La ilustración pertenece al artista @oaknarrow
Hace
unos años pedí a los Reyes Magos un patinete que fuera muy especial y a ser
posible, alcanzara las nubes y la luna. Por supuesto no me lo trajeron, pero sí
recibí con unos regalos más acordes con mi edad, una carta en la que me decían
sus gentiles majestades, que no tenía edad para un patinete de ese calibre, que
cuando estuviera preparada y fuera más grande, si consideraban que estaba con
la madurez idónea, lo mismo lo dejaban en la puerta de casa.
Desde
entonces, siempre que sonaba el timbre de casa, pensaba que era mi querido
patinete, aunque no ha llegado hasta que he cumplido quince años. El mismo día
de mi cumpleaños y ya cuando casi había perdido la esperanza, sonó el timbre de
casa y como esperaba a mis amigos para celebrarlo, salí, pero con el entusiasmo
normal sabiendo que ellos eran quienes llegaban a acompañarme en el momento de
soplar las velas y compartir la tarta que siempre hace la abuela.
Pues
como decía, fui a abrir y allí estaba el chico de la mensajería con un gran
paquete y preguntando por mí. Le dije que yo era, me entregó su dispositivo para
que firmara y me dispuse a abrir el
paquete que ya no esperaba.
Cuando
se fueron todos mis invitados, me leí las instrucciones y hasta la letra
pequeña. No era sencillo manejarlo, pareciera que tuviera vida propia, pero
poco a poco y me llevó unos cuantos días, me hice con el patinete. Esta mañana
que no tenía clase, me fui al parque de patinaje y comencé a hacer piruetas y
acrobacias. Estando allí practicando y cuando subía la rampa y sin apenas darme
cuenta, en lugar de quedar suspendida en la superficie, salí disparada hacia
las nubes de otoño que cubrían el cielo, pasé rozando unos meteoritos que debí esquivar
y ahora parece que me dirijo a la luna.
Sí, la luna y no, Marte o Júpiter. Que tenga 15 años no quiere decir que no
sepa distinguir los satélites, los planetas y las estrellas e incluso, la galaxia
a la que pertenecemos. Soy buena estudiante y me gustan mucho las ciencias, la
historia y la naturaleza.
Todo
esto que os cuento, es para contaros que ahora mismo estoy sobre una nube
rojiza, que se ha posado sobre la cima del Mont Blanc. Es fascinante todo lo
que a mis pies tengo, pero mucho más lo que hay sobre mi cabeza, por eso os
dejo. Hago una respiración profunda, alzo mis brazos y mi cabeza y a correr hacia
arriba a ver qué es lo que me espera. Ojalá me encuentre por el camino a mi
abuelo paterno, que me dijo que me ofrecería las nubes y el cielo cuando menos
lo esperara y se fue sin poder cumplir su deseo.
Chicos,
chicas, ¡hasta otro momento y que seáis muy felices!
Nani.
Octubre 2021