domingo, 1 de agosto de 2021

SOCIABILIDAD

Las palabras que Pedro Antonio Ruiz Escobar nos dejó para nuestros relatos solidarios, #cincopalabras.com, son:

Implicación, camino, sonido, resultado y gesto.


Dicen que a la sociedad le falta implicación y responsabilidad, para hacer camino.

Se escucha un sonido a veces, que es como el canto de sirena.

Buscando siempre un resultado a nuestro favor, sin aportar al menos un poco de coherencia.

Si exigimos, deberemos aportar al mismo tiempo.

Nos llamaron trasnochados cuando pedíamos educación, valores y corresponsabilidad.

La ausencia de un solo gesto de los mencionados, nos está demostrando que no estábamos tan descaminados.

 

Nani. Agosto 2021


viernes, 30 de julio de 2021

NUBES EN LA MIRADA

 

El verano nos unió decía aquella canción y tú también, pero llegó el otoño y después el invierno y con su heladas noches, nevadas constantes y la lejanía, también se fueron enfriando nuestros sentimientos, hasta que quedó una laguna de hielo entre nosotros.

Hoy al cabo de 25 años, te he reconocido paseando por aquella calle donde nos conocimos.

A la salida de un local, he procurado tropezar contigo. No me has reconocido, aunque al pedirte disculpas te has quedado parada y pensativa.

Sigues igual de bella. Con esa madurez que da el tiempo y con esa sabiduría que se pega a la piel y a cada surco del rostro.

Te he seguido y el alma se me ha caído al suelo. Es normal que no me reconocieras, ya que tu vista según me ha dicho el señor del kiosco, se te fue muy pronto y lo corrobora, el bastón blanco que te acompaña, aunque la seguridad de siempre la llevas encima, además de la mochila que te regalé.

Todo ello me ha hecho pensar y voy a escribirte un mensaje. El kiosquero me ha dado tu número de teléfono. Estoy seguro que al menos, podremos saludarnos de nuevo y podré decirte lo mucho que te eché de menos.

Igual te fuiste para que no me diera cuenta, que tu mirada se nublaba.

 

Nani. Julio 2021

lunes, 26 de julio de 2021

FAQUIRES

 


Imagen cogida de la red


Prefiero el somier de púas Bladimir. Ya le había cogido el tranquillo y este, los espacios vacíos me crean inseguridad, despierto con agujetas, se me hunde el cuerpo y noto, como la gravitación me absorbe. Tengo pesadillas y me caigo por un túnel, así que o lo cambias por el de púas o pido el divorcio. No puedo soportar más este cansancio y esta inseguridad.

¡Me case contigo siendo un faquir, tuvimos hijos y todo lo soporté sobre esos pinchos, pero esto no lo aguanto más, quiero dormirrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!

 

Nani. Julio 2021

viernes, 23 de julio de 2021

COSAS DE NIÑOS

 

Las palabras que Jordi Évole nos dejó para nuestros relatos solidarios son:

Mascarilla, socorro, alma, Messi, y campeón.

Hubo momentos que fueron desternillantes. Recuerdo cuando mis pequeños revoloteaban a mí alrededor y se quedaron muy sorprendidos al verme colocarme una mascarilla de pepino. Les dije que era bueno para el acné que aún seguía teniendo y para las bolsas de los ojos cuando habíamos estudiado mucho. Mi hijo pedía socorro por el ojo de patio. Gritaba diciendo que su madre era una hortaliza andante. Las vecinas reían con toda el alma, como cuando se hizo algo más mayor y dijo que sería como Messi, pero más alto y más guapo, porque sería un campeón, sobre todo en casa.

 

Nani. Julio 2021


miércoles, 21 de julio de 2021

LA CHICA DE LOS INVIERNOS

 

Soy de esas generaciones que las vacaciones las pasábamos con los abuelos, ya que los padres que podían, aprovechaban para irse a Mallorca “a los hoteles”. ¡Esa era la definición y por consiguiente, los hijos nos quedábamos a cargo de los abuelos en el pueblo!

