesar de las diferencias fue muy feliz hasta que se convirtió en una joven dicen que muy bonita y deseada. Fue así o eso dijeron, pero ahora no sabe que es o quiere ser.  No se atreve a nada porque para colmo, unas semanas antes la sorprendió ayudando en la cocina a recoger y a poner el asado, menester que tuvo un poco vetado y para más inri, olvidó sazonarlo. La ponía nerviosa encontrarse ociosa y quería colaborar, pero no sabía cómo hacerlo.  Aquel día, se levantó de la mesa con el primer bocado todavía en la boca y la abofeteó. A partir de ese momento, si algún resquicio de ilusión le quedaba, todo se vino abajo como si un huracán hubiera arrasado la poca que le quedaba. La trató como un trapo viejo y lo que más le dolía era la forma en que la miraba. Se le notaba agriado y puede que ya no deseara tenerla en casa. Día tras día sus ojos le decían que era una inútil, que ni para madre servía, aunque en el fondo sabe que hubiera sido igual, está acostumbrado a poseer palomas o cisnes, le da lo mismo si lo que consigue es apoderarse  de la inocencia y presumir luego entre los amigotes. Era el dueño y señor de todo el contorno y las mujeres, piensa que son un objeto de decoración o para disfrutarlas y después arrinconarlas, se lo puede permitir y no es la primera vez que se jacta de ello. Aunque nadie le contara de sus aventuras y de sus fanfarronadas, ella lo intuye. Su desprecio se ve en los ojos vidriosos y lascivos que se acentúan más y más. Y ahora ella solo desea volver a su casa, la suya de verdad, pero no puede hacerlo, había un acuerdo y el precio por las fanegas de tierra que su padre compró, era ella. Todo se convertía en un círculo vicioso y solo le apetecía estar escondida en el rincón más oscuro y triste de esa gran casa, pero se aproximan las fiestas de la vendimia y debe organizar el festejo que se celebra en la casona habitualmente. Al recordarlo siente que aún le queda una pavesa encendida; podrá ver a sus hermanos y le contarán. Allí acuden los más afortunados del contorno y ellos estuvieron en la fiesta anterior. Toca estar a la altura, visiblemente bonita para hacer los honores. No deben faltar las jarras de vino dispuestas, el escabeche de perdiz, patés, golosinas y lo acostumbrado, aunque de ello se ocupan los criados, ella estará expuesta como la araña que cuelga del techo, que es lo que le importa a él y sobre todo, que no se noten las heridas no cicatrizadas, ni las patadas en el vientre que últimamente le propina. Ese día sí exige que esté reluciente, el resto no importa como repite continuamente: “Lo que no se ve, no existe”.


Dentro de este primer proyecto VisiBiliz-arte, en Mujeres en el arte, en la antología dirigida por Esther Tauroni Bernabeu, ha sido publicado mi relato «NO EXISTE LO QUE NO SE VE». En dicha antología, podéis leer excelentes historias todas ellas  destinadas a las mujeres en el arte como protagonistas de los cuadros. Para leerlas, solo tienes que pinchar el enlace.



Nani. Noviembre 2020


domingo, 15 de noviembre de 2020

SEVILLANAS DE LA ABUELA

 Estas son las palabras del bailarín y coreógrafo, Antonio Najarro, para los escritores solidarios de Cinco Palabras, con una magnífica explicación para cada una de ellas:

Pellizco, matalaraña, palillos, posticeo y ria-pitá.

La pena y el pellizco, este año se han quedado prendidos al vestido de volantes, llorando por la feria que ha pasado sin gloria.

Este era el tuyo, ya que empezabas a cogerle gustito a la matalaraña. Podemos dar gracias, que los  palillos los has podido sacar de la funda que te tejió a  crochet la abuela y que ella misma, te haga practicar el posticeo, mientras que te canta el estribillo:

«Se van solos los pies, sin querer, dan ganas de bailar de bailar,

dan ganas de bailar, ole con ole, y ole, con el ria, ría, ría-pitá».

 

Nani. Noviembre 2020

viernes, 13 de noviembre de 2020

ZAPATOS MOJADOS



 Ilustración del ceramista, Glen Martin Taylor (@glenmartintaylor)

 

Sí, mi teniente. Estos son los zapatos que hemos encontrado dentro de una bolsa y atados en el interior de  la patera. Los padres los habían guardado ahí para que no se mojaran demasiado. Los he recogido pensando que podemos entregarlos a alguien que les haga falta, ellos ya no los necesitan.