Cuando fuimos más pequeños los echábamos mucho de menos, aunque los abuelos hacían lo imposible para que la nostalgia pasara rápido. Recuerdo cuando recurrían a los álbumes de fotos y sobre todo, a las historias que se inventaban, diciendo que eran cosas que habían ocurrido en el pueblo de al lado, en el propio o en  Kuala Lumpur. De esa manera todo se iba pasando y al final, quedábamos encantados.

Papá y mamá cuando podían, nos llamaban al teléfono blanco que los abuelos tenían sobre la mesita de la salita y nos contaban, pero más lo hacíamos nosotros, porque las aventuras que teníamos día a día, eran tan sorprendentes que nuestra ilusión era hablar hasta que nos decían que debían volver al trabajo. Después, la abuela solía ponerles al día y terminaban con lágrimas en los ojos. Más tarde supe que mamá le decía que le agradecía que fuera tan bonita con nosotros y que deseaba pasara volando la temporada.

Creo o casi estoy segura, que fueron los días más bonitos que he vivido, junto con las navidades y el día de reyes magos. Siempre conseguían nuestros padres estar libres y podernos llevar a pasar todos juntos, esas fiestas que nunca olvidaré.

Aunque las vacaciones verdaderamente inolvidables, son las que pasamos cuando ya cumplía los trece, mi hermano Pedro dos más y por debajo de mí, estaba Koke. El pequeño escuché una vez a papá decir a mamá, había sido el descuido que tuvieron más bonito de la vida compartida. Parecía ser que no esperaban ser más veces papás, pero que fue algo que los renovó en todo y por todo. ¡Koke es muy lindo y eso los de casa lo sabemos mejor que nadie! Tendremos que estar pendiente de él (en cierto modo). Aunque sabe ser independiente y sobre todo, hacer feliz a todos los que le rodeamos.

Pero volviendo a esas vacaciones de mis trece inviernos como decía el abuelo, porque según contaba, no cumplía como todas las chicas primaveras, sino inviernos ya que llegué con la primera nevada de aquel año.

Pues como decía, el año de mis trece y cuando nuestros padres se fueron a la temporada de los hoteles, volvimos a reencontrarnos con las pandillas de años anteriores. ¡Todos parecíamos otros! Los chicos eran ya jóvenes adolescentes y las chicas estábamos muy distintas. Según los mayores que íbamos saludando, apuntábamos a ser mujeres bonitas y alegres y los chicos, unos hombrecitos.

Cuando nos saludamos, casi todos nos quedamos un poco descolocados. Al decir Pepe que si nos íbamos a buscar ranas y saltamontes, sobre todo las chicas dijimos que no nos apetecía, que preferíamos ir a la charca (así llamaban en el pueblo, una piscina natural que el río dejaba en un surco) y que aquel año fue inolvidable. Entre baño y baño, nos pasábamos las tardes recordando el curso, los profesores, los libros que habíamos leído y algunos, comentaban lo que querían estudiar al terminar en el instituto. Otros preferían seguir en el negocio de la familia y así pasábamos grandes ratos.

Al contrario de años anteriores, donde todos íbamos en grupo haciendo el gamberro y alborotando por las esquinas y empinadas calles del pueblo, ese año como por arte de magia nos estuvimos emparejando y nuestras charlas primeras, se convirtieron en escapadas de parejas, aunque siempre íbamos y volvíamos en pandilla. Pero sin saber cómo, uno enseñaba a otra un árbol que parece no habíamos percibido anteriormente. Alguna florecilla o algo que apreciábamos y que nos había pasado desapercibido anteriormente. También comíamos pipas de girasol con chocolate, chufas y algunas chucherías que habían dejado de ser las piruletas o el regalí que comprábamos en la farmacia de don José.