 

Nani, Noviembre 2020

jueves, 12 de noviembre de 2020

CON MASCARILLA Y A VECES, CIEGOS

 Estas son las palabras del doctor Antonio López Bermejo, para los escritores solidarios de Cinco Palabras:

Vida, enfermedad, etnia, salud y pobreza.

Caminando por la vida surgen situaciones que nos impiden valorar lo bueno que tenemos y nos rodea. A veces simplemente es el ego que nos nubla. Hay familias que llevan como pueden una enfermedad, o la falta de trabajo en estos meses pandémicos que nos están tocando en suerte. Me pregunto a menudo, por personas de otros países o etnia, a los que rechazamos y por motivos incomprensibles para quienes no entendemos de política, son empujados a vivir en refugios donde la salud y la pobreza los asfixian. Así pasamos la vida y preferimos olvidar para poder conciliar el sueño.

 

Nani. Noviembre 2020

martes, 10 de noviembre de 2020

SIEMPRE CON LUZ

 


Esta Noche Te cuento. Octubre, noviembre


Se retira cabizbajo y se sienta en su vieja mecedora a la puerta del cortijo. Dice casi en un susurro, que ya está viejo y que no sirve para nada. No sé cómo convencerle de que sigue siendo nuestro norte. Cree que es una carga y así lo manifiesta. Lo recuerdo siempre activo. Con ayuda de su navaja y un trozo de olivo, tallaba una imagen, un marco, una cama de muñecas o un camión. En otras ocasiones era la horquilla de un tirachinas, e incluso el mortero para los majados, la maza, el rodillo o el cazo de las aceitunas. Entonces se sentía vivo, ya que hacía las faenas del campo y en días de lluvia, era cuando sus manos se convertían en arte. Aprovechaba la luz que entraba por la puerta entre abierta, la del pajar o la candela. Siempre tenía algo entre sus dedos, mientras cantaba un fandanguillo o una cantiña. Al mismo tiempo la madera se transformaba, iluminaba y conducía nuestras vidas. Con la edad se está apagando y solo sonríe cuando los pequeños le abrazan.  ¡Maldita pandemia, ─dice!, mientras  le comentan que es la luz que alumbra sus caminos; pero, ¡ya no los cree!

 

Nani. Noviembre 2020

lunes, 9 de noviembre de 2020

SELECCION CURSIVA, JUEVES CON CUENTO


Microrrelato máximo 15  palabras, seleccionado en la revista digital Cursiva, juevesconcuento, página nº 20, del 9 de noviembre de 2020. 



 https://es.calameo.com/books/00605777243f1bd6064cf?fbclid=IwAR0ltpVZAb7dkGXX-eQ_JxRGlPCEbtBE5S1r3VUsBW-KTnF5bUikOvYfguo


Nani. Noviembre 2020

sábado, 7 de noviembre de 2020

RECORDANDO UN POEMA



 Imagen del artista brasileño Luis Philippe

Ayer pasé por la agencia de viajes a pedir que me permitieran cambiar el bono de viaje que tenía reservado para este fin de semana. Debido al confinamiento no podremos salir de nuestra ciudad, así que lo vamos a aplazar para la próxima primavera con el acuerdo mutuo, de que si todo sigue igual lo dejaremos para más adelante.

Le he pedido a mis hijos que deshagan sus maletas, mi marido cabizbajo está haciendo lo propio y yo que tengo las mías en el hueco de la escalera, cuando he vuelto de retirar la reserva y las he mirado, me he alegrado de que esta vez no me vayan a servir. Compruebo que pesan demasiado, que he guardado muchos archivos no resueltos y balances por terminar, así que como toca tiempo de reflexión y de recolocación, creo que para no volvernos locos del todo, voy a ir sacando archivo por archivo y lo voy a desmenuzar. Lo que esté pendiente de un hilo, voy a ver qué solución tiene; que creo la  tendrá y si no fuera así, lo llevaré al cubo que tengo en el patio y le prenderé fuego para que no dé más vueltas y aparezca cuando menos falta hace. No quiero que transforme en gris lo que se auguraba verde esperanza. Debo solucionar el problema que tengo y dejar de meter a empujones, lo que no merece la pena. ¡Nada como sacudir telarañas! Algo así o parecido, decía mi querida Gloría Fuertes en un poema.


Nani. Noviembre 2020