Yo solía hacer pareja con Rami (Ramiro) y siempre nos escapábamos a ver un árbol que las ramas y el tronco se había deformado de tal manera, que parecían que unas y otro, se abrazaban entre sí. Uno de aquellos días, estábamos allí mirando como la luz del sol se colaba por las copas de unos álamos, cuando Rami se acercó a mí y posó sus labios sobre los míos, diciendo luego que sabía a castañas pilongas y chocolate. Aquello me dejó un poco desconcertada, pero me gustó y aquel año alguna escapada se repitió con sabores distintos y olores a juventud. ¡Todo muy inocente y sutil!

Después cuando nos fuimos haciendo mayores, muchos chicos y chicas no volvieron por el pueblo o los de allí, se iban a la playa o a algún campin, por lo que nuestra pandilla fue cambiando. Todos comenzamos nuestros estudios y a ubicarnos en distintos lugares, e incluso ir menos por el pueblo, ya que nuestros padres no hacían tantas temporadas fuera. Los abuelos ya iban necesitando ayuda en lugar de proporcionarla y Koke, de todo nuestro mimo, así que a Rami no lo vi en años sucesivos, pero los sabores y los olores se me quedaron impregnados para siempre, en el recuerdo, la pituitaria y las papilas gustativas.

Aquel año fue el comienzo de unas emociones que se quedaron para siempre, donde aprendí a elegir y seguir mi camino en muchos aspectos. Aquel año empecé a ser la chica que cumplía inviernos y ya son algunos.

 

#elveranodemivida

 

Nani. Julio 2021

lunes, 19 de julio de 2021

ASÍ LO ENTIENDO

 Las palabras que la escritora Julia Navarro nos dejó para nuestros relatos solidarios son:

Educación, oportunidad, trabajo, independencia y libertad.


En la educación que recibíamos aunque fuera humilde y sencilla, por encima de todo, en el lote iba incluido una gran cantidad de respeto y valores. La formación era nuestra oportunidad. Aún para colocar un ladrillo, se empezaba por el primer escalón, sabiendo que no se pisaba todo lo que nos encontrábamos a nuestro paso, como hizo el caballo de Atila. Lo que se aprendía era encaminado a obtener un trabajo remunerado para vivir con dignidad, conseguir la independencia de nuestros mayores y ellos a su vez, una jubilación decente. Y por encima de todo, ¡libertad para todos!

 

Nani. Julio 2021

sábado, 17 de julio de 2021

RECUERDOS EN UNA MALETA

 


Con esta edad no era nunca suficiente el reto o esfuerzo. Si tú me pedías aúpame y llévame en el patinete, ahí estaba yo. Lo que no me esperaba es que debido al exceso de grasa en las ruedecitas, al peso y la cuesta abajo, terminamos dando con nuestros tristes huesos en la reja de la fábrica de helados. Lo único bueno que tuvo el golpe, es que había hielo y al menos nos aliviaron la hinchazón, mientras llegó la ambulancia. Al final estuvimos parte de las vacaciones con una escayola tú en la pierna derecha  y la cara toda quemada por el rasponazo. Por mi parte, el brazo izquierdo también escayolado, la cabeza vendada a causa de una gran brecha y el coxis como si me hubieran pisoteado quince elefantes. Bastantes días sin vernos y sin playa, pasamos. Al final me viniste a ver, pero no te reconocí con tanta concha en tu rostro y el aturdimiento que todavía me duraba. Al final todo fue pasando y aunque pudimos por fin ver el mar (sin mojarnos por las escayolas y desde lejos), nos juramos amor eterno.

Hoy al cabo de 20 años, me pregunto dónde habrás pegado con tus huesos. Te aseguro que yo estoy en una gran ciudad y todos los veranos añoro y deseo tu boca y tu sonrisa, por eso esta foto me acompaña siempre guardada en la maleta.

El resto del año, hago una vida normal de ejecutivo, con esposa y tres hijos, sin tiempo ni de mirar fotos, ni de pensar en el pasado. ¡Cada día que pasa odio más la globalización, si los míos me acompañaran, me mudaría a uno de esos pueblos perdidos en la que, mal nombrada llaman: “La España vaciada”!

 

Nani. Julio 2021